Revista Cultura y Ocio
Vi reseñado este libro en poco tiempo en varios blogs de los que sigo, me picó el gusanillo y con la orden de alejamiento de librerías en vigor, me puse a buscarlo como una posesa por la biblioteca, no voy a decir que me decepcioné al no encontrarlo, porque son muchos los libros que me apetecen que no están, más bien me resigne y me dije nada ya lo compraré más adelante. Fue Elena la autora de Tribulaciones de un sicario, la que después de leer mi comentario, se ofreció para dejármelo, en aquella época llegaban las vacaciones de semana santa y le propuse esperar un poco.
Con el veranito y de nuevo enterrada entre temarios me apetecía algo con clave de humor, y por las reseñas que había leído este libro cumpliría su cometido a las mil maravillas, y aproveche para pedírselo a Elena que en poco tiempo me lo envió por correo, todo un detalle por su parte. Me duró poco menos que un suspiro, a pesar de no haberlo podido leer de un tirón como a mi me hubiera gustado.
La novela se publico en 1999 como anónima y seguía una estructura parecida al Lazarillo de Tormes pero a la inversa, puesto que el primero narra la ascensión de un pícaro de la nada hasta las alturas y esta que nos ocupa narra precisamente el proceso inverso, el descenso de un niño bien, pijo, y de papa, desde las altas cimas, hasta los suburbios más bajos. Ahí radica todo su parecido y quizás en el tipo de lenguaje algo arcaico que utiliza Miguel en su novela. Si el Lazarillo usaba Usía, Martín usa un amplio abanico, Su Excelentísima, Su muy Egreguísima, Su Exclusivísima, Su Señoría, Su Exquitisísima. El pícaro se ha convertido en la pluma de Miguel Baquero en un personaje cándido y algo lelo y la gente que le rodea hace gala de una picaresca nada sana que lo hunde a cada paso un poco más.
La versión que yo he leído es de unos años después, ya va firmada por su autor y esta ampliada. Con un humor un tanto especial, hace una critica social donde no deja títere con cabeza y te hace esbozar una sonrisa a cada nueva iniciativa cada vez más desacertada de ese niño bien que se ve abocado a tomar decisiones para las que no estaba preparado y que lo llevan al cieno.
La novela esta escrita en primera persona es el propio Martín Alzuera y Velascón quien le cuenta su vida desde la infancia, hasta la actualidad, a cierto personaje bien posicionado,al que conoce desde hace años y el lector desconoce, para que este no siga preguntando a sus conocidos el motivo de su desventura. Utiliza una mezcla de lenguaje arcaico y muy culto que evidencia sus orígenes y su esmerada educación en un colegio de monjes, con el lenguaje un tanto coloquial y en ocasiones incluso burdo de la calle, que es el medio en el que se desenvuelve, y por todo ello pide perdón a la persona a la que dirige la carta.
Con una forma de narrar que engancha Miguel Baquero nos lleva de la mano desde los años del franquismo con todas aquellas prerrogativas que tenían ciertos personajes, y de las que disfruta
Martín hijo del Gobernador en aquellos momentos, se pasea por la época postfranquista en la que desaparecen todos los conocidos de su padre e incluso este se recicla a los tiempos actuales para sobrevivir, hasta llegar a la madurez de una persona que no ha sabido aplicar los conocimientos y los valores que le insuflaron su abuelo, los monjes y su padre.
Martín es un soñador un utópico que quiere llegar a la cima blandiendo cual espada los valores más nobles, aquellos que le transmitieron unos monjes interesados, y en su camino se encuentra con una bandada de pícaros que le hacen ir renegando de tal altos propósitos hasta dedicarse tan solo a sobrevivir en la sociedad de la forma más sencilla posible, sin molestar ni ser molestado.
Miguel Baquero hace gala del más puro humor español para dar un repaso critico a la Iglesia, los sindicatos, los empresarios, la vida laboral y cultural de España, y sobre todo a la educación. Me han hecho gracia muchos fragmentos, resaltare dos que son los que más me han hecho reír.
Aquel en el que por trabajar correctamente es despedido de la obra en la que prestaba sus servicios y se dedica posteriormente a ayudar con sus discursos a un sindicalista que cuando consigue sus objetivos que es encandilar a la audiencia, lo vende al publico del auditorio revelando sus apellidos y le hace correr para salvar el pellejo.
Y aquel otro en el que la virtud de una dama no es digna de ser mancillada y decide cortejar a su enamorada a la antigua usanza, y a fuerza de hacerle regalos anónimos termina en una comisaria, no bien por el acto cometido si no por acoso. Pero aquella cuya virtud intentaba preservar solo buscaba de el que la mancillara y las situaciones que provoca despiertan en el lector una sonrisa de oreja a oreja.
Es más difícil hacer reír que hacer llorar, no todos tenemos el mismo sentido del humor, ni disfrutamos de la misma educación, por ende no todos somos capaces de reírnos con las mismas situaciones, a mi Martín Pijo me ha despertado a partes iguales la compasión y la risa, por cuanto no se le preparó para el futuro, ni en la escuela, ni en su familia, y en las amistades que le rodearon.
Una novela para pasar un buen rato, sin perder de vista ese trasfondo de critica social que en clave de humor realiza con maestría el autor.