La calle y la paloma. Foto: AJR, 2919.
Móvil fugaz: la vida. La miradaque descubre el lugar más apacible,
un minuto después ve la terrible
necedad de su asombro, sin coartada. Un péndulo nos mueve en su infalible
noria de sol y niebla, mientras cada
frontera de la dicha está marcada
por un río de hielo indestructible. El corazón del péndulo, que late
con vibración dispar y esparce olvido
al ritmo apresurado de las horas, revela la verdad de este combate
repetido de noches y de auroras:
la leve brevedad de lo vivido.