Revista Coaching

Vida perra

Por Javier Ribas

Vida perraTengo perro. Bueno específicamente perra.Contra mi voluntad, eso sí. Pero ahí está. Todo fue bien mientras que el animal se movía por el suelo. Su campo de acción se reducía a jugar con todo lo que encontraba cercana a ella. Y, salvo que me despistara y se me cayera algo al suelo, ella no influía en mi vida habitual. Su tamaño intermedio no pasa desapercibido pero tampoco ocupa un espacio excesivo. 
Un dia mi perra, Cora, aprendió a ponerse a dos patas. No es muy ágil en sus movimientos, no hace nada físicamente espectacular. Por eso me sorprendió que fuera capaz de mantenerse y guardar sobre sus dos patas traseras cierto equilibrio. Se ve que es un aprendizaje habitual en los perros.  Lo vi gracioso. 
Con esto, consiguió aumentar su radio de acción. Ahora era capaz de asomarse y alcanzar la tabla de la mesa de la cocina, las mesas del despacho, las encimeras de la cocina, los rollos de papel higiénico, los cajones de la cómoda y un sinfín de sitios más que hasta ahora eran inimaginables para ella. Por supuestoesto cambió su punto de vista y su acción sobre lo que le rodeaba. Así que todo lo que nosotros poníamos por allí encima, ella lo consideraba como suyo. De ahí que se comiera bolígrafos, libretas, papel, longanizas, jamón, queso, cajas de cartón, o que de vez en cuando vomitara plásticos, piedras, trozos de bolsas, paquetes y utensilios de todas las formas y colores. 
Por tanto - a consecuencia de ello- yo no tuve más remedio que controlar lo que me dejaba encima de los muebles y quitar de su sitio todo lo que pudiera estar a su alcance. Pero claro, entonces y durante un tiempo, las cosas dejaron de estar en su desordenada ubicación habitual. Empecé a no encontrar nada porque nada estaba en el lugar de siempre.
Harto de perder el tiempo en largas búsquedas decidí que tenía que poner un poco de orden y pensar y ubicar cada cosa en un sitio nuevo. Y ya que estaba, lo hice intentando tener las cosas lo más a mano posible. Llegué a un orden nuevo. Me sorprendió porque nunca lo había tenido que hacer hasta entonces. 
Por culpa del cambio de punto de vista de mi perra, Cora, me he hecho bastante más ordenado. Podía haberla tirado a la calle pero preferí reorganizarme. Su salida de la zona habitual me empujó a mí a otro sitio, también bueno. Y ella no va a renunciar a esta nueva situación, a sus nuevos valores.
Cuando haces un cambio en tu vida vas a influir en el entorno, quieras o no. Todo lo que te rodea va a cambiar.Mi perra nunca va a dejar de husmear por las alturas – esté en mi casa o no – porque ha encontrado una afición que le satisface. Yo no podré abandonar este hábito del orden nuevo porque me ha empujado a hacer las cosas mejor.

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