Conciliar los entornos personal, laboral y familiar ha sido un duro aprendizaje para muchas personas que, antes de la cuarentena, tenían muy delimitados sus espacios en relación con sus usos.
Una encuesta de la ANDI a cerca de 8.000 trabajadores del sector formal de la economía, con una amplia mayoría con paso por la Universidad y quienes residen con miembros de su familia, arrojó unos resultados que vale la pena analizar.
El 86,7% de estas personas trabaja en la casa (antes de la pandemia, solo el 52,3%). El 57,5% admite pasar más de ocho horas al día trabajando. Anteriormente, el 41% no dedicaba tiempo al trabajo desde casa, esto implica que hay un gran porcentaje que tuvo que adaptarse drásticamente al trabajo remoto.
Preocupa que al revisar las labores domésticas aún se continúa sobrecargando a las mujeres. Durante el aislamiento, sin embargo, se presenta un aumento en la realización de estas actividades para ambos géneros, pero se evidencia una brecha mayor en tanto que pasó de 74,8% en los hombres y 75,4% de las mujeres antes de la cuarentena a 89,9% de los hombres y 94,6% de las mujeres durante el aislamiento preventivo. Aquí hay un desafío grande por cambiar en la cultura de los colombianos.
En cuanto a la formación, los hombres realizan más actividades para formación y aprendizaje comparativamente con las mujeres. Antes del aislamiento, un 71,9% de los hombres y un 65,6% de las mujeres realizaban estas actividades. En la actualidad un 73,9% de los hombres realiza esta actividad, mientras que en las mujeres el porcentaje permanece igual.
Y otra dimensión significativa es la económica. Durante la emergencia, el 32% vio disminuidos sus ingresos y 46% admitió un aumento en sus gastos personales. Ante esta situación, el 17% ha generado otras fuentes de ingreso, muchas de ellas relacionadas con productos alimenticios y de limpieza.
Así las cosas, la cuarentena deja en balance que hay urgencia por adaptarse a las nuevas condiciones, pero unos retos en cuanto a redistribución de las tareas. Los roles personal, familiar y laboral seguirán en coexistencia pero con el desafío de entrar en equilibrio.
Nota: Columna publicada originalmente en Vanguardia el 17 de septiembre de 2020. Puede escuchar la versión ampliada y comentada en el siguiente reproductor de mi podcast: