Revista Opinión
The Drakensberg Boys Choir - Shosholoza, South Africa
La belleza y vitalidad que irradian no necesita de ningún comentario ni descripción para penetrar hasta el centro del alma. En África está el latido del mundo. Mientras Somalia y otros países ignorados por los medios de comunicación se mueren de hambre, nosotros en Europa nos angustiamos cada día con las oscilaciones de la bolsa o de la prima de riesgo de nuestras deudas soberanas. Y, al mismo tiempo, estamos tristes y aburridos, carecemos de ritmo, y basamos nuestra vitalidad en el consumo de cosas inútiles. Necesitamos empobrecer a países y continentes enteros para sostener nuestra estupidez destructiva. Nos refugiamos en las opciones más conservadoras del poder y del dinero en busca de una seguridad de la que jamás tendremos certeza. Hay quien dispara contra la gente siguiendo "una creencia". Otras atrocidades son menos notorias o se perpetran en lujosos despachos. Basta con mirar para ver que somos muy desgraciados. Quizás nos estamos olvidando de lo que realmente somos, de que estamos hechos de ritmo, que somos vida. El 'Drakensberg Boys Choir es una lección de humanidad, de felicidad, que debería ser lo mismo, y no lo es...