Los amplios y complejos tentáculos con los que el golpismo separatista había acaparado las instituciones públicas catalanas fueron elaborados, entre otros, por diez jueces dirigidos por Santiago Vidal, suspendido hace casi tres años por el CGPJ por esa causa, pero que podrá volver a juzgar a cualquier español que caiga bajo su jurisdicción la próxima primavera.
El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) fue incapaz de sancionar con la expulsión definitiva de la carrera a este juez por el cuarto turno –designación digital sin aprobar la oposición— porque estaba protegido por la asociación progresista Juezas y Jueces para la Democracia, de la que fue portavoz.
Descendiente de notables franquistas lava ese pasado negando que Cataluña los tuviera, y acusa a la democracia actual, moderna y comparable a las mejores, de ser franquista.
Tras su expulsión temporal de la judicatura Esquerra Republicana (ERC) lo nombró senador aprovechando las elecciones de 2015, cargo que abandonó el pasado enero tras haber voceado parte del complot para separar Cataluña de España.
Su afición a hablar contando sus hazañas redactando la Constitución de su República fue una mina inagotable para la policía, la guardia civil y el CNI, que tiraron de múltiples hilos que su fatuidad iba dejando.
Este tipo de facundos resultan muchas veces mejores informantes que los que puedan fichar los espías profesionales; hasta podría pensarse que este juez es un magnífico agente secreto del CNI.
Ahora se ha descubierto que cobraba de una fundación independentista 3.000 euros mensuales en espera de su vuelta a la judicatura, y la pregunta que debemos hacernos es que cómo puede volver a juzgar cualquier tipo de delitos alguien tan señalado políticamente.
Y, ¿dónde están colocados, aparte de Pi-Sunyer, exvicepresidente del Tribunal Constitucional, los otros ocho jueces colaboradores?
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SALAS
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EN EL CENTRO, LA FIRMA DEL ABUELO DEL JUEZ SEPARATISTA SANTI VIDAL
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