Una de las preguntas que debería hacerse quien todavía es capaz de pararse en el camino es si, durante al menos un día, ha hecho más libre a alguien. Si por un momento esta persona no ha mirado por los resultados, ha dejado de proyectarse en las cosas, incluso si ha doblado el telón para dejar a los espectadores vacíos, quizá pueda seguir haciendo camino, y hasta servir de ejemplo para otros encadenados. Aunque camuflada bajo alguna etiqueta bien considerada, esta persona siempre podrá decir que, al menos durante un día, vivió las horas sin que el tiempo pasara por ellas, creó palabra cuando había solo ruido, soñó como sueñan las nubes cuando todos duermen.
Jesús Quintero: "Señor Gala, ¿qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida?"
Antonio Gala: "En principio yo le diría: irse a una playa. Pero en el fondo, de verdad, tengo que decirle que salir de esta especie de laberinto en que nos han metido, una vida que no es la nuestra y que no es la mandada. Que es una organización que necesita esclavos para seguir manteniendo la organización que necesita esclavos, y así hasta el final. Salirse de esta cadena terrible, desencadenarse. A riesgo de la soledad, a riesgo de la falta de comprensión, pero irse un poco al campo, en el mejor de los sentidos. Salir de esa extraña y monótona esclavitud de cada día. Darle a cada día su propio afán, pero también su propia sonrisa, su propio gozo, su propio color, su propia aroma. Eso es la inteligencia. Porque una inteligencia que no nos ayude a vivir, no la quiero. No me sirve para nada. No creo que le sirva para nada a nadie."