El otro día volví a videar Alien no por el tema este de Prometheus, que no he videado por no juzgarlo necesario, sino porque era la oportunidad de hacerlo en pantalla grande. Así, por primera vez (e imagino que única vez) he videado por fin esta obra tal y como hay que hacerlo (algo que tiene R. Scott es que sólo sus películas sólo se pueden videar en pantalla grande).
Lo primero que me vino a la cabeza por ese principio tan deudor de Star Wars es que la película de R. Scott ha aguantado el paso del tiempo excepcionalmente bien, no como la de Lucas. Sólo los detalles del atrezzo denuncian que es una peli entrada en la treintena (esa tecnología más maquinal que electrónica, más grande que pequeña y más mágica-oracular que herramienta). Por lo demás podía estar hecha ayer. Todo lo contrario de la nefanda saga de los Skywalker a la que al final la mirada al pasado y la apuesta por el infantilismo la han pasado una factura muy cara por lo que sólo pasará a los anales por el tremendo impacto que tuvo en Hollywood. Generalmente los productos más contundentes de su época se diluyen como azucarillos en cuanto esta pasa. Así, Alien, que por su apuesta adulta y seria está en las antípodas de Star Wars, lo cual subraya la valentía de hacer algo así cuando el paradigma y la moda eran hacer aventurillas espaciales para la familia, ha aguantado el tiempo fenomenalmente bien.
Quizás lo más curioso de Alien sea que no se nota que es de R. Scott. Pocos planos hay en los que el estilo que le ha dado a este una reputación por encima de sus logros se manifiesta. Seguramente esto fue porque era su 2º peli. Por un lado ya se había quedado a gusto demostrando su esteticismo en su opera prima Los duelistas, un proyecto personal margnífico, con mucho su mejor película, lástima para todos que fuese la primera, basada en una de las novelas breves de Conrad, de quien tomaría en esta ocasión, de otra de sus novelas, el nombre de Nostromo y las frases iniciales de la película, y por el otro por fin estaba en Hollywood, no había que joderla. Después de esta película dejó de estar al servicio de los films que dirigía y así Blade runner es el último film de R. Scott. Una muerte demasiado temprana para un tipo con un talento visual sobresaliente. En fin, que sorprende la sobria y eficiente dirección de R. Scott, más propia de un maestro artesano que de un estiticista, mucho más cuando se nota que en todo momento tuvo en mente lo que hizo Kubrick en la fascinante 2001, (el monolito es el huevo). El ritmo me parece algo lento y creo que tarda en arrancar, aunque puede que esto lo digo porque es el 4º videado, creo que Alien pedía más intensidad pues, después de todo, es una variación de un tema tradicional muy simple, 90 minutos hubieran estado mejor que casi 120. No obstante, hay que reconocer que R. Scott hizo un trabajo de estilo clásico notable administrando muy bien al bicho y resolviendo perfectamente todos los episodios de la peli, desde ese lírico comienzo hasta ese final liberador, lo mejor de la película al mostrar que el alien no es malo, sólo, al igual que Ripley, quiere vivir.
El guión también es bueno, no en vano es de O´Bannon, un tipo con bastante talento y una fina ironía que no ha podido dar todo lo que tenía dentro. Está inspirado en dos films de serie B, la infumable The thing from another world y la maravillosa Terror en el espacio, y tiene cosas de otras pelis y relatos tomadas conscientemente e inconscientemente como siempre pasa, pero esto no es lo relevante pues Alien no es más que otra variación del cuento tradicional de Terror. Así pues, el mérito de O´Bannon reside en saber contar una versión de una historia arquetípica apropiada a su tiempo de forma magistral. Con todo igual que con R. Scott se echa de menos, en el 4º videado, un desarrollo mayor de los personajes. Salvo el C3PO y el R2D2 de la peli, la pareja de mecánicos Parker y Brett, los demás personajes no son más que elementos narrativos, troyano, intrépido jefe, damisela, superviviente y traidor. Se podría sacar de ahí al último ya que es una variación fresca y notable y, por ello, el elemento que, junto al alien y la virgo, se convirtieron en canon. Al menos hubiera sido necesario darle más tiempo a Ripley para explicar su protagonismo (y su temerario amor por el gato). También hubiera sido de agradecer no incluir elementos holibudienses como que se nos diga que son necesarios 10 minutos para que la nave de salvamento esté a una distancia segura de la explosión del Nostromo y luego basten 10 segundos para alejarse o como el epílogo. Es evidente que si la peli sigue es porque el monstruo no ha muerto. Así, pienso que se podría haber hecho de una forma menos ruda el ensamblaje entre las dos partes del film. Con todo, O´Bannon tiene el mérito de haber creado el otro gran monstruo del siglo XX, el uno es el zombi romeriano. Genial su indestructibilidad y la sustitución de la maldad por el instinto de supervivencia, la clave de su fortuna. La otra gran aportación de O´Bannon al Pop fue el colocar al hombre como la víctima porque así permitió la creación de la heroína de acción, si bien al coste de convertirla en una Diana: una doncella que defiende violentamente su virginidad al ser esta su esencia de modo que, como ya vieron los antiguos griegos, es como un hombre. Con ello quitó toda posibilidad de romanticismo jolibudiense a la saga sin alterar la feminidad de Ripley (ahí está el erotismo del epílogo) haciéndola deseable al modo de la amazona. Así pues, O´Bannon, aunque no hizo un trabajo redondo, resolvió tan bien el reto que renovó el Terror igualando los sexos (a costa de asexuarlo; quizás no sea posible eso de otro modo y nos estemos equivocando) y aportando un nuevo personaje al Pop contemporáneo, Diana la diosa cazadora protectora de los animales. Por esto último es un grave error el toque melodrámatico que el nefando Cameron dio al personaje en la continuación. Haciendo madre a la protagonista (cosa que no encaja mucho con la juventud de Weaver y el trabajo de Ripley) Cameron demostró su estupidez pues no entendió la película y obligó a la historia a hacer piruetas innecesarias para recolocar las cosas en su sitio. Sólo un tipo tan burdo y simple como Cameron se le podía ocurrir que era necesario dar una explicación trágica a la motivación de Ripley por proteger a la niña. Como si eso de otro modo, para alguien que arriesgó su vida por un gato, no fuese posible.
El último elemento que ha contribuido a la "eterna juventud" de Alien son las buenas interpretaciones. I. Holm, el androide, hace un trabajo brillantísimo tan sutil que sólo se puede apreciar a partir del 2º videado. S. Weaver está bien pues supo combinar acertadamente la dureza con la fragilidad y la feminidad, características que fue perdiendo con la evolución de la franquicia hasta ser una virago. Los demás, exceptuando T. Skerrit (siempre había pensado que era K. Kristofferson), el capitán, sobrepasado por las exigencias de su papel, están muy sólidos y acertados dando la verosimulitud necesaria, ya servida por la discreta dirección, la verosimilitud del decorado, como la criatura, y un guión bastante realista, para que Alien sea sublime en su acepción burkiana, cosa que provoca un terror placentero. El elemento por el que esta película es ya un clásico tanto del Terror como de la Ciencia Ficción.
Así pues, Alien sin duda sigue siendo una gran película (otra joya que hace de los 70 del siglo XX la mejor década que ha tenido el Cine) de Ciencia Ficción y Terror, lo que demuestra lo vacuos que son los efectos infográficos. Los fallos mencionados, subjetivos por otra parte, no importan pues lo perfecto no es humano. No podía ser de otra forma para que una película sobre la reproducción, la película surge tanto del concepto de maternidad como del de la obligación de todo miembro de una especie de perpetuarla (por otro lado el sexo y la muerte, Eros y Thanatos, son los padres del Terror), esté entre las favoritas del público masculino.