Revista Opinión
Jorge Videla, en primer plano, junto al general Luciano Benjamín, ambos condenados a cadena perpetua. AFP.
Dieciséis años después de que el peronista neoliberal, Carlos Menem, ex presidente argentino, indultara a Jorge Rafael Videla, la Corte Suprema declaraba la inconstitucionalidad de esta amnistía. Cuatro años más tarde, le ha condenado, a cadena perpetua. Igualmente, los principales cabecillas de la dictadura que hicieron desaparecer 30.000 personas, fueron condenados en el proceso más importante en el último cuarto de siglo. El dictador ha sido juzgado por delitos de lesa humanidad junto al ex general Luciano Benjamín Menéndez –otro de los máximos responsables del terrorismo de Estado que aplicó el régimen durante la dictadura (1976-1983)– y otros 28 ex militares y policías. Con esta sentencia, ya son cerca de 150 los militares y policías represores condenados este año en juicios civiles desde que se anularon las leyes de perdón.
En el juicio, Videla, general de 85 años que encabezó el golpe de Estado, junto con los ex militares ya fallecidos, Eduardo Emilio Massera y Orlando Agosti, pronunció un alegato en el que se permitió calificar el plan de exterminio liderado por él, como “una guerra antisubversiva”, Y se declaró “preso político”, víctima del “terrorismo judicial”, asegurando que la “guerra interna” de aquellos años prevaleció en el “ámbito político”. Según dijo, haciendo referencia al Gobierno de Cristina Fernández, “los enemigos de ayer están hoy en el poder”, un poder declarado por él como “régimen marxista”. Esa fue su excusa para permitir un régimen de terror en aquellas noches argentinas por parte de las fuerzas encargadas de secuestrar y torturar a los opositores políticos, permitiendo los vuelos de la muerte en los que los militares hicieron desaparecer los cuerpos de sus víctimas en el Río de la Plata.
“Los desaparecidos son eso, desaparecidos –declaraba Videla en 1977–; no están ni vivos ni muertos; están desaparecidos”. Nunca se arrepintió de aquellos años, aunque sí ha reconocido que hubo “crueldad” durante el régimen. Sólo la decisión de un magistrado de anular el indulto del que se había beneficiado, ratificada después por la Corte Suprema de Justicia, abrió en 2010 el camino para que pudiera ser juzgado de nuevo por crímenes que no prescriben: los delitos de lesa humanidad.
Tanto Videla, como Menéndez, ex jefe del Tercer Cuerpo del Ejército, igualmente condenado a perpetuidad en el mismo juicio, tienen todavía algunos procesos pendientes en su contra (como el juicio por homicidio en Santiago del Estero, precedido de secuestro y tortura) que proseguirán en los próximos meses. Encarcelado, desde 2008, en una cárcel común, terminarán sus días en una prisión bonaerense por haber escrito de su puño y letra uno de los capítulos más sangrientos y atroces de la historia argentina. Videla comparte su vida con otros genocidas como Ernesto Barreiro (jefe del campo de concentración La Perla que reportaba directamente a Luciano Menéndez), Héctor Vergés (jefe de secuestros, traslados y exterminio de La Perla), Enrique José Del Pino (que comenzó su carrera criminal en el Operativo Independencia con Acdel Vilas), Jorge Enrique Olivera Rovere (jefe del campo de concentración de Campo de Mayo), Eduardo Cabanillas (jefe del campo de concentración Orletti), Jorge Fariña (miembro del Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario), Osvaldo García (ex jefe de la Escuela de Infantería de Campo de Mayo), Alfredo Feito (miembro del batallón 601 de Inteligencia, con participación en los campos de concentración El Banco y El Olimpo) o Enrique Mones Ruiz (otro de los jefes de La Perla).
Recomendamos leer en el blog de Antonio Tello la página que hace referencia a este texto, titulada: “Cadena perpetua para los genocidas argentinos”.
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