En los años 80 con el auge de la cirugía estética la tendencia era “estirarse” a través de lifting quirúrgicos. Los pacientes no tenían arrugas pero las caras no eran naturales. La cirugía era “visible” en los pacientes operados y era típica la llamada “cara de velocidad”.
A finales de los 90 apareció el boom de los rellenos y el concepto de “voluminización”, muy “promocionado” por la industria de los productos inyectables. Había que compensar a toda costa la pérdida de volumen que se producía en la cara debido a los cambios en la grasa y huesos faciales, y la gente empezó a “hincharse” de forma excesiva. Algunos rellenos afortunadamente eran temporales pero otros eran permanentes, con lo que se produjeron muchos desastres permanentes. Y en mi opinión incluso muchos rellenos temporales acaban envejeciendo mal si son inyectados en exceso.
El futuro es la discreción en los resultados y el objetivo es mejorar la calidad de la piel y revitalizarla. Una piel lisa, sin manchas, sin venitas, sin cicatrices, es un signo de salud. Cuando un paciente viene a nuestra consulta para prevenir el envejecimiento facial siempre damos prioridad a mejorar su calidad de la piel y revitalizarla a través de un plan cosmético unido a técnicas para eliminar estas imperfecciones cutáneas y que inducen la formación del colágeno del propio paciente. El uso de rellenos es un complemento más para conseguir un resultado más harmónico pero no debe ser el protagonista.
Los rellenos tienen mala fama porque, como he dicho anteriormente, impresionan los resultados grotescos y excesivos que vemos continuamente en determinadas personas. Pero usados con prudencia y con la técnica adecuada proporcionan resultados discretos y elegantes.
En mi opinión la culpa de la mala prensa de los rellenos la tienen los tratamientos demasiado agresivos que se han realizado usando dosis excesivamente altas de estos productos y dejando como consecuencia caras de aspecto “grotesco” que curiosamente se van pareciendo con los años entre sí.
¿Cómo debemos usar los rellenos? Lo primero que debemos hacer es diagnosticar la zona a tratar. Si vemos la piel de un niño todo es luz, su piel es convexa. Sin embargo, con los años empieza a “hundirse” determinadas zonas alrededor de los ojos o de la boca, apareciendo “sombras” que nos dan aspecto de cansado. Estas sombras se deben a los cambios que existen en la grasa y en los huesos de la cara, y esos cambios pueden compensarse con el uso prudente de rellenos.
El relleno ideal para pacientes jóvenes, entre 30 y 50 años es el ácido hialurónico. Es temporal, se encuentra en nuestro organismo y los resultados son naturales.
Cuando lo que queremos no es rellenar sino tensar, tenemos que usar los llamados "inductores de colágeno" como la hidroxiapatita cálcica (Radiesse) o el ácido poliláctico (Sculpra). Yo sólo uso ácido hialurónico e hidroxiapatita cálcica.
En pacientes jóvenes me gusta más el hialurónico. No todos los ácidos hialurónicos son iguales. En el mercado hay más de 50. Es fundamental usar los de las marcas que tienen estudios de eficacia y seguridad. Las reacciones a los hialurónicos no se producen por el ácido en si sino por las proteínas que acompañan al ácido hialurónico para estabilizarlo.
El ácido hialurónico tiene una ventaja muy interesante: tiene un antídoto. Existe una sustancia, la HIALURONIDASA, que si la inyectas en una zona donde se ha implantado ácido hialurónico, lo elimina inmediatamente. Esto es muy interesante cuando se ha inyectado mucho volumen de ácido hialurónico para poder eliminarlo de forma rápida y segura.
En mi opinión el uso de rellenos temporales debe ser manejado con mucha prudencia ya que aunque sean temporales algo de relleno permanece a lo largo de los años. Una piel que ha sido “demasiado infiltrada” no envejece igual. Se convierte en una piel más fibrosa, menos elástica. Por ello el mensaje es que los rellenos que se usen deben ser temporales y en muy poca cantidad.
Por otro lado es importante tener en cuenta el llamado triángulo de la juventud. La cara de las personas jóvenes tiene forma de triángulo con la base hacia arriba. Con la edad el triángulo se va invirtiendo y la base se localiza en la parte inferior de la cara, es decir, la cara se nos hace más ancha y menos ovalada. Estos cambios hay que tenerlos en cuenta porque si inyectamos rellenos en el tercio inferior de la cara ¡estamos invirtiendo todavía más el triángulo de la juventud! Esta es una de las razones por las que se ven esas caras “anchas” y desproporcionadas en personas que se inyectan demasiados rellenos.
En resumen, los rellenos son una gran herramienta antiedad pero solo si se usan con prudencia, con un gran conocimiento de la anatomía de la cara por parte del médico inyector y en combinación con otras técnicas complementarias.
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