¡Internet matará al libro!, gritaban los apocalípticos. Pero los libros siguen ahí. ¡Internet matará a la TV!, siguieron diciendo pero la tele se mantiene firme junto al pueblo, como Crónica. Y mientras la cuestión se dirimía en esos términos, los videoclubes fueron desapareciendo. Lenta e inexorablemente cerraron y hoy queda unos pocos de aquella multitud de los ’90. Fueron, como otros emprendimientos, salidas desesperadas de la crisis… igual que el taxi, la cancha de paddle y el parripollo. Todos rubros en extinción, vale decir, pero el videoclub tuvo siempre ese queseyo que lo hizo mucho más entrañable que sus compañeros comerciales de batalla. ¿Quién no soñó con tener su propio videoclub?
Aún quedan algunos, y en mi zona (San Telmo) parece haber una suerte de bastión de resistencia para estos negocios. Pero no deja de ser cierto que los videos son una especie en extinción, comos los VHS mismos (que ya están en su prolongado velorio). ¿Qué mató al videoclub? Sin dudas, la desaparición del video y la llegada del DVD con sus versiones piratas mucho tienen que ver con esto.
Internet llegó con sus sitios de descarga, y sí, me hago cargo que poco tiempo atrás hablé con gran admiración sobre Pirate Bay. La gente descubrió que era más fácil comprar por 5 pé el estreno y verla en cualquier momento, o descargarla de Internet por el módico precio de… nada. Luego eliminar o coleccionar era elección de cada uno. Los videoclubes, algunos al menos, se sumaron a la ola pirata y, para hacerle frente a la mala racha económica, a veces agregaban versiones truchas en sus catálogos.
Mientras el precio de las copias iba bajando, hasta ser virtualmente gratuito (sin contar el necesario, aunque multi utilitario servicio de Internet),el precio de los alquileres aumentaba. Hasta los más fanáticos del videoclub le fueron siendo infieles y de a poco la rutina de bucear en las góndolas de pelis fue suplantada por los buscadores de trackers, los blogs de cine en descarga, Mininova (que en paz descanse) o Taringa. Se vino la noche.
Hace unos días se empezó a correr la bola de que en seis meses no existirán más videoclubes en la Argentina, y aunque el pronóstico parezca un poco exagerado, lo cierto es que el titán Blockbuster está quebrado. La guerrilla virtual mató al McDonnalds de los videos sobrepreciados, pero lamentablemente en la batalla, los clubes de barrio fueron daños colaterales.
Cuando Blockbuster llegó en 1995 a Argentina, los videoclubes se las tuvieron que arreglar. Muchos cayeron y otros se mantienen en los barrios más tradicionales, con un público cautivo que cada vez encuentra nuevos recovecos de huída. Hoy Blockbuster cuenta con una deuda de $1.000.000.000 y los ejecutivos apuntan, sobre todo, al P2P, iTunes y YouTube. Al día de hoy, Blockbuster cerró sus sucursales, según indica la Wikipedia, de Perú, Ecuador, España y El Salvador.
El 26 de agosto de 2010, los medios de comunicación informaron de que Blockbuster estaba pensando en la presentación de declararse en Capítulo 11 de bancarrota a mediados de septiembre. A la luz de esta noticia, la compañía del director financiero (CFO), Tom Casey, renunció el 11 de septiembre. Fue sustituido por Dennis McGill, ex director financiero de Sistemas Kleen, Inc.
El 22 de septiembre de 2010, una fuente cercana a Blockbuster anunció que iba a presentarse para el Capítulo 11 en pocos días. Se está llevando a unos US $ 900 millones en deuda. La petición de quiebra previsto se espera que anuncie un préstamo de $ 125 millones en el fin de reorganizar la empresa y competir mejor con sus rivales.
Blockbuster Canada opera de manera independiente con 443 tiendas en Canadá y se ha mantenido la estabilidad financiera. Blockbuster Reino Unido, Australia y Chile también son una entidad separada y no se verán afectados. En Argentina se espera informacion sobre su permanencia.
En términos locales, más barriales, digamos, se pueden seguir las novedades del mundo de los videoclubes argentinos en la página de la Cámara Argentina de Videoclubes.
Quizás queden pocos. Probablemente en unos años ya sean algo de culto hasta que lentamente desaparezcan por completo. Pero, en el interín, podemos recordarlos con una película que, siempre que puedo recomiendo, y en este casi se aplica perfectamente ya que la definiría como “una película de amor al VHS”. Be kind Rewind, señoras y señores. Porque sólo existe una cosa mejor que el cine de los ochenta… el cine suecado de los ochenta.
Que la Fuerza los acompañe!
=Malena=