Un paseo por el
peculiar barrio de Landstrasse y la visita a la iglesia de Karlskirche nos
mostrarán dos conceptos antagónicos del arte y la belleza.
Pasear hoy en día por la vieja ciudad imperial, visitar no
tan solo sus clásicos museos sino también otros que apuestan firmemente por
opciones artísticas más rompedoras; observar como su abundante arquitectura
barroca se entrelaza con la contemporánea y disfrutar del despertar de sus
calles, sobre todo cuando cae la noche, nos hace pensar que Viena se ha
reinventado.
Si existe un lugar representativo de esta renovación
arquitectónica, más allá del trazado de las antiguas murallas de la ciudad, ese
es el distrito y barrio de Landstrasse, al sur del casco antiguo y donde
históricamente ha vivido la clase obrera. Prepárate para apreciar una nueva
perspectiva de Viena. Para este paseo, que os sugiero sea a pie, comenzaremos
en la intersección de las calles Löwengasse y Kegelgasse, más en concreto entre
los números 34-38 de esta última. Para llegar podéis tomar la línea 1 del
tranvía, parada Hetzgasse.
Hundertwasserhaus es un edificio singular y colorista,
obra de Friedensreich Hundertwasser, que más bien parece haberse copiado del
dibujo de cualquier niño de primaria. El artista, a la vez escultor, arquitecto
y pintor, ha plasmado la creatividad en todo el conjunto: los suelos nos son
rectos, apreciaremos como de dentro de las ventanas aparecen árboles, no
existen líneas rectas y, en todo el exterior, nos asombraremos con el colorido
y formas fantasiosas. Lamentablemente solo podemos admirar su fachada dado que
se trata de un edificio habitado de viviendas sociales, construido entre 1.983
y 1.986.
En su pequeña plaza, generalmente abarrotada de turistas,
si podemos visitar un pequeñito centro comercial decorado con el mismo estilo:
el Hundertwasser Village.
También podemos visitar, en Untere Weissgerberstrasse núm.
13, el Museo dedicado al artista. El edificio, de la misma singularidad que los
anteriores, está compuesto por azulejos, cristal, madera, metal y, por supuesto
ladrillos. Mantiene una colección permanente y, en otras dos plantas, las
temporales. Los comienzos del artista parece que no fueron fáciles; no me
extraña, al igual que te pueda ocurrir a ti. Lo que no me cabe ninguna duda es
que, primero, para juzgar hay que conocer y Landstrasse se merece una visita.
Karlskirche: la iglesia dedicada a
San Carlos Borromeo.
La belleza del
clasicismo barroco de Karlskirche es un contrapunto perfecto al arte del
Landstrasse.
En la parte sur de Karlsplatz, a muy pocos metros de los
límites del Ringstrasse, se erige esta maravillosa iglesia de estilo barroco en
la que, desde el exterior, destaca su enorme cúpula flanqueada por dos columnas
decoradas con unos preciosos relieves, inspiradas en las columnas de Trajano.
Mandada construir por Carlos VI, en 1.716, fue diseñada por Johann Fischer y, a
su muerte, terminada por su hijo Joseph Fischer en 1.723. Observando su fachada
central bien podríamos decir que estamos ante un templo griego.
Sin embargo, nada más traspasar su umbral, nos asombrarán
los bellos frescos pintados en los 1.256 m2 de su cúpula, por Johann MichaelRottmayr. No te extrañe observar como una inmensa torre metálica, de 32,5 metros de altura,
se instala en su interior. Toma su ascensor y elévate hasta su cúpula para
poder observar con minuciosidad, al alcance de la palma de tu mano, cualquier
tipo de detalle de sus frescos que vienen a representar escenas de la vida de
San Carlos Borromeo. Te puedo decir que es ¡impresionante!.
Por hoy dejamos esta bella ciudad, aún cuando nos queden
muchos más capítulos para realizar más paradas, para describirla, para
descubrirla y para seguir apasionándonos con ella; eso sí, no sin antes
desearos, como siempre, ¡Salud, ciudadanos viajeros!.