Vienne, el hogar de Futuroscope.
Había estado y no lo sabía, así que volví. ¿Dónde? A la Vienne. Hace muchos años, en un viaje a París en autocar paramos en Futuroscope. Pasamos un día entre pantallas, atracciones y películas en 3D. No lo recuerdo como algo memorable; mi objetivo era ver, por segunda vez, la capital de Francia. Este año, he vuelto. Y con más consciencia. Con ganas de descubrir el parque de atracciones y lo que hay alrededor de él: la ciudad de Poitiers y el departamento de La Vienne. Tendré que regresar. Una vez más.
Vienne, numero 86
A lo mejor no suena mucho, o se confunde en un primer momento con la capital austriaca, pero todo el mundo ha oído hablar de este departamento francés. Al menos de alguno de sus lugares. Es el número 86 de los 101 départaments del país y se ubica entre Burdeos y el valle del Loira, dos de las zonas más turísticas de Francia. Tal vez ese sea el motivo de su perfil más bajo. Pero hay dos nombres que suenan fuerte: Poitiers y, sobre todo, Futuroscope. No deben eclipsarnos. Son sus señas de identidad pero hay más. La Vienne ha estado habitada desde siempre así que encontramos huellas prehistóricas que pertenecen al pasado, arte románico, monumentos Patrimonio de la Humanidad, a una mujer tan famosa como Juana de Arco y, también, lo más moderno e innovador, representado, cómo no, por el parque de atracciones Futuroscope.
Notre Dame, Poitiers
La capital: Poitiers.
La ciudad de Poitiers, con unos 90.000 habitantes, se levanta a orillas del río Le Clain. Este río pasa por el centro de la ciudad y rodea su parte histórica con una C invertida. Dentro de ella se agrupan la mayor parte de los monumentos de la ciudad, resguardados por calles peatonales.
Su oficina de turismo se ubica en la plaza Charles de Gaulle, en un edificio tradicional de tres plantas y con entramados de madera, el punto de inicio de cualquier paseo por el centro. Los mapas de la oficina de turismo marcan cuatro recorridos diferentes por Poitiers, cada uno representado por un color: el barrio episcopal de azul; el color amarillo está reservado para el barrio Montierneuf; el rojo pasa por San Hilario y si queremos tener una visión más moderna de Poitiers y descubrir los edificios construidos desde el siglo XIX hasta nuestros tiempos, no tenemos más que seguir el color morado. Cada itinerario se recorre en una hora y media o dos así que, en un día de visita intensiva, habremos descubierto los principales monumentos de Poitiers.
Edificios como la iglesia de Notre Dame La Grand, en la plaza de Charles de Gaulle, un ejemplo maravilloso del arte románico. Su fachada está llena de esculturas, tantas que se necesita muchísimo tiempo para apreciar los detalles. Narran escenas del Antiguo Testamento, ya que en la época en la que se construye, en la Edad Media, gran parte de la población era analfabeta por lo que las pinturas y las esculturas se utilizaban para transmitir mensajes. En los meses más concurridos, cuando hay más turistas, la portada se ilumina de tal manera que recrea, con luz, la policromía de los viejos tiempos.
Los edificios que hay por la plaza también son magníficos. De piedra, estrechos, con entramados de madera… junto a la plaza se levanta otra de las construcciones más bellos de la ciudad: el Palacio de Comptes de Poitiers, el palacio de Justicia, un impresionante edificio gótico visitable tanto por fuera como por dentro. En el interior destaca la sala de los Pasos Perdidos, construida en el siglo XIII. Y, en la parte de atrás, en un pequeño jardín, encontramos la figura de Juana de Arco. ¿Quién fue esta mujer y qué tiene que ver con Poitiers?
Juana de Arco es la heroína francesa por excelencia. Una mujer, militar y santa, que vivió en el siglo XV. Con 17 años, tuvo unas visiones en las que, según cuenta la tradición cristiana, se le encomendó proteger el reino de Francia. Luchó contra los ingleses, vestida de hombre, ganó varias batallas pero –de desagradecidos está el mundo lleno-, poco después sobrevino su desgracia. Fue entregada a los ingleses, acusada de herejía y condenada a morir en la hoguera. Parte del proceso, se celebró en esta ciudad. Una escena de la película “Juana de Arco” de Luc Besson se rodó en la ciudad.
Juana de Arco
Dejamos a Juana de Arco en el Palacio de Comptes para cambiar de zona. Y llegamos a L’Hotel de Ville por la Rue de Grandes Ecoles, la calle de las Grandes Escuelas. Para quien no esté familiarizado con el francés, Hotel de Ville quiere decir ayuntamiento, nada que ver con un hotel. Su sede es una construcción neo-renacentista, del siglo XIX y, en su interior, el vestíbulo, la gran escalera y los salones nos muestran la grandeza de sus alcaldes. Está situado en Maréchal Leclerc, una plaza que ha existido desde siempre. Ya aparece nombrada en el siglo XI. Se llamó Marchë Viei, después Palacio Royal y más tarde Plaza de Armas. Es un espacio vivo, con unas tumbonas grandes, de colores, siempre ocupadas por estudiantes. Lógico, estamos en una ciudad universitaria.
Otro de los edificios civiles que merece una visita se encuentra a pocos metros. Cogemos la calle Victor Hugo y llegamos a la Prefectura, sede del gobierno de la provincia, el lugar donde vive el representante del estado. No es un edificio demasiado antiguo, del siglo XIX. Cuando se construyó en aquel momento, el estado francés vivía un momento glorioso, algo que nos transmite sus espléndidos salones.
Más modernos aún son el TAP, el teatro auditorio y el viaducto de Léon Blum. Las dos construcciones fueron levantadas en el siglo XXI. Le dan un aire contemporáneo a la ciudad pero, a la vez, conviven en armonía con el resto. El Auditorio es la mayor institución cultural en Poitiers, asociado con tres orquestas. Su programación incluye varias disciplinas, organiza residencias de artistas y se encarga de promover el festival de cine de Poitiers.
La ruta moderna concluye en la Plaza de la Libertad, llamada así por la réplica de la estatua de la Libertad de Nueva York. Un nombre curioso si tenemos en cuenta que aquí antiguamente se guillotinaba a los condenados. Cerca de plaza de la Libertad está Hotel Fumé, la construcción gótica más impresionante de la ciudad, utilizada, actualmente, como sede de la facultad de Ciencias Humanas y Arte. Afortunados estudiantes.
En dirección norte, caminando hacia el rio podemos ver dos iglesias llenas de arte y sus campanarios (por algo a Poitiers la llaman la ciudad de las 100 torres), Saint Germain y Saint Jean de Montierneuf. Aunque si hablamos de edificios religiosos, representativos, tenemos que acercarnos al barrio episcopal para visitar la Catedral de Saint Pière, de San Pedro y la iglesia de Santa Radegonde donde descansa la fundadora del primer monasterio religioso de la ciudad para mujeres. Muy cerca, encontramos un testimonio artístico inigualable, un vestigio de los primeros cristianos: el baptisterio de San Juan.
Futuroscope se lleva la fama.
Lleva cerca de 30 años funcionando. Futuroscope se inauguró en 1987. Su creador, René Monory quiso crear, además de un parque temático, un centro tecnológico. Por este motivo, alrededor del parque, se extiende Tecnopol, una apuesta por el desarrollo que incluye escuelas de ingeniaría, organismos de formación, universidades, empresas punteras…
Futuroscope desde el Gastrobar
Esta interés por la innovación se aplica en el propio parque que invierte en desarrollo un porcentaje de sus ganancias. Muestra de ello son las nuevas atracciones que se inauguran constantemente, este año: los Misterios del Cubo. Su protagonista, un cubo, interactúa con bailarines y acróbatas en el escenario. En el espectáculo se mezclan las nuevas tecnologías, arte escénico, color y música.
Hay atracciones nuevas, innovadoras, como esta de “los misterios del Cubo” y otras, que llevan años funcionando. Un ejemplo: Ojos que no ven, una atracción gestionada por la asociación Paul Gignot, la ONCE Francesa. Gracias a ella, más de 1 millón de personas han recorrido las Marismas de Lusiana, paseado por Nueva York y han subido al Everest. Todo esto sin ver nada. “Ojos que no ven” sumerge a quien la visita en una experiencia sensorial llena de estímulos para que hagas uso de todos los sentidos menos de la vista. Pretenden concienciar sobre cómo vive un invidente y de paso recaudar fondos para la asociación.
En Futuroscope, los árboles caminan
Existen más atracciones que buscan agitar conciencias. Es el caso del Octavo Continente, un juego con mensaje ecológico. Los usuarios, pistola en mano, se convierten en cazabasuras. Su misión: disparar contra los residuos de la isla basura, una concentración de deshechos que se ha formado en el Pacífico Norte. Los disparos son un juego; Isla basura, el octavo continente, no.
Menos didáctica pero igual de interactiva es la atracción de los Rabbids. Este viaje espacio temporal, en 4 dimensiones, nos traslada a la prehistoria, a la Grecia antigua, a Pisa, a Escocia, al Cañón del Colorado… en un alocado recorrido. La atracción fue galardonada en 2014 con uno de los reconocimientos más importantes que puede recibir un parque de atracciones: el premio a la mejor atracción del mundo, “The Awards for Outstanding Achievement”. Otra atracción del parque, Arthur, la aventura 4D, recibió el mismo galardón dos años atrás. Diseñada por el director de cine francés Luc Besson, el creador de “Arthur y los Minimoys”, convierte a los usuarios en seres minúsculos que vuelan a ras de suelo y huyen de animales gigantes – para ellos- como ratas o arañas.
Más experiencias: en Futuroscope se puede bailiar con robots de siete metros de altura o acompañar a El Principito a buscar su rosa por diferentes planetas.
El Principito, Futuroscope
Completan la oferta documentales de naturaleza en cine IMAX, unos toboganes gigantes, máquinas para bailar, un espectáculo nocturno, el planetario… o un taller de cocina molecular con Noel Gutrin. El chef aplica en sus platos técnicas culinarias innovadoras como el nitrógeno líquido. Atreverse con sus recetas es un acto de valentía. Incluye un helado de nata hecho con nitrógeno líquido, aderezado con pétalos helados y crujientes larvas. Dicen que está inspirado en los Minimoys por eso de la tierra. Buena excusa.
Curso de cocina molecular
Al rico gusano con galletas de… gusano
Futuroscope forma parte de La Vienne y la Vienne tiene mucho que agradecerle a Futuroscope. De esta simbiosis nace la Vienne Dinamique, una atracción que nos saca del parque para recorrer el departamento a través de la pantalla.
La Vienne, las huellas de la historia.
La atracción de la Vienne Dinamique es un viaje virtual por la historia, los pueblos y la naturaleza de este departamento francés. Encontramos enclaves paleolíticos, templos y teatros romanos, castillos y ciudades medievales. Los lugares más interesantes: Montmorillon, con un barrio restaurado como ciudad de la escritura y de los oficios del libro, la ciudad peregrina de Charroux, usada en la ruta jacobea, o Chauvigny.
Ciudades con castillos como Harcourt, una construcción del siglo XIII que esconde una prisión, el torreón de Gouzon y sus vistas y el Castillo de los Obispos y su espectáculo de cetrería.
La abadía de Saint Savin, de San Sabino es otro de los lugares estrella del departamento, un edificio románico del siglo XI. Pero si tanta cultura cansa, la Vienne también ofrece sitios para el relax. La Roche Possé es un pequeño pueblo conocido por sus aguas termales convertido en un complejo de salud y ocio con casino, campo de golf, hipódromo… Desconexión pura.
Cuando la pantalla se apaga y la Vienne Dinamique termina, te quedas con gana de otro viaje. Este real.