Revista Cultura y Ocio
Se acerca el verano de 1936 y, en medio de un ambiente político y social muy enrarecido (que pronto habría de explotar en la guerra civil), nos encontramos a dos hombres que hablan con perfecta calma: uno es médico y el otro es su paciente (llamado Ernesto). Entre ellos circulan los resultados de un análisis, que demuestran que el consultante tiene sífilis como consecuencia de su trato con prostitutas de baja condición. Pero lejos de entristecerse por haber contagiado a su esposa, a la que desprecia pero de cuyas propiedades vive, lo que el desalmado pretende es que el doctor lo ayude a convencerla de que ha sido ella la culpable, por no respetar la higiene en algún sitio público. El galeno, interesado en adquirir a buen precio unas minas que Ernesto le podría conseguir con una simple firma de su mujer, accede a la vileza.Añadamos al cóctel el nombre de Ernestina, hija de Ernesto y Hortensia, que está harta del trato vejatorio que su padre inflige a su madre y que está planeando huir con ella. Añadamos también a Pablo, novio de la muchacha, que participa en el plan de fuga. Añadamos al padre de Pablo, que sueña con la posibilidad de que, una vez libre de la tiranía de su marido, Hortensia acceda a casarse con él.Con esos ingredientes resulta fácil imaginar que la tragedia acecha en cada página en forma de insultos, amenazas, intimidaciones, agresiones físicas y mentiras que apenas esconden su condición interesada, que colocan muchas veces al lector un nudo en la garganta. Francisco Ors conduce de un modo inteligente las líneas argumentales de esta historia hasta desembocar en un final de aroma casi operístico. Una pieza muy convincente.