Después de un tiempo sin pasearme por sus páginas, vuelvo a un libro de Mario Benedetti: el flaco poemario Viento del exilio, que no es una de sus obras mejores, a mi entender. Los poemas “Pasatiempo”, “Cada vez que alguien muere” y “Happy Birthday” han sido los que de verdad me han gustado, en un conjunto de versos algo irregular.
En este tomo pueden encontrarse, eso sí, espléndidas reflexiones de formulación sencilla (“Cada siempre lleva / su hueso de jamás”), predicciones que sin duda se cumplirán (“El futuro no es / una página en blanco / es una fe / de erratas”), versos que conmueven por los recuerdos que nos traen (“Mi padre / se fue mudando lentamente / de buen viejo en poca cosa / de poca cosa en queja inmóvil / de queja inmóvil en despojo”), meditaciones sobre la finitud inapelable que nos rige (“La muerte está esperándome / ella sabe en qué invierno / aunque yo no lo sepa”), advertencias sociales (“Ya sabemos cómo es sin las respuestas / mas ¿cómo será el mundo sin preguntas?”), vindicaciones de la queja insobornable (“Poco a poco se fueron convenciendo / de que habían convencido / pero el silente dijo no”) o palabras que no dibujan precisamente de color rosa el porvenir (“Ser digno / resultará más arduo cada día”).
Insistiré pronto con otro Benedetti.