Yo llegaba corriendo al hospital, debía reunirme con los médicos que trataban a mi madre, iba muy tarde y para rematar, empapada de la cabeza a los pies porque ese día de enero en pleno invierno, cayó un fuerte aguacero. - ¡Cosas del clima!- Pasé de inmediato a la habitación donde se encontraba mi madre y al ir cargada de paquetes no pude más que empujar la puerta para poder entrar sin percatarme de la presencia de un médico que terminó empapando de café la bata y la camisa que llevaba, mientras me disculpaba, evitaba mirarle porque estaba totalmente avergonzada y de seguro con las mejillas como el color de las cerezas maduras. Él me sonrió levemente y salió de la habitación, yo me derrumbé junto a mi madre y ella me consoló acariciando mi cabello y deshaciendo la coleta apretada que llevaba. Ese fue un día fatal en todo el sentido de la palabra.Unos minutos más tarde, el mismo médico del incidente regresó con una bata limpia y una franela blanca, en compañía de los médicos que trataban a mi madre. Mi hermano ingresó unos segundos después.- Doctor Wilde, es un gusto saludarlo.
- Lo mismo digo, doctor Stevens – respondió mi hermano- El doctor Stevens es cirujano cardiovascular- anunció uno de los doctores conocidos – y tratará a vuestra madre desde ahora.- ¿Tiene alguna afección cardiaca? – pregunté apretando las manos de James.- No – respondió Stevens – la señora Wilde ha sido tratada por artritis reumatoide y osteoporosis, más recientemente. Pero los últimos resultados de los análisis practicados han arrojado la verdadera causa de los dolores articulares; una obstrucción en la arteria femoral.- ¿Y eso es muy malo? – mi corazón se aceleró.- No hermanita – respondió con tranquilidad James – la cirugía es algo compleja pero mamá es muy fuerte.Mi madre nos tomó de la mano y nos dedicó una sonrisa, luego añadió: - Pase lo que pase, mi vida ya ha sido demasiado larga para mi gusto… y lo único que rescato de ella; son ustedes. Si llegase a faltar deben seguir juntos, apoyándose el uno al otro, y tu james – le dedico una mirada de ojos entrecerrados – debes cuidar de tu hermana.- ¡Mamá! – exclamé con los ojos húmedos – no pasará nada, si no tienes ni sesenta. Vivirás tanto o más que la abuela.Un largo silencio se acomodó en la habitación, mi hermano acariciaba el rostro de mi madre y le sonreía. El silenció se rompió con la salida de los médicos. En ese momento nuestra pequeña familia tuvo una reunión.
- No me has hecho la promesa – le dijo mi madre a James.- Estarás bien, mamá. Te lo prometo.- Esa promesa no – chistó frunciendo el ceño- la de cuidar de Diane.- ¡Que yo me puedo cuidar sola! Lo saben los dos.- No está demás que tu hermano te de una mano, para eso son los hermanos.- Te digo que todo saldrá bien mañana. Pero para tu tranquilidad – levantó la mano derecha con la palma abierta – Prometo que cuidaré de Diane por si llegases a faltar mañana o en un siglo. Aunque no prometo que ella o yo estemos vivos para entonces, tu sí que lo estarás.Reímos los tres y luego mi madre nos envió a casa.Salimos de la habitación tomados de la mano como cuando eras niños y James me cuidaba de tropezar. Él se dirigió a la estación de médicos y yo salí en busca de un taxi. Antes de que me congelase por completo, el doctor Stevens se acercó a mí en su auto.- ¿Adónde se dirige? –preguntó.- West Village…- Puedo llevarla, si quiere- ofreció – voy cerca… Greenwich village. – Y ladeó la cabeza-- Gracias – acepté porque en veinte minutos no había pasado ni un solo taxi y las bajas temperaturas me causaban dolores en las articulaciones.- Este y oeste de la sexta avenida y jamás nos cruzamos… - dijo en cuanto cerré la puerta del auto.- Es lo que hacen las enfermedades…-¿Qué cosa?- preguntó confuso.- Unir a las personas…Sonrió levemente y pude notar que al hacerlo se formaban un par de hoyitos en sus mejillas, y los pliegues de los ojos se arrugaban. Ian era una persona que sabía sonreía sinceramente.- La cirugía empezará a las diez – dijo para cambiar el tema.- Gracias doctor, trataré de llegar a tiempo.- Por favor, llámeme Ian.- Soy Diane - Lo sé, Caroline habla mucho de su hija.- En ocasiones puede exagerar un poco.- No me parece que lo haya hecho.- Ella y mi hermano soy todo lo que tengo.- Descuida Diane, ésta cirugía la llevo haciendo una vez por semana desde hace tres años.- Me quedo aquí – le dije – y te evito el retorno.- Entonces será hasta mañana, Diane- Hasta mañana, Ian.
Continuará...
Parece que a Diana le está cambiando un poco la suerte.
¿Alguna idea de quién puede darle vida al Doctor Ian Stevens?
Hasta el siguiente capítulo.
Besos.
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Sinopsis
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