Revista Cultura y Ocio

Vientos de invierno: Capítulo 5

Publicado el 10 febrero 2015 por Isabel Isabelquintin
Vientos de invierno: Capítulo 5



Vi a mi madre en la noche cuando despertó de la anestesia.Me sonrió.Y no me creerá, pero lo primero que dijo fue:-   Cuéntame lo de “Ian”Yo no pude más que sentirme muy feliz por su rápida recuperación. Le pregunté cómo se sentía y dijo que se estaba de maravilla. Como después de un día en el spa. Entonces se lo conté todo y se emocionó muchísimo; luego me habló de un par de reglas, dijo algo así:-   Diane, como ésta puede ser la cita más importante de tu vida, hay un par de cosas que tienes que saber:Primero: Usa vestido; a los hombres les encantan las mujeres en vestido.Segundo: No te maquilles en exceso, pero tampoco vayas como si acabaras de hacerte un mal peeling.Tercero: Habla de trivialidades, nunca de tus relaciones, miedos y frustraciones ¡Es la primera cita! Muéstrate interesada en sus temas aunque sean aburridísimos y en ocasiones haz preguntas. Un poco de ingenuidad no está nada mal.Cuarto: Pide de cenar algo ligero y que conozcas y por favor no te excedas con el vino.Quinto: ¡No lo beses! Aunque te estés muriendo de ganas de hacerlo. Al llegar la oportunidad, sepárate y dile que es muy pronto. Lo volverás loco.Sexto: Si te lleva a casa, cuando llegues a tu puerta, gírate y dedícale una amplia sonrisa, luego entras y dejas el suspiro tras la puerta. Te aseguro que querrá volver a verte.-   Vamos a tomar café, mamá, no es una cita.-   Regla extra: Siempre que un hombre te invite, aunque sea a un café; prepárate como si fueras a tu mejor cita.-   ¿Algo más? Señora sabelotodo -  me reí un bien rato.-   Búrlate todo lo que quieras. Puede que no me agradezcas ahora.-   Se puede saber ¿de dónde sacas todo eso? Alguna de tus revistas, supongo.-   Una madre tiene sus secretos. ¿Cómo crees que conquisté a tu padre? Te llevo mucho camino, querida hija.-   Vale, lo tengo todo memorizado. Ahora iré a buscar una manta para abrigarme y poder quedarme esta noche acompañándote. -   No, no, no. Nada de eso. Vete a casa.-   Pero, mamá.-   No me pasará nada. Además estoy en un hospital ¿lo olvidas?-   Y ¿si se ofrece algo?-   ¿Ves este botón? – dijo mostrando el timbre – Si lo oprimo vienen enseguida.-   Vale, vale. Me voy-   Me envías un SMS ¿ok?-   Ok mamá – le dije mientras me ponía el anorak y la bufanda – Mañana no vendré en la mañana.-   Sí, sí. Vete ya.Salí del hospital directo a casa; la nieve había parado de caer y el tráfico se normalizó. No fue difícil conseguir un taxi. Al llegar, recogí el correo: un par de invitaciones, una consulta para un banquete, facturas y una postal de Ellen desde Rusia.Me abandoné en el sofá, me quité las botas y estiré los dedos. «Deberíamos tener un gato» - pensé – «Así no seriamos tan dependientes la una de la otra»

Hice café y lo acompañé con galletas de ajonjolí. Me di una ducha rápida y salté a la cama para ponerme a revisar los pendientes del día que me envió Corine en un correo electrónico.
·   Fiesta temática Hawaiana·   Diseño de un vestido al estilo Bohem (Plazo 2 meses)·   Cita en el banco. Próxima semana. Solicitud de crédito.
Pude irme a dormir tranquila. Le envié el texto a mamá y me respondió con una carita feliz. Me dormí casi enseguida.
Esa mañana, todo volvió a la normalidad. Salí temprano llevando algo de ropa para Caroline y un vestido color perla que elegí para la “cita”. Abordé un taxi que me llevó hasta la agencia. Llegué justo con Corine para abrir. Atendí a un par de clientes y luego salí corriendo al hospital para poder almorzar con mi madre. Parece que no le agregó tanto verme porque me  reprendió el ir sin maquillaje, le dije que estaba dejando respirar la piel para la noche y a regañadientes aceptó. Comimos viendo la rueda de la fortuna y regresé a la agencia hacia las tres. Pasé la tarde trabajando en el diseño del vestido de Edna, la  que quería una boda bohemia. Di un par de trazos, detalles mínimos, fruncidos, pliegues, algunas perlas, ¿encaje o trencilla?

No es tan fácil, su pedido era: “Algo simple pero que resalte” Todas las novias quieren lo mismo. No pude llegar más lejos que del corpiño, se me iba la mente imaginando lo que pasaría esa noche. Hacía mucho no salía con un hombre. La ansiedad me puso nerviosa, dejé el diseño, revisé el reloj e mi muñeca; eran las cinco, media hora para cerrar. Me levanté y pasé al baño, me puse el vestido de falda de lápiz y botas color camel. Cepillé mis dientes y lavé mi rostro con una loción, me aplique protector solar y crema hidratante, una ligera capa de base y corrector en zonas puntuales, lo sellé con polvo suelto y algo de color durazno en las mejillas. En los ojos deje que una capa de rímel me abriera la mirada y en los labios un poco de burdeos muy muy ligero. Hasta ese punto había cumplido con los dos primeros puntos de la lista.Peiné mi cabello un poco, dejando que los rizos tomaran forma, me puse el abrigo color crema y una bufanda de punto. ¡Se me olvidó el perfume en casa! Y ¡los guantes! ¡Qué maleta soy! Así soy siempre.Entonces recordé algunas muestras que había traído Corine y entonces quedé oliendo a Paris Hilton ¡Qué plasta! – lo siento, olía terrible, pero olía -.Veinte minutos para las siete y Corine me espera paraba cerrar el día, lo hacemos pronto y luego llegó Matt a llevársela a su cita de miércoles.-   Suerte esta noche – me dijo Corine-   Pero ¿Quién te ha dicho que voy a salir esta noche?-   Se te nota, jefa – se despidió con un beso en la mejilla – Mañana me cuentas.Volví a sonrojarme, es mi talento natural.

Cinco minutos para las siete de la tarde y mis manos empezaron  a helarse, el corazón se me aceleró y eso que aún no me había enamorado.Justo a las siete mientras yo apagaba las luces de mi estudio, tocaron a la puerta de cristal, salí y lo vi metido en ese abrigo oscuro y con las manos dentro de los bolsillos. Su inmensa sonrisa me saludó y entonces pasé del frío al calor en las mejillas y sudoración en las manos.Terminé de apagar las luces y salí. Nos saludamos con un beso doble en las mejillas y yo terminé de asegurar la puerta.

-   Hola –le dije-   Hola ¿Cómo estuvo el día?-   Bien, tranquilo y el tuyo.-   No tan tranquilo cuando se debe asistir una lobotomía – se sonrió – pero por lo demás, todo muy bien.No entendí el chiste y nunca se lo dije. Hablamos de trivialidades hasta que llegamos al auto.-   ¿Quieres cenar? – Preguntó.-   Pensé que sería un café – intentaba no parecer desesperada.-   Esa es la idea, en cualquier momento de la cena puede llegar el café. Muero de hambre-   Ya somos dos. Cenemos-   Vale, te llevaré a un lugar que me gusta mucho.Conduce por en medio de Wall Street y me lleva hasta Soho a una trattoria.-   Sigue – me dice mientras abre la puerta.-   Gracias.-   ¡Doctore! – saluda un hombre rechoncho.-   ¡Paolo!-   Es un placer tenerlo aquí, siga por favor. Le daré mi mejor mesa.-   Gracias Paolo, no hace falta.-   Claro que sí, si usted me ha salvado la vida. Venga, venga. ¡Es aquí!Mientras el hombre se desvivía por atendernos, Ian me llevaba de la mano por en medio de las mesas. No lo notó pero yo temblaba como una gelatina. Ese hombre alteraba mi sistema y aun no entendía porqué.-   Les traeré vino mientras se deciden a ordenar.-   Gracias Paolo. Un trentino estaría bien.El hombre se alejó diligente y ya sentados a la mesa, Ian tomó mis manos entre las suyas y las llevó hacia su boca; con su aliento, intentaba calentarlas. Su gesto fue estremecedor y ese modo de mirarme me dejó bajo una lluvia de escarcha multicolor. Yo era, toda, temor, emociones nuevas, escalofríos electrizantes y deseos de él.-   Ya está – dijo soltando mis manos – Las sentí heladas cuando te tomé de la mano-   Si, hace frío- No sabía que más decir.-   ¿Ya sabes qué pedirás?-   Un carpaccio de salmone-   Y ¿De plato fuerte?-   Tagliatelle a la boscaiola.-   ¡Excelente! Quiero lo mismo.Hicimos el pedido y resultamos hablando de mi madre, de los cuidados que debíamos tener, de algunas señales de alarma. Yo le sonreía con interese aunque no lo entendiera todo.Repasé mentalmente la lista de mi madre. Había cumplido cuatro de sus reglas y al parecer todo iba bien.Luego del carpaccio, me retiré al tocador. Estaba pensando en sus labios, no podía dejar de verlos mientras hablaba y es forma de comer ¡Mmm! A mí me incitaba a probar de su boca. Era inevitable, yo era una mujer inexperta y demasiado detallista. Al despejar los malos o buenísimos pensamientos; me lavé las manos y las pasé por mis mejillas y cuello reduciendo el calor. Me alisé el vestido y regresé a la mesa.-   ¡Ha llegado el tagliatelle! – dije para parecer informal.-   Si, Paolo es muy servicial, nos traerá mousse de ciocolata – dijo imitando el acento italiano y moviendo las manos-   Delicioso…-   Por cierto, sé que debí decir que me gusta tu vestido, pero la verdad, es que  me gustas tú en ese vestido.Por poco y me atraganto con un tallarín.-   Gracias, no, por el cumplido.Se rio amplio y franco.-   Lo siento, no sé medir mis comentarios.-   No pasa nada.El chef llegó para salvarnos del silencio incómodo.-   El mousse está aquí.-   Gracias Paolo, y ¿el otro plato?Yo me preguntaba lo mismo, ¿por qué un solo plato?-   No, un solo un mousse porque es el postre especial para los enamorados. Así que les dejo las cucharillas- las deja a lado y lado - ¡A comer!Desapareció dejándonos con un mousse en medio de la mesa y dos cucharillas.-   ¿Quieres empezar? – le dije-   Mejor lo hacemos a la vez ¿vale?Asentí. Tomamos cada uno una cucharada y al momento de llevármela a la boca el me ofreció su cuchara lo que significaba que yo  debía ofrecerle la mía. Lo hicimos y cada nueva cucharada iba más colmada. Acabamos untados de cobertura de chocolate en las mejillas, la nariz y hasta el cabello.Me acerqué para limpiarlo con mi servilleta y su mano tomó la mía. Nos miramos distinto, con luz, con ilusión. Lo limpie con suavidad, el siguió mi movimiento con la mano puesta sobre la mía  sin dejar de mirarme. Yo agonizaba, moría y revivía con mirarlo. Luego sentí su tacto limpiado mi rostro, me estremecí. Salimos y de nuevo la nieve caía, fuimos por el auto y subimos. De camino escuchamos a Robbie Williams y nos pusimos a cantar:“I just want to feel, real loveFeel the home I live in‘cos I got too much lifeRunning through my veinsGoing to waste”

¿Algún reproche al destino? No lo supe.Antes de salir del auto, tomó mi mano y él se fue acercando despacio. Lo sentía, algo corría y saltaba desbocado dentro de mí. Quería besarlo, era el premio de la noche, pero entonces oí la voz de mi madre taladrando en mi cabeza:

-“No lo beses, aunque te estés muriendo de ganas, sepárate y dile que es muy pronto”- Lo siento – le digo retirándome – es muy pronto.«Maldita seas mamá si por tu culpa lo pierdo»

No me excuso por eso, fue lo que pensé.

ÉL bajó la mirada algo desanimado.-   Si, tienes razón-   Gracias por todo – le di un beso en la en le mejilla y salí casi huyendo, un minuto después y no era responsable de mis actos.-   A ti- le oí decir.Caminé presurosa  hacia la puerta y recordé la última regla, “despídete con una sonrisa”  Lo hice y le añadí un movimiento con la mano. Entré en casa y cerré. Al fin pude soltar el suspiro.Le envié un texto a mamá:<He cumplido con tus reglas. Espero que no tenga que arrepentirme luego>Casi enseguida respondió:<No lo harás, confía en mamá. PD: Después de las diez a es demasiado tarde para una dama>

«Me rindo, mamá. Contigo no hay manera»
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Bien mis agridulces corazones, la encuesta se cerró y nuestro ganador fue... (redoble de tambores)
Vientos de invierno: Capítulo 5
Jesse Williams!
Con ustedes el adorable doctor Ian Stevens!!
Vientos de invierno: Capítulo 5

Vientos de invierno: Capítulo 5

Ahora que ya tenemos protagonista masculino, ayúdenme a encontrar a Diane.
Ah! Y tenemos portada nueva ¿les gusta?
Besos
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&version;¡Gracias por leer!
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