Revista Cine

Vientos nórdicos 2024 - Parte 6: Las series escandinavas que vendrán

Publicado el 20 diciembre 2024 por Enprimerafila

Uno de los estrenos recientes que más éxito ha conseguido es la producción noruega La Palma (Netflix, 2024), que ha superado notablemente a Palomas negras (Netflix, 2024-) según los datos actualizados de FlixPatrol, lo que demuestra la fortaleza de la producción audiovisual de un país que consigue competir a nivel internacional, no solo en el terreno de los dramas íntimos como La peor persona del mundo (Joachim Trier, 2021), sino también en el campo de las grandes superproducciones como el largometraje Trol (Roar Uthaug, 2022), uno de los más vistos en toda la historia de la plataforma Netflix. En el anuncio esta semana de las shortlists de las nominaciones a los Oscar, Noruega ha conseguido que cuatro de sus producciones hayan pasado el primer corte, lo que supone un récord: el largometraje Armand (Halfdan Ullmann Tøndel, 2024) en Película Internacional, los documentales La singular vida de Ibelin (Benjamin Ree, 2024) y No other land (Basel Adra, Hamdan Ballal, Yuval Abraham, Rachel Szor, 2024), coproducción con Palestina, y el cortometraje de animación Maybe it was elephants (Torill Kove, 2024), que sería la cuarta nominación para su directora. Dentro de un subgénero que sus creadores denominan scandisasterLa Palma es la continuación de la experiencia de sus guionistas en títulos comerciales como La ola (Bølgen) (Roar Uthaug, 2015), Terremoto (John Andreas Andersen, 2018) o El mar del Norte (John Andreas Andersen, 2021), como contamos en nuestra crónica de su presentación en Seriedagene '24 hace unos meses. Al margen de su guión endeble, sus licencias narrativas y su escasa base científica, La Palma es un entretenimiento que se disfruta como un largometraje de tres horas de duración dividido en cuatro partes, que se mira mucho en Lo imposible (J.A. Bayona, 2012), pero sobre todo demuestra la capacidad de una industria audiovisual pequeña para situarse por encima del nivel de otras más potentes. Y que continúa situando sus series en las mejores posiciones a nivel internacional, este año con éxitos como Amor sin wifi (Dates in real life) (Movistar Plus+, 2024), premiada en Séries Mania y Cinema Jove, y que ha seguido cosechando premios en las últimas semanas como el Prix Europa y el Rose d'Or. Sin duda, es la industria audiovisual más destacada entre los países nórdicos, tanto que en esta segunda parte de las crónicas sobre los últimos estrenos hablamos de cuatro series noruegas, y también de dos nuevas temporadas de series islandesas. 

NORUEGA

Sin lugar a dudas, El tiempo de la felicidad (Lykkeland) (Filmin, 2018-2024) ha sido una de las series noruegas más exportadas internacionalmente, vendida a más de 50 países y recibiendo numerosos premios entre ellos el de Mejor Serie en Canneseries '18 y nominaciones en el Festival de Monte-Carlo y en los Rose d'Or, además de conseguir una decena de premios en la cita anual con los reconocimientos a la televisión noruega, los Gullruten (premios artísticos) y los Fagsprisen (premios técnicos). La serie es una crónica de la etapa más decisiva en la reciente historia de Noruega, cuando en 1969 se descubrió en el Mar del Norte que limitaba con el país uno de los yacimientos petrolíferos marinos más grandes del mundo, transformando la economía noruega de manera radical y convirtiéndolo en uno de los países más ricos. A través de una familia que cambió la ganadería y la pesca por el negocio del petróleo, El tiempo de la felicidad cuenta cómo afectó este descubrimiento a los ciudadanos que habitaban Stavanger, la zona más cercana al yacimiento petrolífero. La primera temporada se desarrollaba entre 1969 y 1972, la segunda entre 1977 y 1980, y la tercera da un salto de siete años para desarrollarse entre 1987 y 1990. Aunque durante algún tiempo se barajó la idea de cinco temporadas, tras el estreno de la segunda en 2022 no estaba muy claro si esta producción de alto coste sería renovada, teniendo en cuenta la crisis que están experimentando las televisiones públicas en todo el mundo frente a la tendencia del streaming. Para un canal como NRK, con la participación de otras televisiones de países nórdicos, sostener una producción histórica de presupuesto alto es complicado, de manera que finalmente se confirmó una tercera y última temporada para este drama familiar. También las tendencias de los espectadores han cambiado, y de hecho las dos series más ambiciosas de NRK para este otoño/invierno, El tiempo de la felicidad y So long, Marianne (NRK, 2024), la historia de amor entre Leonard Cohen y la joven noruega Marianne Ihlen, no han logrado las cifras de audiencia esperadas. Los estrenos de las dos temporadas anteriores reunieron a 780.000 y 680.000 espectadores respectivamente, pero la emisión de los dos primeros episodios de esta temporada que hace una semana emitió el desenlace final, solo congregó a 260.000 espectadores. Para los curiosos, NRK ha publicado una interesante página de verificación de datos que analiza algunas de las anécdotas y acontecimientos que se cuentan en la serie, comparándolas con la realidad histórica, tras la consulta a expertos e historiadores. 

Vientos nórdicos 2024 - Parte 6: Las series escandinavas que vendrán

El tiempo de la felicidad

Temporada 3 Final | NRK | 8x45' ★★

Escrita por Mette M. Bølstad | Idea de Synnøve Hørsdal | Concepto de Siv Rajendram Eliassen

Dirigida por Petter Næss, Mikkel Brænne Sandemose


La acción se sitúa al comienzo de esta última temporada a finales de los años ochenta, en la época de mayor riqueza petrolífera, pero también de mayores desafíos. Fredrik Nyman (Per Kjerstad) está barajando la posibilidad de retirarse y dejar su empresa Nyman Diving en manos de su hijo Christian (Paal Herman Ims), pero es una época en la que se enfrenta a dos retos importantes: la incertidumbre sobre algunas enfermedades psicológicas que sufren los buzos debido a la presión de las cada vez mayores profundidades marinas que tienen que explorar, y que afecta especialmente a Martin Lekanger (Mads Sjøgård Pettersen), y la introducción de la inteligencia artificial y una mayor automatización de los sistemas de buceo que permiten, precisamente, que se eviten problemas de salud a los buzos, pero también provocará numerosos despidos. Apostar por la adquisición de robots marinos supone además una alta inversión que puede ser la salvación de la empresa o condenarla a la quiebra. Muchos trabajadores petroleros perdieron sus empleos a finales de los años ochenta como resultado del progreso tecnológico. Precisamente Anna Hellevik (Anne Regine Ellingsæter), que es la principal representación de Noruega como personaje, transformada desde ser una campesina hasta formar parte importante de la regulación de la industria petrolera, comienza a trabajar en la empresa Komponent, en la que el ingeniero Sture Movik (Herman Flesvig) está desarrollando un sistema automático que permite controlar las maquinarias de manera remota, y a la que también se incorpora el hermano de Anne, Rein (Ole Christoffer Ertvaag), que se siente cada vez más desencantado hasta ingresar en la formación de derechas radical Partido del Progreso (FrP), que en Noruega participó en un gobierno de coalición entre 2013 y 2020. Pero donde está más presente el espíritu ochentero es en el personaje de Toril (Malene Wadel), que ha pasado de ser una joven de diecisiete años que quedó embarazada y se vio obligada a casarse en la primera temporada, a ser la dueña de un sala de fiestas, envuelta en la dinámica del alcohol y la cocaína.  

El tiempo de la felicidad se desenvuelve con fluidez en historias que se entrecruzan entre los diferentes miembros de la familia Nyman, con Ingrid Nyman (Pi Tjelta) como la representación de la riqueza que proporcionó el petróleo, envuelto siempre en regulaciones que permitieron que Noruega no perdiera los beneficios de los yacimientos marinos en favor de las empresas privadas norteamericanas. Es cierto que en esta temporada hay menos indagación en las relaciones económicas y tiende más hacia el drama familiar que, al fin y al cabo, es la esencia de esta serie. Pero se mantiene una buena construcción de personajes, siempre envueltos en los vaivenes del progreso que a veces les devora, con la necesidad de adaptarse a los cambios radicales que se producen más rápidamente de lo que desearían. Aunque a veces sale del entorno de Stavanger, como en el episodio Oklahoma (T3E6), en el que Anna y sus hijos visitan a los padres de su marido Jonathan en Estados Unidos, enfrentándose a los resentimientos provocados por una decisión importante que tomó ella. Rodada en parte en la región de Flandes para beneficiarse de los incentivos fiscales de Bélgica, la última temporada de El tiempo de la felicidad termina en 1990 cerrando adecuadamente los diferentes hilos narrativos, y refiriéndose al nacimiento del Fondo Global de Pensiones del Gobierno, también conocido como Fondo del petróleo, con el que Noruega utiliza los beneficios de la extracción de petróleo para sostener el sistema de pensiones. El director de la serie, Peter Næss (1960, Oslo), hace una breve aparición en El futuro de Noruega (T3E8) como responsable de la Dirección Noruega del Petróleo. En la actualidad, este fondo sigue recibiendo los ingresos del petróleo y el gas, pero suponen solo la mitad de su valor, que se sostiene sobre todo en las inversiones que realiza a nivel global, teniendo participaciones en unas 9.000 empresas, entre ellas algunas cinematográficas como Walt Disney. Hace unos años se estrenó la serie El gran fondo (Discovery+, 2018), que convertía en una comedia de oficina las actividades de este Fondo de Pensiones. El tiempo de la felicidad es una excelente crónica familiar en tres partes sobre la reciente historia de un país que supo gestionar de forma inteligente un golpe de suerte. En España no habrá que esperar mucho tiempo para ver esta tercera temporada, que se estrena en Filmin el 28 de enero. ______________________________Posiblemente una de las figuras más controvertidas en la reciente historia de Noruega sea Vidkun Quisling (1887-1945, Noruega), el gobernante que nazificó el país durante la ocupación alemana, provocando la huida del rey Haakon VII a Londres para establecer un gobierno en el exilio y coordinar las actividades de la resistencia, una parte de la historia que contó el mismo director Erik Poppe (1960, Noruega) en su película La decisión del rey (2016). El político nacionalsocialista fue elegido por el embajador alemán Curt Bräuer para el cargo de Primer Ministro, y un golpe de estado le permitió gobernar Noruega y negociar directamente con Hitler acuerdos con los que colaboró en la detención de judíos y la deportación de más de un millar de noruegos a campos de concentración como Auschwitz. Como hizo con su anterior película, Los emigrantes (2021), el reconocido director Erik Poppe ha estrenado dos versiones de esta historia: a finales de agosto se pudo ver en las salas de cine el largometraje Quisling: The final days (2024), con una duración de dos horas y media, pero unos meses después, en noviembre, se ha estrenado la versión en formato miniserie de cinco episodios con una duración total de cuatro horas, titulada simplemente Quisling (TV2 Play, 2024). La diferencia principal entre ambas es que la serie dedica más tiempo a la figura de la esposa del gobernante, Maria Quisling (Lisa Carlehed) y seguramente se trata de un formato mucho más adecuado para desarrollar las reflexiones que provocan la crónica de sus últimos días. Acusado de traición y de otros delitos, Vidkun Quisling fue condenado a la pena de muerte, que fue restaurada durante la posguerra. La serie documental de la televisión pública De siste dødsdomte (El último condenado) (NRK, 2023) contó de manera espléndida en ocho episodios las historias de algunos de los que sufrieron estas sentencias de muerte. La miniserie comienza el 5 de mayo de 1945 durante el último discurso radiofónico de Vidkun Quisling (Gard B. Eidsvold), cuando él y su esposa acaban de recibir la noticia del suicidio de Adolf Hitler. Convencido de que su gestión ayudó a evitar que Noruega se convirtiera en un baño de sangre, también piensa que va a ser tratado con cierto respeto diplomático, pero cuando se presenta voluntariamente a la policía después de que le aseguran que le trasladarán a una residencia a las afueras de Oslo, es detenido y encarcelado en una celda que mantiene la luz encendida todo el tiempo y la puerta abierta para evitar la tentación del suicidio. 

Vientos nórdicos 2024 - Parte 6: Las series escandinavas que vendrán

Quisling

Miniserie | TV2 Play | 5x45' ★★

Escrita por Anna Bache-Wig, Siv Rajendram Eliassen

Dirigida por Erik Poppe


El guión de Anna Bache-Wiig y Siv Rajendram Eliassen, que han escrito series como Absuelto (TV2, 2016) presenta la historia desde un enfoque interesante, centrándose en los últimos días del político y el juicio que se celebró contra él, pero sobre todo en sus conversaciones con el pastor Peder Olsen (Anders Danielsen Lie), que ha sido enviado por el obispo Berggrav (Lasse Kolsrud) para tratar de conseguir el arrepentimiento de Vidkun Quisling. El político defiende su inocencia en todo momento, reclamando que los auténticos enemigos del pueblo noruego eran los rusos (lo que le otorga a la historia una cierta conexión con la actualidad) y proclamando que será la Historia la que terminará juzgándole y reconociendo su importancia en el mantenimiento de la paz. La percepción que tiene su esposa Maria, interpretada de manera espléndida por la actriz sueca Lisa Carlehed, que tiene más posibilidades en la serie para brillar, es completamente distinta a la del traidor colaboracionista, haciendo referencia a la labor humanitaria que ejerció su marido en Ucrania, donde ayudó a salvar las vidas de miles de personas durante la hambruna del Holodomor, que provocó la muerte de un millón y medio de personas, y que muchos atribuyen a un plan ideado por Stalin: "He visto a madres comerse a sus hijos", afirma Quisling. Basada en las notas del diario que escribió Peder Olsen, el planteamiento de la miniserie es una mirada compleja hacia la personalidad del protagonista, y destaca especialmente en las conversaciones filosóficas y teológicas que mantienen el pastor y el condenado. Incluso ofrece una perspectiva humana en el episodio Dag for dom (Día de juicio) (T1E5), cuando se decide la sentencia, que se representa a través del cambio en la actitud del guardia Arvid (Arthur Hakalahti), desde el desprecio del principio hasta cierta conmiseración, porque la figura prepotente de Quisling también se va humanizando, aunque sin abandonar su carácter mesiánico (llega a comparar sus últimos días con los de Jesucristo). Pero la serie nunca pretende ofrecer una ridiculización del personaje, aunque la interpretación de Gard B. Eidsvold (cuyo padre fue torturado por los nazis) transmita cierta teatralidad, sobre todo en sus arrebatos de ira, que sin embargo mantiene en un equilibrio perfecto que llega a hacerle más humano. Resulta difícil saber qué es realidad y cuáles son los elementos de ficción en la historia, a pesar de que durante el transcurso de la miniserie se muestran imágenes de archivo de Oslo en 1945 como apuntes de veracidad. Pero las conversaciones son perfectamente creíbles y profundizan en la complejidad del personaje, hablando del olvido de las brutalidades cometidas, apoyándose en tonos verdosos de una fotografía que subraya el carácter opresivo de la celda, y de una notable banda sonora de Jonas Colstrup (1979, Dinamarca) que refuerza el tono claustrofóbico. El relato de Quisling, como el de muchos nazis, se justifica en el desconocimiento, cuando afirma que no sabía que los noruegos deportados acabarían en campos de muerte, o que no pretendía una persecución contra los judíos (a pesar de que en el juicio se hace referencia a sus discursos antisemitas). Incluso aunque le llevan a visitar una de las fosas comunes encontradas en los alrededores de Oslo, el político afirma que "ayudó a más judíos que otros en Noruega". En Retssaken (El juicio) (T1E3), la intervención de Leo Eitinger (Benjamin L. Røsler) un médico judío que sobrevivió a Auschwitz, es una referencia sobrecogedora al millar de ciudadanos que fueron enviados a Polonia, de los que solo regresaron doce después de la guerra. La esposa del pastor Peder, Heidi Olsen (Lisa Loven Kongsli) representa a los noruegos que sufrieron las consecuencias de la política de Quisling, considerándolo un traidor y sin entender cómo su marido puede encontrar algo de humanidad en el hombre responsable de la muerte de tantos compatriotas. Quisling se plantea por tanto como una propuesta reflexiva que trata de abordar las complejidades de los diferentes puntos de vista, y no evita la representación de la crueldad de la pena de muerte en su carácter casi ritual, aunque no entra en el debate sobre el carácter vengativo de su reinstauración por parte de los vencedores. La controversia en Noruega proviene de la representación más humana de Vidkun Quisling, porque sigue siendo una figura política reivindicada por grupos de extrema derecha: durante el juicio contra Anders Behring Breivik, el responsable de los atentados de 2011 que el propio Erik Poppe retrató en la película Utøya: 22 de julio (2018), el terrorista reivindicó la figura de Quisling, y en la grabación del autor del atentado en la mezquita de Bærum en 2019 también se le mencionaba. Convertida en uno de los éxitos de este invierno en Noruega, Quisling es una propuesta inteligente que mira desde la actualidad del auge de los extremismos a una parte oscura de la historia de Noruega.______________________________Una de las sorpresas de 2022 fue la serie Kids in crime (Filmin, 2022-), ganadora de todos los premios posibles en Noruega y exportada internacionalmente con gran éxito. La historia se centraba en el auge, entre finales de los noventa y principios de los años 2000, de las anfetaminas y sobre todo el Rohypnol (flunitrazepam) entre los aficionados a las adicciones de mezclas. El flunitrazepam fue el somnífero más vendido en Noruega en los años ochenta y noventa, y su facilidad para comprarse provocó que muchos adictos se inyectaran una mezcla de heroína y de Rohypnol, que podía llegar a ser mortal, por lo que las autoridades sanitarias lo colocaron dentro del grupo de medicamentos más difíciles de recetar. Conocido también como la "droga de la violación", el Rohypnol ya no se comercializa en Noruega, y las prescripciones que se hacen se piden directamente al fabricante Roche en Suiza. La esperada segunda temporada de Kids in crime se sitúa precisamente en un momento en el que el Rohypnol, "la pastilla que lo resuelve todo", como dice Mónica (Lea Myren) en el episodio Pårusning nå! (¡Intoxicación ahora!) (T2E2) comienza a escasear en Østfold, la provincia en la que se sitúa la pequeña ciudad de Sarpsborg en la que se desarrolla la historia. El creador y director de la serie, Kenneth Karlstad (1984, Noruega) tiene el reto de estar a la altura de una primera temporada que ofrecía una historia sencilla pero con un estilo desbordante, que en el aparente caos de la mezcla entre diferentes formatos y texturas, utilizando cámaras VHS, casi construye una representación visual del continuo estado de colocón de los protagonistas. Pero la segunda temporada parece querer abordar algunos temas más profundos, y comienza sorprendiendo con un episodio en blanco y negro más estilizado, Arvelig belastet (Carga hereditaria) (T2E1), que hace referencia al origen tater (romaní) de Monica y a los abusos cometidos por las políticas noruegas de asimilación y esterilización de los taters en los años cincuenta. 

Vientos nórdicos 2024 - Parte 6: Las series escandinavas que vendrán

Kids in crime 

Temporada 2 | TV2 Play | 8x20' ★★

Creada y dirigida por Kenneth Karlstad

Subjektprisen '24: Premio Cine/TV del Año


El cortometraje documental Tatere (Vibeke Løkkeberg, 1973) provocó un gran debate en Noruega porque denunciaba los abusos del campo de trabajo Svanviken, que recibía ayudas estatales, y parte de esa realidad es mostrada a través de la experiencia en un orfanato de Lissy (Wenche Bjerke), la abuela de Monica (basada en la historia real de una vecina de Sarpsborg), que está empeñada en que su nieta se desintoxique, por las buenas o por las malas. Pero Kids in crime no se hace más seria aunque aborde temas de discriminación racial centrándose en el personaje de Monica. Por el contrario, la aparición de los tres protagonistas de la primera temporada vuelve a desplegar todos los recursos visuales que es capaz de proponer el director, con un episodio En fin dag (Un buen día) (T2E7), que presenta a Tommy (Kristian Repshus) y Freddy (Jakob Oftebro) en una de las secuencias más locas de toda la temporada. Mientras Pål Pot (Martin Øvrevik) se recupera de un intento de suicidio, Tommy Montana es obligado a hacerse análisis de orina para demostrar que está limpio, aunque tiene algunas formas ingeniosas y bastante divertidas de evadir los controles. Al contrario que otras series que abordan las adicciones a través de mensajes de autoayuda, Kids in crime trata el tema con un aparente desenfado pero mostrando unas vidas tan caóticas e infernales que no le hace falta expresar textualmente lo cabronas que pueden ser las adicciones, como la llamada cocaína rosa, la ketamina, en el episodio Rosa marssipan (Roza mazapán) (T2E6), en el que los protagonistas se reúnen en una fiesta que acabará como el rosario de la aurora. En realidad, la serie cuenta poco pero avanza mucho, divirtiéndose con algunas referencias, como el personaje de Tor Inge (Gaute Askild Næsheim), apodado "La Cosa", un suministrador de Freddy que parece una especie de Walter White de Breaking bad (Netflix, 2008-2013). Y envuelve a sus protagonistas en un círculo vicioso en el que ellos mismos se encuentran cómodos, que puede recordar a aquel documental finlandés, Reindeerspotting. Escape from Santaland (Joonas Neuvonen, 2010), sobre un grupo de amigos que huían de una ciudad perdida para adentrarse en un viaje físico y adictivo, aunque sobre todo se recrea y asume con total honestidad las influencias de directores como Danny Boyle y Martin Scorsese. Lo interesante de Kids in crime, y lo que la separa de una simple trivialidad sobre un cuarteto de personajes que no pueden (o no quieren) escapar de ese estado mental que les hace olvidarse de que viven en una ciudad de mierda con expectativas nulas de futuro, es que sabe cómo cambiar la expresión del espectador dentro de una misma escena. Puedes estar riéndote de una broma para pasar a continuación a un tono de oscuridad radical, puedes sentir cierta emoción (y en esta temporada hay aspectos muy humanos de los personajes, especialmente en el caso de Monica y sus antecedentes romaníes), pero al minuto siguiente estar envuelto en ese tono de gamberrada friki que caracteriza a los protagonistas, especialmente cuando aparece el desquiciado Freddy Hælvette (Freddy Infierno), que es una de las mejores composiciones que ha hecho el actor Jakob Oftebro, que parece disfrutar mucho. Hay algunos episodios como Parradis (T2E8) que tienen una tonalidad de película de terror al estilo de La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974), y hay unas albóndigas (de esas que a los noruegos les encanta comer con puré de patata) y un pitbull llamado Pitufo que merecen la atención del espectador. También quiere tener más trascendencia acercándose a los desplazados de la sociedad noruega, ya sean taters o jóvenes desubicados, los que no forman parte de la normalidad e inevitablemente son catalogados como delincuentes. Con la intención de escribir una tercera temporada (que aún no ha sido confirmada oficialmente), más centrada en el personaje de Pål Pot, y quizás regresando atrás en el tiempo, Kids in crime mantiene ese ímpetu de la primera temporada, habla de cuestiones más relevantes y crece al mismo tiempo que crecen sus personajes. 

Vientos nórdicos 2024 - Parte 6: Las series escandinavas que vendrán

Oro jaska

Miniserie | NRK | 6x25' ★★

Creada por Silje Bürgin-Boch, Vegard Bjørsmo

Dirigida por Petter Holmsen, Ánne Mággá Wigelius


El título de esta nueva serie juvenil de la televisión pública noruega se podría traducir como "Cállate la boca" y hace referencia a la cultura de silencio que existe en algunas comunidades sami en torno a cuestiones como el abuso sexual y la homosexualidad, dos de los temas que forman la parte central de la historia. En los últimos años, los países nórdicos se han abierto a contar historias de los sami narradas por ellos mismos, reflejando las preocupaciones de la primera población autóctona del territorio, y que como suele ser habitual ha sido progresivamente aislada en grupos pequeños. La película Dejad que el río fluya (Ole Giæver, 2023), fue una de las más relevantes del año pasado, ganando los principales premios Amanda del cine noruego, mientras que la serie Vi lover et helvete (NRK, 2023), también estaba protagonizada por una joven de la comunidad sami. Oro jaska (NRK, 2024) ha sido co-creada por uno de sus dos protagonistas, Vegard Bjørsmo (2001, Noruega), quien se dio a conocer a los diecinueve años como participante en el concurso musical de la televisión noruega Stjernekamp (NRK, 2012-) y ha doblado a la lengua sami algunas películas de animación. Pero sobre todo está conectada con la otra protagonista, Kátjá Rávdná Broch Einebakken (1999, Noruega), quien vivió una experiencia similar a su personaje, cuando al despertar después de una fiesta descubrió que había sido violada, aunque su denuncia fue desestimada por falta de pruebas (según Estadísticas de Noruega, la mitad de los casos de abusos sexuales denunciados no llegan a juicio). Su experiencia la contó en un reportaje publicado este verano que hacía referencia a los problemas de abusos en Kautokeino, una pequeña comunidad de la región de Finnmark con estadísticas muy preocupantes: según un informe elaborado en 2021, el 12% de los estudiantes de la escuela secundaria de Kautokeino afirmaba haber sido obligado a realizar actos sexuales. Sin embargo, el porcentaje de denuncias a la policía resultaba significativamente bajo (NRK, 24/8/2024). La historia de Oro jaska está contada por Elli Anne (Kátjá Rávdná Broch Einebakken), una adolescente que vive en Karasjok, un municipio de Finnmark, que prefiere estar apartada de su entorno, a la que sus compañeros de estudio la consideran poco sociable. Cuando acude a una fiesta organizada por algunos estudiantes, conecta con Issát (Vegard Bjørsmo), el chico que despierta pasiones entre sus compañeras de clase, y que es una de las principales promesas de las carreras de motos de nieve, a punto de clasificarse para una competición internacional en Estados Unidos. Elli Anne se ha hecho amiga de Sajje (Estrid Gustafsson-Fjellheim), una joven sueca recién llegada al pueblo que trata de integrarse dentro de sus raíces sami. Pero después de una noche de alcohol, Elli Anne despierta en una habitación de la casa sin recordar mucho de lo que ocurrió, pero con la sensación de haber sido violada y con magulladuras en los brazos, y solo consigue recordar que la última persona con la que estuvo fue Issát.  Aunque Elli Anne toma la decisión de no denunciar porque no está realmente segura de lo que ocurrió, los rumores comienzan a propagarse por el instituto y surge una acusación contra Issát de haberla violado, aunque él oculta que en realidad se siente atraído por los chicos, dentro de una comunidad donde Emil (Benjamin Valio-Engebø), un joven del que todo el mundo sospecha que es homosexual, sufre algunos episodios de acoso por parte de sus compañeros de clase, especialmente Lemet (Ole-Gabriel Buljo). Es interesante que una serie como Oro jaska aborde temas como la homofobia y el abuso sexual en comunidades pequeñas, y lo haga desde dentro, en una propuesta que está creada y protagonizada por miembros de esas comunidades que incluso han experimentado casos parecidos. Se calcula que el 21,8% de las mujeres samis sufren violencia sexual en algún momento de sus vidas, una cifra superior al 15,6% de las mujeres no samis, según el segundo estudio sobre salud y condiciones de vida en  zonas noruegas y suecas con asentamientos sami (SAMINOR 2, 2012-2014), del que entre 2023 y 2025 se está realizando la tercera prospección. La serie aborda el tema de una manera sencilla, centrándose en dos personajes principales que ocultan secretos importantes: la violación y la homosexualidad, reflejando una realidad que permanece todavía en las comunidades más pequeñas. Los directores Petter Holmsen, que ha dirigido series como Post mortem: Nadie muere en Skarnes (Netflix, 2021) y Ánne Mággá Wigelius, utilizan frecuentemente los encuadres que sitúan a los personajes entre marcos de ventanas o puertas que reflejan de qué manera se sienten atrapados dentro de una comunidad en la que no pueden expresar libremente sus sentimientos. En el episodio Trusselen (La amenaza) (T1E5), la visita de Issát a la casa de Emil les enmarca desde el exterior en una ventana iluminada por las velas que destaca en medio de la oscuridad de la noche, pero cuando Issát recibe un mensaje que amenaza con desvelar su secreto, la cámara enfoca otra ventana que refleja la separación de los personajes. Hay algunos recursos visuales interesantes en una serie que en cuanto a la historia camina por terrenos previsibles, introduciendo un antagonista algo estereotipado. Pero su honestidad a la hora de denunciar el grado de opresión y la cultura de silencio en algunas comunidades resulta muy efectiva, y refleja claramente la relevancia del tema. Cuando las jóvenes que han sufrido abusos exponen su realidad, otras mujeres la reconocen en ellas mismas. Hay un espíritu de sororidad que refleja que, independientemente de que tengan resultados policiales, el silencio es su peor enemigo: "Aunque tus palabras no sean escuchadas, puedes mostrar tu verdad. Tu coraje es tu principal fortaleza", le dice su abuela a Elli Anne en Sanhetten (La verdad) (T1E6). Al margen de co-escribir y protagonizar la serie, Vegard Bjørsmo también ha compuesto e interpretado algunas canciones para la banda sonora, como el tema principal cantado en sami "Lohpádus (Promesa)", una canción que formará parte de su EP Arvvis eai oidno gatnjalat (2025), y que habla precisamente sobre su experiencia como un joven queer en una pequeña comunidad sami.

ISLANDIA

A pesar de su ser un país pequeño, con poco menos de 400.000 habitantes, Islandia se ha colocado en una posición destacada dentro del panorama audiovisual internacional, con datos que indican que en los últimos diez años el crecimiento de los ingresos operativos de su industria cinematográfica ha sido del 80%, alcanzando la cifra de 27.800 millones de coronas islandesas (183 millones de euros) en 2021 frente a los 12.000 millones de coronas islandesas (79 millones de euros) que logró en 2012 (Iceland Review, 19/5/2023). Esto ha provocado que el número de directores haya crecido sustancialmente en los últimos años, llegando a 800 en la actualidad, dentro de una industria que se ha visto beneficiada por la llegada de las plataformas de streaming y las inversiones en la producción islandesa, como la serie Katla (Netflix, 2021), aunque no ha tenido continuación. Otra de las razones es el aumento de los incentivos fiscales que ha marcado las políticas de apoyo al audiovisual desde hace tiempo (Islandia fue uno de los primeros países europeos en introducir los incentivos para producciones rodadas en su territorio en el año 1999). El gobierno introdujo alguno cambios en estos incentivos, de manera que a la recuperación del 25% de la inversión, que es el más generalizado, se incorporó uno nuevo del 35% para grandes producciones, siendo True detective: Noche polar (Max, 2024-) la primera serie que logró este nuevo incentivo fiscal. Aunque se desarrolla en Alaska, toda la producción se realizó en Islandia, con un 80% de personal local, recreando los escenarios en los dos grandes estudios que existen en el país, Fossa Studios y RVK Studios, del que es socio el director Baltasar Kormákur, responsable de series como Atrapados (Netflix, 2015-2021). A esta situación contribuye también el éxito de las películas islandesas en festivales internacionales, entre las más recientes When the light breaks (Rúnar Rúnarsson, 2024), que vimos en el Festival de Cannes, y Touch (Baltasar Kormákur, 2024). ______________________________
Uno de los mayores éxitos internacionales procedentes de Islandia es el drama político The Minister (RÚV, 2020-2024), que fue calificado en su momento como una especie de Borgen (Netflix, 2010-2022) islandés, una comparación algo exagerada porque no llegaba a tener la profundidad de los planteamientos sobre la vida política que tenía la serie de Adam Price, pero introducía un elemento interesante: una reflexión sobre las convenciones de los círculos políticos a través de la mirada del Primer Ministro Benedikt Ríkarðsson (Ólafur Darri Ólafsson), cuya enfermedad mental de trastorno bipolar trataba de ser ocultada por su propio partido, donde también se producían luchas de poder. El planteamiento ofrecía una visión sobre el mundo de la política desde un personaje de gran brillantez cuya enfermedad también le permitía afrontar de una manera diferente (y a veces incómoda) las contradicciones de las interioridades de los partidos y las relaciones diplomáticas. Sin embargo, a pesar del éxito internacional que logró, algunas circunstancias externas impidieron que se iniciara la producción de una segunda temporada, entre ellas la pandemia del coronavirus y también la agenda del actor Ólafur Darri Ólafsson, uno de los más populares de su país, con numerosos proyectos internacionales. Le hemos podido ver en la primera temporada de El turista (Max, 2022-2024), como narrador en Boat story (SkyShowtime, 2023) y más recientemente en la tercera temporada de Somebody somewhere (Max, 2022-2024) y en el scandisaster La Palma (Netflix, 2024). De manera que hasta 2023 la cadena pública RÚV, que produce la serie en colaboración con el resto de canales públicos de los países nórdicos, no confirmó definitivamente que habría una segunda temporada de esta serie. Curiosamente, el retraso ha provocado que este regreso coincida con uno de los momentos políticos más complejos en el país, donde en octubre se rompió la coalición de tres partidos que gobernó durante siete años, convocando unas elecciones anticipadas que se celebraron hace una semana, y en las que el Partido de la Independencia ha sido derrotado por primera vez desde que Islandia se separó de Dinamarca en 1944. La victoria fue para la Alianza Socialdemócrata, que tendrá que gobernar en coalición, pero en el horizonte está la posibilidad de que el cambio de gobierno y una modificación de la tendencia en las encuestas, propicie una nueva petición de Islandia para ingresar en la Unión Europea. En cada episodio de esta temporada de The Minister se incluye una frase pronunciada por un político real, y en el Episodio 5 se menciona la "imposibilidad política" que el ex-primer ministro Bjarni Benediktsson pronunció como razón principal para disolver el Parlamento. 

Vientos nórdicos 2024 - Parte 6: Las series escandinavas que vendrán

The Minister

Temporada 2 | RÚV | 8x45' ★★

Creada por Jónas Margeir Ingólfsson, Birki Blæ Ingólfsson

Dirigida por Arnór Pálmi Arnarsson, Katrín Björgvinsdóttir

Aunque han pasado cuatro años desde la primera temporada, esta segunda comienza donde acabó la anterior, después de que Benedikt Ríkarðsson pronunciara un discurso en televisión en el que reconocía su trastorno bipolar. Los dos primeros episodios muestran cómo se enfrenta a la depresión en su fase más baja de la bipolaridad, pero también provocada por los medicamentos que está tomando. La relación que establece con Kári (Gunnar Hansson), un repartidor de periódicos que también sufre episodios de depresión, le permite comenzar una rutina que contribuye a mejorar su estabilidad psicológica, pero asimismo le coloca de frente con un sistema fallido de atención a la salud mental que se convierte en uno de sus primeros objetivos cuando regresa al gobierno. En el Episodio 2, de introspección psicológica, Benedikt se enfrenta a la necesidad de tomar el control de su enfermedad cuando su esposa Steinunn (Aníta Briem) se encuentra a punto de dar a luz. En su propio partido hay reticencias a que Benedikt sea el responsable de formar un nuevo gobierno antes que convocar elecciones, pero no hay ninguna ley que lo impida, así que en contrapartida el Primer Ministro en funciones, Finnbogi (Baldur Trausti Hreinsson), le propone regresar en una cartera ministerial que le permita ir adaptándose. Para Benedikt es importante ocupar el puesto de Ministro de Sanidad para introducir cambios en el sistema de atención psiquiátrica (Islandia ocupa el tercer puesto en mayores tasas de suicidios en el mundo, por detrás de Finlandia y Dinamarca, y por delante de Suecia, todos países nórdicos). Pero por el momento le asignan el Ministerio de Exteriores, un cargo no demasiado compatible con la necesidad de mantener una rutina en su vida diaria. Como en la primera temporada, The Minister utiliza la mirada de Benedikt para cuestionar algunos aspectos de la vida política: se pregunta por qué existen los embajadores, si hay una conexión directa a través de las nuevas tecnologías, de manera que propone eliminar las principales embajadas de Islandia en otros países. También propone programar las vacaciones de los islandeses en virtud de las predicciones meteorológicas, para conseguir que los periodos vacacionales coincidan con los escasos días soleados del país. 

La serie elabora un juego de intrigas políticas a través del personaje de Grímur (Thorvaldur Kristjansson), un amigo de la familia que se debate, como en la primera temporada, entre su amistad con Benedikt y su propio beneficio personal, e incluso con las interferencias de Steinunn en las decisiones de su marido. Menos sólida que la temporada anterior, la segunda alterna episodios más endebles como el que se desarrolla en las islas Feroe durante el Consejo Nórdico que reúne a los ministros de exteriores de los países escandinavos, y que termina con una crisis algo forzada. Pero hay otros más interesantes como la crisis diplomática que se produce entre Islandia y Noruega cuando una embarcación islandesa se dirige a la península de Svalbard para pescar bacalao en aguas internacionales. El momento de tensión en el intenso Episodio 7 es aprovechado por Svanhvit (Tinna Hrafnsdóttir) para presionar a Finnbogi para que deje solo a Benedikt tratando de resolver este conflicto internacional, forzándolo a tomar decisiones que pueden acabar con su carrera. The Minister logra proponer reflexiones interesantes sobre la salud mental, en la que se centra sobre todo esta segunda temporada, y las decisiones políticas, introduciendo referencias a Jón Sigurðsson, el que fuera líder de la independencia de Islandia, y la frase que aparece en su tumba, dicha por los daneses en tono admirativo: "El hijo deseado de Islandia, su honor, su espada y su escudo". Pero también hay un cuestionamiento sobre la manera en que los políticos islandeses han gestionado esa independencia. Con un final que no nos ha convencido demasiado, y que parece un desenlace definitivo de la serie, The Minister mantiene el interés de una propuesta que a veces lidia con elementos narrativos complejos y que sus creadores, los hermanos Jónas Margeir Ingólfsson y Birki Blæ Ingólfsson, han sabido llevar hasta ciertos límites con valentía. ______________________________Uno de los grandes fenómenos literarios de este año en Europa ha sido la escritora Satu Rämö (1980, Finlandia), especialmente a través de sus novelas que forman parte de la serie Hildur (2022-2024), protagonizadas por la investigadora islandesa Hildur Rúnarsdóttir, quien trabaja habitualmente con el policía finlandés Jakob Johanson: Hildur (2022), Rósa & Björk (2023), Jakob (2023) y Rakel (2024), publicada el pasado mes de noviembre, componen esta tetralogía de la que el año pasado fue la escritora finlandesa más vendida en su país, y cuyos libros ya se han introducido con buenas ventas en Gran Bretaña y Alemania, aunque todavía no se han publicado en España. Lo importante de este destacado éxito literario es que ha servido para exportar el término Nordic Blue, una definición que es reivindicada como la respuesta islandesa al género conocido como Nordic Noir, y que trata de señalar una forma de acercarse a la ficción criminal desde una mirada diferente. El término surge del paisaje azulado que se puede encontrar en algunos lugares de Islandia, y es definido por la autora "como un Nordic Noir, pero más humano. No se trata tanto de un crimen romántico, sino que se centra en cómo las personas se relacionan con otros en su vida en general. Tiene un aspecto de psicología social" (The Guardian, 7/10/2024). Esta definición encaja perfectamente con la serie Black sands (Stöð 2, 2022-2024), cuya primera temporada a veces fue descrita como un thriller criminal demasiado slow burn, pero que fue un notable éxito y en realidad es más disfrutable si se ve bajo el prisma de la definición de Nordic Blue, es decir, una historia que al margen de la investigación policial sobre el asesinato de una turista encontrada en una de las famosas playas de arena negra de Reynisfjara, se construye a partir de las relaciones personales que se asientan en el pasado entre los miembros de una pequeña comunidad. 

Vientos nórdicos 2024 - Parte 6: Las series escandinavas que vendrán

Black sands

Temporada 2 Final | Stöđ 2 | 8x45' ★★

Creada por Baldvin Zophoníasson, Andri Óttarsson

Dirigida por Baldvin Z, Álfheiður Marta Kjartansdóttir, Erlendur Sveinsson

En la primera temporada, la detective Aníta Elínardóttir (Aldís Amah Hamilton) acababa de regresar a su ciudad natal después de ser obligada a abandonar Reykjavik, donde había pasado los últimos catorce años. En cierto modo, su salida de la pequeña ciudad de Glerársandar en la que creció se debió a su madre abusiva Elín (Steinunn Ólína Þorsteinsdóttir), quien durante años dirigió un centro para jóvenes huérfanas, pero que nunca tuvo una buena relación con su hija. El hallazgo de una turista en la playa revela rápidamente que se trata de un asesinato, lo que inicia una investigación que progresivamente se relaciona con el propio pasado de Aníta y su familia. La primera temporada se recreaba en una tonalidad oscura que la acercaba más a un drama psicológico que a un thriller criminal, estableciendo relaciones entre algunos de los personajes principales que mostraban su lado más complejo. Alejada de las protagonistas que habitualmente encuentran respuestas, el personaje de Aníta, que fue desarrollado con la actriz Aldís Amah Hamilton participando en los guiones, mantiene una relación con el investigador Gústi (Ævar Þór Benediktsson), que está casado, mientras que el jefe de la policía, Ragnar (Þór Tulinius), se ha convertido en parte de su familia porque desde hace años tiene una relación sentimental con su madre Elín. Con un final dramático que situaba a la protagonista en una situación complicada, la primera temporada desarrollaba personajes no del todo confiables, mientras que esta nueva historia establece una dinámica mucho más complicada. Comenzando quince meses después de los acontecimientos de la primera, la segunda temporada presenta a Aníta enfrentándose a la maternidad, pero reflejando las consecuencias de una depresión postparto que cuestiona su capacidad para dedicarse al cuidado de un bebé. También influye en su comportamiento el trauma de unos acontecimientos ocurridos en la temporada anterior como una influencia sombría. En esta segunda temporada, que se plantea como el final de la serie, las investigaciones comienzan con una denuncia que hace Helena (Ólafía Hrönn Jónsdóttir) en la comisaría contra Davíð (Pálmi Gestson), el tío de Aníta que trabajaba en el orfanato junto a su madre Elín. Helena le acusa de haber practicado abusos sexuales contra ella y otras adolescentes mientras se encontraban en la casa de acogida. Con Aníta enfrentándose a la maternidad, la agente de policía Fríða Melsteð (Lára Jóhanna Jónsdóttir) se convierte en esta temporada en la investigadora principal junto a Gústi, que se ha trasladado a Glerársandar como nuevo jefe de policía. Planteada como una continuación directa de la anterior, más como una segunda parte que como una nueva temporada, Black sands II es más compleja en la forma de abordar temas como los abusos y la depresión que envuelven a la historia en una tonalidad casi gótica, subrayada por los paisajes grises y el entorno de arena negra que les rodea. Hay una narración más claustrofóbica y la protagonista a veces tiene comportamientos cuestionables, especialmente en relación con su hija Erla. Aunque está oficialmente de baja por maternidad, Aníta no puede evitar involucrarse en los acontecimientos, regresando al trabajo antes de lo previsto e iniciando ella misma una investigación en paralelo para descubrir cuál es la implicación real de su tio Davíð y su madre Elín en las denuncias. Ahora que Aníta es madre, se cuestiona continuamente si ella está destinada a cometer los mismos errores que su propia madre alcohólica y maltratadora, y si realmente está preparada para enfrentarse a la repetición de un ciclo familiar marcado por la tragedia. Black sands II abunda más en el drama psicológico y va construyendo un desarrollo que se hace progresivamente más tenso, llevando a sus personajes principales al límite y evitando lugares comunes, lo que la convierte en una de las muestras más inteligentes de Nordic Blue que se han estrenado en los últimos años. El tiempo de la felicidad se estrena en Filmin el 28 de enero.La tutoría (Armand) se estrena en salas el 21 de febrero.______________________________________Películas mencionadas:
La peor persona del mundo se puede ver en Filmin, Max y RTVE Play.La singular vida de Ibelin se puede ver en Netflix. No other land, Los emigrantes, Reindeerspootting y Dejad que el río fluya se pueden ver en Filmin. Terremoto se puede ver en Prime Video. La decisión del rey se puede ver en Acontra+ y Filmin. Utøya. 22 de julio se puede ver en Filmin y Prime Video. 


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