El 12 ha sido siempre un número simpático y amable, que nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia representando la unión y la perfección.
Hace dos años que vivimos de prestado. Algunos expertos en la cultura maya predijeron que el 21 de diciembre de 2012 el mundo iba a desaparecer. Pero no fue así.
En realidad, el doce es un número que está presente en nuestra vida habitual desde el inicio de los tiempos, y nunca nos ha deparado ningún tipo de desgracia, sino muy al contrario, es considerado un número simpático y amable.
Ya nuestros antepasados se dieron cuenta de que la Luna gira unas 12 veces alrededor de la Tierra cada año. Por ello, los astrónomos, tanto occidentales como orientales, dividieron la ruta del Sol a través del la cúpula celeste en doce constelaciones, los doce signos del Zodiaco.
En Babilonia, donde el control de los ciclos lunares y solares era muy importante para la buena práctica de la recién inventada agricultura, adoptaron el número 12 como base de su sistema de numeración.
Esto les proporcionaba numerosas ventajas en sus cálculos, ya que el número 12 es divisible por muchos factores: 1, 2, 3, 4 y 6, muchos más que el número 10.
Desde entonces aún subsisten ciertas medidas del tiempo basadas en dicho sistema duodecimal: 12 meses, 12 horas en la esfera del reloj analógico, 12 x 5 minutos en cada hora, 12 x 5 segundos en cada minuto.
Y también existen otros sistemas de medición basados en el número 12: un pie contiene 12 pulgadas, 1 palmo son 12 dedos, o una fanega contiene 12 celemines. Por no hablar de los productos que aún hoy en día seguimos comprando por docenas, como los huevos.
De hecho, en la actualidad, hay personas muy aficionadas a dicho número, y algunas de ellas han constituido sociedades, como las estadounidenses ‘The Duodecimal Society’ y ‘Dozenal Society of America’, o la británica ‘The Dozenal Society of Great Britain’, que proponen la eliminación del sistema decimal y la instauración del sistema duodecimal.
En esto probablemente estarían de acuerdo gran parte de las culturas que han existido a lo largo de la historia. Así, en la mitología griega eran 12 los dioses olímpicos del Panteón, esto es, los considerados como dioses principales, y también fueron 12 los trabajos encargados a Hércules.
Los romanos tuvieron también su Ley de las XII Tablas, una especie de declaración de los derechos humanos para los ciudadanos del Imperio.
Para los hebreos, según la Biblia, el patriarca Jacob tuvo 12 hijos, de donde surgen las doce tribus de Israel. También cuentan con 12 patriarcas, doce puertas de la Jerusalén celestial y 12 frutos del árbol de la vida. Además, cuando las mujeres cumplen 12 años, celebran su paso a la vida adulta con el rito del Bar Mitzvah.
Los cristianos herederaron las tradiciones de los judíos, y añadieron alguna referencia más. Así, hay 12 días desde la Navidad hasta el día de los Reyes Magos, y Jesús tuvo doce apóstoles.
Y los musulmanes añadieron a la tradición judeocristiana otras referencias. Así, son doce los imanes declarados como legítimos sucesores del profeta Mahoma.
En la India, el dios Surya que representa el sol tiene 12 nombres distintos en sánscrito, la lengua sagrada del hindusimo; en la mitología nórdica, Odín tuvo 12 hijos; en el mito artúrico, el rey Arturo se rodeó de 12 caballeros en su famosa Tabla Redonda; y en Japón, el supremo creador del universo está cómodamente sentado sobre 12 almohadones.
En el mundo del arte, nos encontramos con las películas de Doce monos, Ocean’s twelve, Doce hombres sin piedad o Los doce del patíbulo; las doce notas de la escala cromática musical; los doce cascabeles que lleva mi caballo; la estupenda historieta ‘Las doce pruebas de Astérix’, o la bandera de Europa, que luce 12 estrellas como símbolo de perfección y de unión.
Y en el deporte, es famoso el jugador número 12, que designa a los seguidores de los equipos. De hecho, hay ciertos clubes (Bayern de Munich, Feyenord, Portsmouth...) que no permiten que ninguno de sus jugadores lleven dicho número, reservado para su afición.
Por todo ello, esta combinación de doces que se nos presenta este viernes sólo puede depararnos acontecimientos positivos para todos (excepto para Cenicienta, claro está).
Así que mientras contamos los días que faltan para celebrar la entrada de un nuevo año tomando 12 uvas mientras suenan las doce campanadas, vamos a pasar todos un buen fin de semana como adelanto de las fiestas que están al caer. Y si lo hacemos tomando un buen whisky de 12 años, pues mejor aún. ¡Buen finde!