Sí, ya sé que es
viernes noche
y que a vosotros
no os acechan
la miseria, las canas,
y el dolor inconcebible.
Aunque desgranéis
poemas de exquisita
y atormentada desesperación
tan celebrados que
cada viernes noche
os inviten a eventos y fiestas
en que mujeres apoteósicas
ofrecen champagne
en zapatos de tacón
y la crítica rompa en júbilo
y vuestro editor os hable
y los amigos os respondan
las llamadas de madrugada
y yo os aplauda en batín
con enfermiza envidia
desde minusválidos versos
mientras dudo en pulsar
el botón de publicar
y lloro de felicidad ajena.
Revista Libros
Sí, ya sé que es
viernes noche
y que a vosotros
no os acechan
la miseria, las canas,
y el dolor inconcebible.
Aunque desgranéis
poemas de exquisita
y atormentada desesperación
tan celebrados que
cada viernes noche
os inviten a eventos y fiestas
en que mujeres apoteósicas
ofrecen champagne
en zapatos de tacón
y la crítica rompa en júbilo
y vuestro editor os hable
y los amigos os respondan
las llamadas de madrugada
y yo os aplauda en batín
con enfermiza envidia
desde minusválidos versos
mientras dudo en pulsar
el botón de publicar
y lloro de felicidad ajena.
