Revista Cultura y Ocio

Viernes santo, un rato después de las tres de la tarde

Publicado el 06 abril 2012 por Ion
Su cabeza en las rodillas de la madre
sus pies en las rodillas de la Magdalena
a la luz agonizante de un día eterno
alrededor estrellas a punto de aparecer
María cubre de besos el rostro desfigurado
Magdalena de lágrimas los pies heridos
comienzan a limpiarlo con más cuidado que si estuviera vivo
María le desprende la corona de espinas
con tanta precaución como si la cabeza pudiera resucitar de
                                                                           /un dolor muy brusco
el universo observa con curiosidad esa corona azul
la herida del costado mira como un abismo
María limpia y lava la faz del mundo
cuánta noche estrellada hasta llegar a los pies
a los ojos llorosos de la Magdalena
la tierra se despide como una madre
besos eternidad de besos sobre Jesús adiós.
(José M. Ibáñez Langlois, Libro de la Pasión, VIII, 9)


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