Octavio, mas tarde conocido como Augusto, fue el gran organizador de las estructuras sobre las que crecerá y se desarrollará el Imperio Romano. Fueron muchos los campos en los que introdujo modificaciones e innovaciones y uno de ellos fué el de la seguridad, protección y planificación urbanística de la ciudad de Roma. Fue el responsable de la creación del cuerpo de los Vigiles, una fuerza de bomberos y policía nocturna encargada de prevenir y combatir los incendios que solían azotar una ciudad cuyos edificios se construían con ladrillos baratos y vigas de madera.
Vigil romano. IL. Ugo Pinson
En ellos se hacinaban numerosas personas siendo los que vivían en los pisos más altos, generalmente las más pobres, los más vulnerables en caso de incendio, mientras que los más acomodados, que habitaban los pisos inferiores, con acceso a agua corriente y una fácil salida corrían mucho menos peligro.
Los incendios, a veces fortuitos pero en otras ocasiones claramente intencionados, fueron una amenaza constante para Roma durante casi toda la Antigüedad, debido a la densidad de su población y a la falta de infraestructuras adecuadas para combatirlos, prevenirlos y controlarlos.
Las insulae, construidas en gran medida con materiales que ardían fácilmente como la madera y el adobe, almacenaban leña en muchos casos, sobre todo en las casas de los pisos de las plantas inferiores, que disponían de cocina. No olvidemos que en la ciudad se encendían a diario miles de fuegos, para cocinar en hornillos, para calentarse, para alumbrarse en hogares, templos, termas, edificios civiles, etc y que era muy fácil que cualquiera de estos pequeños fuegos desencadenara en Roma un desastre difícil de apagar que se llevara la vida de miles de sus habitantes.
El poeta Juvenal (Juv. Sat. 3.197-202) en su crítica de la vida en la ciudad nos cuenta en relación a los incendios:
“No, no, debo vivir donde no haya incendios, ni alarmas nocturnas. Ucalegon abajo ya está pidiendo agua a gritos… sale humo de tu ático del tercer piso arriba, pero no sabes nada de eso; porque si la alarma empieza en la planta baja, el último en arder será el que no tenga para resguardarse de la lluvia más que las tejas…”
Los incendios en una ciudad con una relación tan estrecha con el fuego eran numeroso, Rainbird en 1976 escribió que, según sus cálculos, se producían unos 100 por día, aunque pocos, solo 2 por cien, eran verdaderamente peligrosos.
La creación de los vigiles
La idea no era nueva, ya se le había ocurrido a diferentes personajes como Marco Licinio Craso y Marco Egnacio Rufo. El primero, era un rico aristócrata que se hizo famoso por acabar con la rebelión de Espartaco (a pesar de que Pompeyo tratara de apropiarse el mérito) y por ser uno de los tres miembros del Primer Triunvirato, junto al mencionado Pompeyo y César. Terminó perdiendo la vida junto a miles de sus legionarios luchando contra los partos en el desastre de Carras( 53 a.C). Craso, con fuertes inversiones inmobiliarias, fundó una brigada antiincendios compuesta por unos 500 hombres, que actuaban sólo si el dueño del edificio en llamas aceptaba venderle su propiedad, ya quemada, a un precio mucho más bajo del real. Autores como Plutarco le acusaban de provocar los fuegos para beneficiarse después.
Recreación artística de un incendio en Roma. Ralizada por HRA con AI
Marco Egnacio Rufo, durante su servicio como edil curul, le copió la idea a Craso, pero con el mérito de que el servicio que prestaban sus casi 600 esclavos era público y gratuito. Incendios como el del 23 a.C dejaron de manifiesto la utilidad de este servicio y aumentaron la popularidad de Rufo que pagó con la vida su ambición al tratar de hacerse elegir cónsul sin la aprobación del todopoderoso Augusto que, viendo la popularidad que entre el pueblo tenía este servicio de los vigiles decidió seguir adelante con ella.
Sifona : Reconstrucción moderna de una bomba de agua romana,
Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
En el año 6 aC, se fundaron los Vigiles, un cuerpo de bomberos y policía nocturna compuesto inicialmente por esclavos y libertos aunque con el paso del tiempo sus integrantes serán ciudadanos romanos de pleno derecho atraídos por la paga y las ventajas de servir en la capital. Su principal responsabilidad era la prevención y extinción de incendios, así como el mantenimiento del orden público durante la noche. Desde ese cuerpo se les ofrecía facilidades para ingresar en otros cuerpos al servicio de la ciudad o el Emperador como la Guardia Urbana o la Guardia Pretoriana. Su número pasó de los 600 iniciales a los 3.500 hombres
La organización y funcionamiento de los Vigiles:
Los Vigiles fueron organizados en siete cohortes, cada una encargada de la protección de dos de los catorce distritos de la urbs. Cada cohorte formada por unos 500 hombres estaba dirigida por un prefecto. Cada distrito estaba equipado con estaciones de bomberos, ubicadas estratégicamente, que permitían una respuesta rápida y eficiente ante cualquier emergencia relacionada con el fuego. Su lema "Ubi dolor, ubi vigiles" (donde hay dolor, están los vigiles) se podía leer en la fachada de sus estaciones
Plano que muestra la distribución de las cohortes de vigiles en Roma.
Estaban equipadas con material específico como: baldes, esponjas, escobas, hachas, cuerdas, escalas, garfios, esteras, grandes mangueras y bombas(sifona) para echar agua que podían alcanzar hasta los treinta metros. Incluso disponían de ballestas( un arma de artillería que los vigiles utilizaban para lanzar agua y vinagre contra el fuego, en vez de grandes proyectiles y jabalinas que era para lo que estaban concebidas originalmente. Existían dentro de este cuerpo diferentes niveles de especialización: los aquarii manejaban las bombas de agua, los siphonarii se ocupaban de empapar mantas con vinagre para ahogar las llamas y los centones iluminaban con antorchas para facilitar el trabajo de sus compañeros. Además, los Vigiles patrullaban las calles durante la noche para prevenir la delincuencia nocturna y llevaban a los detenidos ante el praefectus urbis, encargado de juzgarlos.
Excubitorium (caseta de vigilancia) de la VII Cohorte Vigilum( Wikimedia Commons)
Las Cohortes Vigilum estaban dirigidas por un praefectus vigilum, normalmente un militar experimentado del orden ecuestre al principio y después a veces también del orden senatorial, en cualquier caso y dado el poder que suponía dirigir un cuerpo de este tipo en Roma, siempre era un hombre de la confianza del Emperador que era el que tenía la potestad de nombrarlo o destituirlo. A efectos de organización, el superior inmediato del preafectus vigilum era el praefectus urbi . En varios casos como en la caída del todo poderoso Sejano en tiempos de Tiberio, este cuerpo jugó un papel clave, sobre todo como contrapoder a la Guardia Pretoriana. Septimio Severo integró estas cohortes en el ejército y algunos de sus miembros fueron eximidos del pago de impuestos en agradecimiento a los servicios prestados.
Su vestimenta, por las lápidas que se conservan, era muy similar al del resto de los militares. Vestían paenula (similar a un poncho con capucha), túnica y espada corta para desenvolverse es sus funciones como guardias nocturnos. Con el tiempo, ya en pleno siglo II, incluso se les encargaron tareas como antidisturbios y policía.
Relieve de un vigile ataviado con paénula , túnica y espada corta.
Gracias a su popularidad Claudio decidió "exportar" la idea al importante puerto de Ostia, donde servían como vigiles, en el año 50 alrededor de setecientos hombres. Muchas otras poblaciones, a instancia de sus ciudadanos más ricos o de los colegios de artesanos y comerciantes, irán creando sus respectivos cuerpos de vigiles que harán de estos lugares, sitios más seguros frente al fuego y la delincuencia.
Augusto no se conformó solo con la creación de los Vigiles, también trató de mejorar la prevención de los incendios mediante la promulgación de normas y reglamentos para el uso de materiales de construcción más resistentes al fuego, así como para la instalación y el correcto mantenimiento de todos los sistemas de agua, como acueductos y cisternas, para abastecer a los bomberos y sobre todo sobre la manera en la que debían construirse esos edificios( insulae): limitando la altura de los bloques de viviendas, aumentando el espacio entre los edificios y el ancho de las calles, etc.. Estas medidas también ayudaron a reducir la frecuencia y la gravedad de los incendios en Roma.
Conclusión
Gracias a los vigiles la Ciudad Eterna pudo enfrentar de manera más efectiva la amenaza constante de los incendios que, de todas maneras, nunca dejaron de ser una amenaza terrible para los romanos no debemos olvidar los devastadores efectos de incendios como el del 64 o el del año 80 que destruyeron una parte muy importante de la Urbs y segó la vida de miles de sus habitantes. Los Vigiles no solo extinguieron el fuego, sino que también trabajaron en la prevención y mantenimiento del orden público. El papel de Octavio Augusto en la creación de esta institución demuestró su preocupación por la seguridad y el bienestar de los ciudadanos romanos, y su legado perduraría a lo largo de los siglos como un ejemplo de planificación urbana y protección contra incendios.
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BIBLIOGRAFÍA
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