“El profesor es un psiquiatra de la lectura, y en él cada alumno encontrará a un asesor, un amigo, un orientador literario.”
Con estas palabras se presentó Julián Montesinos en la inauguración de la séptima semana literaria, justo tras las palabras de bienvenida que nos dedicaron nuestra directora, Inés Iglesias, y el concejal de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Cartagena, David Martínez, que empuñó el verbo que mejor debería encajar con la palabra literatura: disfrutar.
Y eso es lo que hicieron los alumnos de 3º de ESO a partir de ese momento, disfrutar con las palabras de quien se denomina como un profesor –apasionado por su trabajo, eso sí-, que de vez en cuando escribe algún libro. Julián es poeta, y también ha dado clases de protocolo en la universidad, dejó una huella imborrable en la carrera de nuestra profesora Eugenia Pérez y ahora centra todo su afán profesional en contagiar el amor por la literatura, por eso es una persona tan especial.
A medida que Julián hablaba, comenzó a hacer“puenting textual”, es decir, a huir de las notas que se había preparado para la ocasión, y se dejó llevar ante un auditorio que le escuchaba con embeleso afirmar que la novela Pintaré un grafiti en tu corazón nació de unas circunstancias vitales y personales demoledoras del autor, que le llevaron a aferrarse a la escritura como a una liana, como si fuera lo único que podría sostenerle en mitad del caos en el que amenazaba con convertirse su vida.
Por fortuna, todo mejoró, pero de esas experiencias personales él pasó a la literatura, porque todo lo que nos rodea es susceptible de convertirse en materia literaria, lo bueno y lo no tan bueno, acaso sea ésa la virtud, y también la maldición, de todo escritor.
En ese momento llegaron las preguntas, acerca de los personajes, las relaciones que se dan entre ellos, lo que era real y lo que no, la identificación del autor con algún personaje, las preferencias por alguna de sus propias obras… Preguntas todas para las que Julián tuvo una respuesta paciente, porque no en vano defiende también que lo mejor para ir de un punto a otro no es la línea recta, sin los meandros, porque en las curvas están las sorpresas de las que carece la propia línea recta.
Tal y como nos prometió, volveremos a tenerle con nosotros cuando haya escrito esa novela juvenil que está brotando con tanta fuerza de su imaginación.