Viernes 13 de enero, 20:25, acabo de sentarme en el AVE para volver a casa. Estoy agotado, por eso mi intención es la de ver una película de esas de pensar poco e incluso, dormirme. Pero ya estoy viendo que va a ser que no.
Y así, aquí estoy, escribiendo mis primeras crónicas de unas Jornadas de Innovación de OPTIMA LAB. Mi cerebro hierve. Y es que sigo en ese estado de hiperactividad mental en el que he estado sumido los dos últimos días.
Antes de empezar a contaros que pasa por mi cabeza, y como no puede ser de otra manera, quiero agradecer a todos los nodos de OPTIMA LAB la cálida acogida que me habéis dispensado. Desde el primer hangout que tuvimos hace unos meses hasta estas jornadas de convivencia ‘extrema’. En todo momento me he sentido uno más, y de hecho, tengo la sensación que he estado aquí toda la vida. Gracias.
Mucho os he hablado últimamente de la importancia del propósito. Pues aquí tenéis un pequeño ejemplo. Mi compromiso con la efectividad forma parte de mi propósito. En un primer momento este blog me permitió avanzar en este propósito, pero en los últimos meses empezaba a estar inquieto, había entrado en una fase de estancamiento. Lo seguía teniendo claro, pero necesitaba más. Y como lo tenía claro, hice algo tan simple como pensar en que podía hacer y definir una próxima acción, y esta fue: ‘Escribir un correo electrónico a José Miguel Bolívar para saber más acerca de OPTIMA LAB’. Es un referente, y quería conocer un poco más, buscaba inspiración para recuperar ‘la paz’ con mi propósito. Os confesaré que, en ese momento, no había nada más lejos de mi mente que terminar formando parte de OPTIMA LAB, pero…ya veis cómo he terminado.
Para mí, formar parte de la red significa una gran responsabilidad, la oportunidad y el reto de dar lo mejor de mí. El nivel está muy alto, pero pensar que mi aportación puede ayudar a mejorarlo lo hace todo mucho más ilusionante.
Y con esto enlazo ya con mi breve crónica de las VIII Jornadas OPTIMA LAB. Desde el primer minuto me hicieron saltar al ruedo y me pidieron feedback, sin paños calientes, los muy valientes. Y ahí está, a mi modo de ver, uno de los principales valores de la red, la beta permanente, el ansia de mejora continua, aunque teniendo muy presente el también importante ‘good enough’. Ir por delante es difícil, además hacerlo bien, con sentido y con calidad, mucho más difícil. Requiere de mucha energía, asumir riesgos, equivocarse, pero también es un modo de vida. Y he percibido muy claramente esta filosofía en la red.
Poco pensaba yo que mi humilde feedback daría tanto que hablar, sobre todo, y como ya se ha comentado extensamente, desde el punto de vista de la actividad comercial de la red.
La iteración constante, de la idea a la acción, del prototipo a la realidad. Yo, que venía de fuera, quedé abrumado, no estaba acostumbrado a tal velocidad. Muchas cosas circularon por el tablero de Trello, desde la RSA (Responsabilidad Social Artesana), término acuñado por Paz Garde, la iniciativa 2017: Año de la efectividad, a otros importantes proyectos que aún no se pueden contar…
Al terminar las jornadas lo dije, ya fue una de las cosas que más me sorprendió: no se paró ni un minuto, pero cuando digo que ni uno, lo digo de manera literal. Ni tan solo en mi cena-bautizo en el Everest Tandoori Nepali-Indian. Y esto es porque hay ilusión. La red está viva y las ideas fluyen por doquier. Queremos dar mucho que hablar.
Os invito a leer el resto de crónicas, donde desde esa diversidad también presente en la red, podréis leer las vivencias de todos los que componemos OPTIMA LAB: José Miguel, Antonio José, Jerónimo, Paz, David y Cruz. Y no os olvidéis tampoco de pasar por casa de Jesús…