Villa Cavrois. Hogar, raro hogar.
Érase una vez una familia muy rica. Se dedicaba al oficio perfecto (a la industria textil), en la época ideal (comienzos del siglo XX), en el mejor de los lugares (Robaix, al norte de Francia). Sus nombres: Paul Cavrois y Lucie Vanoutryve. La pareja buscaba una casa que destacase y encargaron a uno de los arquitectos franceses de más renombre, a Robert Mallet-Stevens, la construcción de su hogar. Así es como se crea una casa gigante, moderna, de ladrillo amarillo que es hoy monumento nacional: Villa Cavrois.
Después de años y millones invertidos en su restauración, desde este año, ¡se puede visitar!
La historia de este matrimonio empezó de una manera rara para nosotros pero bastante común en aquella época. Lucie era la viuda del hermano de Paul, de Jean. Cuando murió Jean, Lucie se quedó con tres hijos a su cargo y contrajo matrimonio con su cuñado. Con él tuvo otros cuatro niños más. Todo queda en casa. Había que encontrar una vivienda para alojar al matrimonio, a los siete pequeños y al servicio. Son los comienzos de Villa Cavrois.
Los muebles de Villa Cavroix, ¿no os recuerdan a determinada marca sueca?
Desde 1925, la idea de Monsieur Cavrois era crear una casa que sobresaliese sobre el resto de mansiones del lugar. Para cumplir semejante propósito contrató en un primer momento a Jacques Gréber. El arquitecto era la sensación del momento aunque, cosas del destino, al final el encargo pasó a manos de Mallet-Stevens que consiguió convencer al futuro propietario de que lo mejor era crear un edificio innovador, modernista, con ladrillos amarillos especialmente fabricados para ellos y con los últimos adelantos de la época. Por lo que deducimos de las palabras de Mallet-Stevens, al creador le gustó llevar a cabo el proyecto:
À Madame et Monsieur Cavrois qui m’ont permis, grâce à leur clairvoyance, leur mépris de la routine, et leur enthousiasme, de réaliser cette demeure. Avec tout ma gratitude et la fidélité de mon amitié.
El trabajo de Mallet-Stevens se extendió desde 1930 a 1932. En dos años construyó la vivienda, diseñó sus muebles, la decoración del hogar y lo proveyó de las últimas tecnologías: calefacción, luz, radio en cada espacio… Un proyecto único que se organizaba en diferentes estancias según los usos de la familia: vestíbulo, salón, habitaciones para los niños, habitaciones para los hijos más mayores con baño propio, el ala de los padres, la zona de la cocina y el servicio, un enorme parque con piscina, huerta y jardines y el garaje.
El dormitorio de los padres (esperad a ver el baño)
Una parte del minúsculo “aseo” del dormitorio de los padres
La villa no tiene más que ochenta años, sin embargo, por ella ha pasado la historia. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue ocupada por tropas nazis y quedó bastante destruida. Cuando la familia vuelve, un par de años después del final de la guerra, deciden, además de reconstruir la casa, adaptarla a sus nuevas necesidades. Los hijos habían crecido así que lo ideal fue construir un par de apartamentos.
Detalles de la cocina
A pesar de las comodidades, cuando Lucia muere en 1985, los hijos venden la villa a un particular que no tiene el menor interés en conservar el monumento así que deja de mantenerla. Se va deteriorando e incluso llega a estar habitada por okupas. El estado empieza su lucha para recuperarla y, en 2001, la compra, la restaura y la incluye en el Centro de Monumentos Nacionales. En 2015, Villa Cavrois abre al público.
La entrada normal cuesta 7,5€, aunque hay ofertas y pases gratuitos para determinados colectivos. Más información en su web. Colorín colorado, el cuento de la villa Cavroix ha acabado.
Hay más información de qué ver en el norte de Francia en el post dedicado a Lille. Toda los artículos sobre el país galo en el blog están aquí.
Croix Norte de Francia Rubaix Villa Cavroix 2015-11-12 Paula Mayoral