Uno se debe a su público.
Soy facilón, nunca lo he ocultado. Si se me dice que haga algo que me cuesta poco trabajo lo hago. Este es uno de esos casos.
Se me sugirió que recopilara mis estados de Facebook relacionados con las primeras semanas de la pandemia y yo os escucho. Es por eso que voy a hacerlo. Si Rociito habla yo no seré menos.
Se llamará VILLA HIPOCONDRIA porque es así como llamé al lugar donde vivía. Era una habitación en un piso compartido cerca de la Avenida América, cerca del barrio Salamanca y cerca de la M30.
Compartí esos primeros momentos trascendentales con dos tipos: Stallone y Liebre Asustada.
El primero era un masajista de Carabanchel que también era boxeador.
El segundo era un joven colombiano del que desconocía su oficio.
Trataré de modificar poco lo escrito hace un año. Tiene su gracia ver cómo evolucionaron mis pensamientos y mi situación en esa casa en la que tenía para mí una habitación de dos por dos y poco más.
Espero que os guste y si no fuera así no quiero saberlo, solo me gustan las loas.
1.
Tengo un compañero de piso (colombiano, 24 años, formalito y serio) que tiene cara de asustado. Como si fuera una liebre al que han dado las largas. Siempre con esos ojos.
Pues bien, hoy me he cruzado con él por el pasillo y me ha contestado con voz ronca a mi saludo. A eso le digo:
- «Como tengas el coronavirus tendré que sacrificarte».
- «No, no, estoy bien»- contesta acojonado.
Pobre, mi humor y sus entendederas tienen una relación complicada.
2.
Casi se masca la tragedia.
Cuando he llegado al Día solo quedaban tres bolsas de cruasanes de chocolate.
A mí me parece genial que tengáis actitudes de compra compulsiva, aunque nunca sean de libros.
Qué se sea algo «cortito» y se quiera comprar para seguir con vida diez días más me parece bien, pero si me dejáis sin cruasanes os lío una que ni en Armageddon.
3.
Podía compartir piso con dos azafatas suecas pero no. Es una reclusión con dos tíos con poco humor, hipocondríacos y seguramente lo más ajeno que hay a mí carácter en el mundo.
La suerte, amigos.
4.
Mi primera actividad recluido en Villa Hipocondria ha sido poner este mapa en la pared.
Parece que estoy buscando a un asesino en serie, pero no.
Tampoco lo soy yo, de momento. Como sigan usando tanta lejía estos dos cazurros lo mismo sí.
5.
Dicen que de todas las «tragedias» se saca algo bueno.
Yo en dos días sé que quiero ver más a mis amigos y hacer los viajes que tenemos pendientes, sé que quiero conocer a la que me quiere conocer, sé que mis exs me quieren -contra todo pronóstico- más de lo que suponía, sé que quiero salir más y ponerme menos excusas, sé que tengo que seguir pasiones y cubrir gastos haciendo cosas que me permitan no compartir piso con desconocidos, sé que tengo que dejarme enamorar más por Madrid, sé que debo ser mejor persona aunque llegue a un límite que yo crea suficiente, sé que debo valorar lo que tengo, lo que tuve y lo que tendré, sé que debo hacer planes, sé que no debo jugar a ser pequeño y sé que si esto lo he sacado en dos días cuando lleve un mes voy a estar de un insoportable que no me aguantaré ni yo.
Humor y amor, amigos.
6.
La verdad es que ni en mis peores pesadillas -si las tuviera y no tuviera sueños lúcidos- pensaría que iba a estar recluido en casa con dos tipos que entre ambos no suman una neurona. Eso sí, silenciosos son. Lo mismo «han doblado la servilleta» y no me he enterado. Dentro de una semana olerá.
Mira que me podía haber pillado con mi familia en Valladolid, con mis amigos de allí, con mis amigos de aquí, incluso en la casa de algún/alguna poeta, pero no.
Creo que me dejaré crecer la barba hasta que esto termine. Así entro menos al baño que está rociado de lejía. Así son ciertos lerdos, pasan de negar el Holocausto a matar judíos.
Sí, tengo que escribir y dejarme de hostias, lo sé.
Prometido.
7.
Estoy tocando todo con una servilleta en la mano. Pomos, cajones, grifos y las puertas del microondas y de la nevera.
Temo que cuando toda esta mierda acabe haga lo mismo tomando cañas o acariciando pezones.
Si me acuerdo de cómo se hacía, claro.
8.
Hoy, en Villa Hipocondria, el miembro más veterano del dúo cagón me ha pasado un whatsapp en el que un tipo que no sabe escribir bien (escribe como si tuviera un desajuste mental) recomienda que se dejen los zapatos fuera de casa porque los virus están nueve horas ahí.
Le he puesto «ok». He decidido que diré a todo ok porque discutir con gente así es pérdida de tiempo. Decirle que lo que tiene que hacer es «no salir» creo que era evidente.
A veces el peligro no está en lo evidente, está en el invidente mental.
9.
Debo de estar muy muy muy aburrido, estar deprimido a tope, tener todos los libros y series vistas, carecer de improvisación para colocar mierdas en redes y ver la luz al final del túnel para jugar a un juego cadena de Facebook.
Eso sí, en un mes cuando os pille juego al «trenecito» con quien respire.
10.
Debe ser duro estar confinado en un chalet de esos con piscina, gimnasio, sala de cine, jardín, parque de columpios, discoteca y zoo de elefantes. Y sin espacio ocupado por libros, que quita luz.
¡Pobres famosos!¡Cómo sufren y cuánta empatía derrochan!
11.
En Villa Hipocondria estamos aprendiendo cosas.
Ayer me comuniqué con «Stallone» (el boxeador) por whatsapp para desmentirle bulos que me pasa y aconsejar que se dude de ellos si están mal escritos. Tres líneas después pude comprobar por qué a él no le chirría.
Le comenté, muy serenamente, que la histeria provoca daños mayores que el hecho en sí. Por lo menos para nosotros. Eso suponiendo que «Liebre-asustada» no haya esmochado, que no parece, porque ayer hablaba con su familia de Colombia a las 2 de la madrugada.
Al boxeador me he ofrecido a hacerle la compra si no puede salir. Le comuniqué mi idea de hacerlo con los vecinos mayores y le pareció mal. Que prefiere su seguridad a la solidaridad. Muy gráfico todo. Es como empapar todo de lejía a sabiendas de que uno de los miembros del piso es alérgico. Pero tranquilos, caen ellos primero seguro. Por muchos rezos budistas y muchas velas pestilentes que ponga.
Por lo demás bien, esperando a que en Abril caiga un meteorito pero que no sea ese que dicen, que sea uno de AMOR.
12.
Me dice Stallone que ha estado en cama veinte horas seguidas, hace tres días, sudando como un pollo y que le llama un enfermero para preguntar cómo va todos los días pero que no tiene o ha tenido el virus. Afirma con sus santos cojones. Villa Hipocondria incita al trilerismo.
Tampoco voy a sacrificarle por ello pero vamos, si es amarillo y se pela es un plátano.
No me preocupa, lo que me inquieta de verdad son sus rezos porque veo que no funcionan. Eso me hace perder la fe en su Dios. Ya solo me queda Pintingo.
13.
En Villa Hipocondria hay una palabra que impera sobre otras: respeto. Hay otra que anda cerca, lo denominado por algunos como congruencia.
Estos dos cenutrios están en silencio todo el día y se ponen a emitir sonidos guturales -parecidos al habla, pero no son Castelar- a partir de la 1 de la madrugada. Importándoles un pito que un miembro del trío (el que puede formar una frase con sujeto, verbo y predicado) tenga que madrugar para teletrabajar.
Liebre Asustada se ríe como el que tiene serios problemas cognitivos y Stallone se pone con sus mantras, que no sé si se está ahogando o qué, pero sus sonidos son inquietantes. Más a esas horas.
Pueden hacer todo el ruido que quieran pero que SOLO lo hagan de madrugada me cabrea mucho, y claro, con los nervios se me cae la taladradora.
14.
He escuchado a Ángel Antonio Herrera decir en Onda Cero que él no escribe un diario de estos días porque lo hace todo el mundo y ya no tiene ni interés ni gracia.
Estoy de acuerdo, adiós Villa Hipocondria.
15.
Tocad todo, protegidos, con la mano contraria a la de vuestro uso habitual.
Diestros con la izquierda y zurdos con la derecha.
Así será más complicado un descuido y que nos toquemos la cara.
❤