Pero su intención es otra y no tardamos en verlo
Puestos a innovar en novela policíaca aquí tenemos un buen ejemplo.Fabio Girelli ha tomado elementos muy típicos, comisario de policía y ayudante, y los ha colocado frente a una enmarañada investigación. La dupla de personajes que siempre funciona en la ficción, el inteligente y algo díscolo comisario Andrea Castelli y su inseparable inspector Giordano que le ata a la tierra a modo sanchopancesco. El palabro creo que define de sobra lo que quiero decir, ¿o no?Con esos mimbres se podría haber caído en lo típico, una investigación rigurosa y la conclusión que se esconde detrás de cualquier crimen, pero la intención de Girelli era otra y al poco, casi desde el comienzo, lo vemos.Por lo pronto los crímenes no son los habituales y tampoco el comisario Castelli, cuya definición se antoja harto complicada. Voy a poner un ejemplo en palabras del propio autor:
Le costaba mucho comprender los sentimientos ajenos y a menudo andaba en dirección opuesta al sentido común
Ya no sólo eso, una persona diferente que observa el mundo y su trabajo desde una perspectiva radicalmente opuesta a la lógica, sino que todo influye para que su vida y su manera de afrontar el trabajo se inicie de apriorismos diferentes.una visión de la traición muy transalpina¡Lo sé! ¡Estoy de lunes y las palabras raras me persiguen! ¡Tengan paciencia!Fabio Girelli le da cancha partiendo del principio de que es conocido en su trabajo y de que tiene cierto margen por los resultados obtenidos en otras investigaciones. Ello no le dejará salvo un estrecho espacio donde poder moverse. Donde los demás ven que es necesaria una labor policial tradicional Castelli ve mucho más, en donde sus compañeros se decantan por la vertiente más lógica él observa que los pequeños detalles, casi sin importancia, tienen una importancia vital… Por ello el cóctel no termina de funcionar correctamente y eso puede que sea una de las sorpresas más gratas de la novela. La lucha del individuo que defiende sus ideas frente al resto aquí se hace a la manera italiana, es decir, con individualismo, con una visión de la traición muy transalpina y con toques muy particulares.Todo se inicia con un crimen bestial y la escalada de bestialidad, en la que el autor no cae, se produce de manera elegante y cadenciosa, como el parsimonioso caer de las piezas de dominó. La brutalidad es simplemente una excusa, algo baladí en el fondo, por debajo existe mucho más pero eso se lo tendrán que leer ustedes.Lo mejor de la novela es la construcción del entorno de Castelli, su propia idiosincrasia despierta interés. Es un personaje imprevisible que tiende a desconcertarnos continuamente, no genera empatía sino simplemente la admiración que puede provocar un animal extraño y diferente. El resto, su mundo, se ve desde otra perspectiva porque se mira desde otro prisma.La obra va sazonada con pequeñitos detalles de calidad literaria, salteadas existen frases y pensamientos de una sutileza tremendos, tanto que por momentos parecen distorsionar el ambiente general de la obra pero que como lector se agradecen. Tienen mucho que ver con la lírica que sazona buena parte de la novela. Tal vez se nos escapen detalles porque las traducciones de poesía siempre son crueles.Vamos con otro ejemplo:
Pero eso no bastaría, pensó en comisario. Se necesitaba algo más potente para limpiar las sombras que le crecían en el corazón y que se condensaban en la noche. Era necesario que el mundo terminara aquella noche para empezar de nuevo al día siguiente.Un pequeño Apocalipsis personal, una catástrofe moderada.
O como mínimo, y si no podía hacerse más, que los ríos acabaran por desbordarse
Se completa la novela con una edición de lujo, algo muy poco habitual en nuestro mundo. Se nota que se ha hecho con estilo y calidad. La novela nos ha gustado, por decir algo, nuestra recomendación más encendida. Con ella y con otras que vendrán del propio autor se abre una vía nueva en la novela policíaca italiana. La esperamos con ganas.SD, 2015Compra en Casa del LibroSergio Torrijos