Revista América Latina

Viña del Mar, mi primera vez en Chile

Por Rodrigoespino @donde_viajo
Viajar a Chile para mí fue una experiencia totalmente nueva. No sólo porque era la primera vez que cruzaba la Cordillera y visitaba dicho país, sino porque era la primera vez que viajaba por trabajo, algo que siempre busqué y que siempre quise conseguir. Era un anhelo que tenía y que alguna vez quería cumplir: si viajar es algo que disfruto tanto, que mi trabajo me lleve de viaje parecía ser un premio y una satisfacción total.

Costanera de Viña del Mar

Viajar por trabajo hizo, por ejemplo, que conozca Viña del Mar


Sin embargo, desde el primer momento en el que me puse a armar el bolso para llevar al viaje, sentí una sensación extraña que me perseguiría por el resto del viaje. Es que a la hora de armar el bolso se me presentó una rivalidad: “viajar por trabajo” vs. “viajar por vacaciones”. Este enfrentamiento (que creo merece un post aparte) me llevó no sólo a guardar camisas para ir a la oficina, sino también a guardar esas zapatillas con las cuales saldría a recorrer la ciudad. Nunca antes me había pasado; doble equipaje.

Show artístico en Viña del Mar

Toda esta gente disfruta al igual que lo hice yo


Creo que definitivamente se me presentó esta dualidad cuando me tocó llenar el formulario de migraciones y, por primera vez en mi vida, marcar con una cruz el motivo de viaje: "por trabajo" A pesar de ello, sabía internamente que un viaje es un viaje y que no perdería la oportunidad de conocer un nuevo lugar. Sé que un viaje es una experiencia irrepetible sea por el motivo que sea y de hecho, este viaje me llevaría a conocer Chile desde adentro. Es que por las próximas dos semanas sería un habitante más de la ciudad de Santiago de Chile.

Antiguo muelle de Viña del Mar

El antiguo muelle de Viña del Mar

Las playas de Viña del Mar

Este amigo posó para la foto


Tras la primer semana de trabajo en la que no pude recorrer mucho, llegó el fin de semana y por fin me sentí 100% viajero. Agarré una mochila, guardé poca ropa y me tomé un bus para ir a pasar los dos días libres a Viña del Mar y Valparaíso
La forma más sencilla de viajar es tomarse el Metro hasta la estación “Pajaritos” y desde allí, tomar uno de los buses que salen cada 15 minutos. Dos horas aproximadamente separan Santiago de Viña del Mar, el primero de mis destinos.

Vista de la ciudad de Viña del Mar

Así me recibió la ciudad


Llegado a Viña del Mar, agarré un mapa en la oficina de turismo y comencé a recorrer los principales atractivos de la ciudad. Caminé directo hasta la costanera y desde allí fui para un lado y para otro, conociendo los diferentes rincones que se me presentaron.

Restaurante sobre costanera de Viña del Mar

Como por ejemplo este restaurante con forma de embarcación

No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal

Y muchas piedras con inscripciones como esta


Inmediatamente después de llegar a la costanera, me vi claramente sorprendido por la cantidad de aves marinas con las que me encontré. Se ve que vivir en Buenos Aires hace que no esté acostumbrado a este tipo de cosas. Además, todos saben de mi debilidad por los animales, así que aproveché y saqué unas cuantas fotos.

Ave marina en Viña del Mar

Una de las aves reposando bajo el sol

Aves pescando

Otra de ellas a punto de "pescar" su comida

Ave reposando en Castillo Wulff

Miren que lindo lugar eligió para descansar

El vuelo de la gaviota

Y a ésta la agarré en pleno vuelo


En mí recorrido no sólo visité las playas y su costanera, sino que también conocí el famoso reloj de flores del que todos me habían hablado. Toda una puesta en escena con flores, cuidados jardines y un reloj que marca la hora del día. Un lugar muy bien cuidado y muy visitado por todos los turistas.

Costanera de Viña del Mar

Algunos de los edificios que hay en la costanera

Reloj de flores de Viña del Mar

El reloj de flores junto a una escultura que representa al mundo

Reloj de flores, Viña del Mar

El reloj da la hora exacta

¿Será que lo único que quiero es recorrerlo?

Pero lo que más me llamó la atención fue el mundo, ¿será casualidad?


Ese día hacía mucho calor, así que había mucha gente disfrutando de las playas. Mientras yo caminaba a través de un paseo costero, las personas realizaban deporte, disfrutaban del mar o tomaban algún refresco en los bares y restaurantes que se ubican a lo largo del mismo. 
Una de las cosas interesantes que encontré fueron los artistas que realizan figuras con la arena: monos, lagartos, mujeres y hombres, entre otras cosas. Todo a cambio de una pequeña contribución.
Artista trabaja la arena

Y para finalizar el recorrido, me encontré con la sorpresa de unos puestos de venta de churros express, una mezcla entre los puestos de venta de comida en la costanera de Buenos Aires y la típica costumbre de los churros en la Costa Argentina. ¡Y no dejé pasar la oportunidad de probar uno de ellos!
Churros Express

Esa noche me quedé en un hostel en Viña, y me pude dar cuenta que definitivamente me siento mucho más cómodo compartiendo el lugar con otros viajeros que durmiendo en los hoteles a los que me mandó mi empresa durante mi estadía en Santiago. Esto me hace dar cuenta de que día a día me siento cada vez más viajero y menos turista...

Museo Fonck en Viña del Mar

Otra alternativa en Viña es visitar el Museo Fonck, con historias y objetos traídos desde Isla de Pascua


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