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Pocos nombres resuenan con tanta potencia como el de Vincenzo Di Cotiis en el universo del diseño contemporáneo. Y es que este arquitecto y artista italiano ha logrado construir un legado que trasciende las estructuras físicas para convertirse en un símbolo de innovación y sensibilidad estética.
Vincenzo Di Cotiis es donde la arquitectura y el arte se hacen uno, a través de creaciones escultóricas, pero funcionales, producidas en talleres italianos, que hacen culto auténtico de la imperfección perfecta. Su particular estilo emula un diálogo constante entre la funcionalidad y la belleza, reflejando valores profundos: la búsqueda de la armonía, el respeto por el entorno y la celebración de la esencia humana.
Considerado un protagonista del diseño de objetos de colección, Vincenzo nació en 1958 en Gonzaga, estudió arquitectura en el Politécnico de Milán y fundó en esa misma ciudad su estudio y galería homónimo. En ese espacio se exhiben sus piezas únicas y coleccionables, algunas de las cuales han recorrido las principales ferias internacionales de diseño como Designs Miami Basel, PAD London, Design Dubai y Art Paris, entre otras.
En una apuesta constante a la autenticidad y creatividad, para este artista la arquitectura representa el generador de nuevos hábitos en los que la materia dicta las reglas de las relaciones entre los objetos, el mobiliario y el propio espacio. Es decir, se sitúa inflexiblemente entre el futuro y el pasado, dando lugar a interacciones inesperadas. Así es que su trabajo surge de un proceso continuo de análisis que alterna entre la experimentación intelectual y artística.
Para confeccionar estas piezas se basa en materiales recuperados y superficies reflectantes que parecen evocar su forma final antes de comenzar a trabajarlas. A su vez, la belleza de la pátina generada por el tiempo es el leitmotiv que emerge tanto de sus diseños arquitectónicos como de interiores de proyectos residenciales que ineludiblemente tienen el sello de su marca personal.
La investigación de Vincenzo Di Cotiis se basa en una apropiación contemporánea de materiales reciclados marcados por el tiempo y el desgaste, reinterpretados mediante la integración de materiales nuevos y sofisticados. La piedra angular es el diálogo entre lo antiguo y lo moderno, entre las experiencias físicas e intelectuales, desafiando la categorización tradicional entre las disciplinas del arte y la arquitectura para integrarlas en un solo concepto.
Basta conocer por dentro el hogar de un arquitecto/diseñador/artista para descubrir su verdadera esencia. El apartamento de Vincenzo, en pleno centro de Milán, no es la excepción: sus interiores resultan un culto a su magistral talento por transformar espacios industriales en elegantes.
Ubicado en un edificio del siglo XVIII, la reforma homenajea la historia de la construcción y refleja la profunda fascinación del experto por los objetos envejecidos. De ambientes elegantes y luminosos, pisos de parquet y techos abovedados, estos 300 metros cuadrados de refugio hablan de estilo, personalidad y pasión.
La misma inspiración respira su casa de Venecia, ni más ni menos que un palacio situado a orillas del Gran Canal. La historia del Palazzo Giustinian Lolin, un monumento icónico de la ciudad, enamoró a De Cotiis y su esposa Claudia Rose con su estilo barroco veneciano.
Construido alrededor del siglo XV por la familia Miani, conserva de aquellos tiempos su fachada clásica con reminiscencias de una estructura medieval. Sus interiores fueron completamente renovados por el arquitecto italiano, creando con sensibilidad un diálogo entre el ilustre pasado del edificio y el sentir de la Venecia contemporánea.
Una enorme lámpara de araña decorada con cadenas doradas y cristal de Murano, paredes revestidas con restos de marmorino del siglo pasado y puertas talladas en madera de local, conviven con esculturas firmadas por el estudio De Cotiis como una mesa de centro en latón fundido, fibra de vidrio reciclada junto a un sofá tapizado en un lujoso terciopelo de mohair.
Su intervención también incluyó la restauración de los tapices de seda y los pisos de terrazo originales, la renovación de los paneles bermellón de las paredes y la elección de una paleta de colores que realza el azul.
A lo largo de su trayectoria, Vincenzo De Cotiis ha imaginado objetos contemporáneos capaces de integrarse, desde un punto de vista narrativo, a espacios con historia. Una pieza icónica, catalogada como la obra de arte más grande de su colección, es “Oda”, un muro de 2.67 metros de alto por 17 metros de largo.
Inspirada en la Gran Muralla y el Muro de Berlín, la creación se articula mediante dos identidades: el lado exterior es mate, mientras que el interior refleja como un espejo. Si se mira hacia el lado mate de la pared, un colosal obstáculo gris se encuentra frente al espectador, mientras que, si este está del otro lado, se enfrenta a un reflejo distorsionado de sí mismo.
En palabras del propio artífice: “Oda es una representación contemporánea de un gesto arquitectónico arcaico: la conceptualización del espacio a través de la creación de volúmenes megalíticos cuyo tamaño excede nuestras proporciones humanas». De esta manera, el artista permite a los espectadores experimentar dos formas diferentes de interactuar con una frontera creada por el hombre.
El arte de De Cotiis puede visitarse actualmente en la exhibición Arqueología de la conciencia de Venecia, que permanece disponible hasta el 24 de noviembre en el patio de su hogar veneciano, el Palazzo Giustinian Lolin. La muestra consta de tres arcos monumentales que celebran la historia arquitectónica de la ciudad y simbolizan el pasado, el presente y el futuro. Construidos en piedras antiguas y mármol, representan las fuerzas naturales más allá de la creación humana y forman en conjunto un pasaje simbólico a lo largo del tiempo que los propios visitantes experimentan al moverse a través y debajo de la instalación.
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