Científicos del instituto Salk han descubierto un objetivo molecular para tratar la alopecia. Estos hallazgos, publicados hoy en la revista Nature Immunology describen cómo las células inmunitarias llamadas células T reguladoras interactúan con las células de la piel utilizando una hormona como mensajera para generar nuevos folículos pilosos y el crecimiento del cabello.
Los científicos estaban interesados en investigar las funciones de las células T reguladoras y las hormonas glucocorticoides en las enfermedades autoinmunes. Primero investigaron cómo funcionaban estos componentes inmunitarios en la esclerosis múltiple, la enfermedad de Crohn y el asma.
Descubrieron que los glucocorticoides y las células T reguladoras no funcionaban juntas para desempeñar un papel importante en ninguna de estas afecciones. Por lo tanto, pensaron que tendrían más suerte al buscar entornos en los que las células T reguladoras expresaran niveles particularmente altos de receptores de glucocorticoides, como en el tejido de la piel. Los científicos indujeron la caída del cabello en ratones normales y en ratones que carecían de receptores de glucocorticoides en sus células T reguladoras.
Usando una variedad de técnicas para monitorear la comunicación multicelular, los científicos investigaron cómo se comportaban las células T reguladoras y los receptores de glucocorticoides en muestras de tejido de la piel. Descubrieron que los glucocorticoides instruyen a las células T reguladoras para que activen las células madre del folículo piloso, lo que conduce al crecimiento del cabello. Esta diafonía entre las células T y las células madre depende de un mecanismo por el cual los receptores de glucocorticoides inducen la producción de la proteína TGF-beta3, todo dentro de las células T reguladoras. Luego, TGF-beta3 activa las células madre del folículo piloso para diferenciarse en nuevos folículos pilosos, promoviendo el crecimiento del cabello. Un análisis adicional confirmó que esta vía era completamente independiente de la capacidad de las células T reguladoras para mantener el equilibrio inmunitario.
Sin embargo, las células T reguladoras normalmente no producen TGF-beta3, como lo hicieron aquí. Cuando los científicos escanearon las bases de datos, encontraron que este fenómeno ocurre en el tejido muscular y cardíaco lesionado, similar a cómo la depilación simuló una lesión en el tejido de la piel en este estudio, lo que reveló que las células T reguladoras y las hormonas glucocorticoides no son solo inmunosupresores, sino que también tienen una función regeneradora. Proximamente, los científicos observarán otros modelos de lesiones y aislarán las células T reguladoras de los tejidos lesionados para controlar los niveles elevados de TGF-beta3 y otros factores de crecimiento.