Actividad 6
Hemos venido trabajando sobre expresarse con la menor cantidad de palabras, ser conciso y a la vez claro en lo que se quiere expresar.
En la frase que versa el título de nuestra entrada tenemos un ejemplo clásico y súper clásico de lo que se llama brevedad y concisión.
En 1943, Salvatore Quasimodo escribió un buen análisis de la condición humana, un estudio de la situación del hombre en el universo, un profundísimo ensayo acerca de nuestra fragilidad, acerca de la conciencia de nuestra propia finitud. Se titula: "Y enseguida atardece". Y contiene menos palabras que esta explicación que estoy haciendo.
Tres versos apenas. Diecisiete palabras en el original italiano.
Y eso es todo.
Sin embargo, escribimos un cuento, una carta, un informe y - a veces inconscientemente - aparece la gran duda: ¿se entenderá lo que digo?, ¿no estaré siendo demasiado corto al expresar la idea?
Entonces empezamos a enredarnos en las palabras, a escribir más de la cuenta; incluso a escribir cosas que no hubiéramos querido escribir. No importa, sigamos escribiendo. Saquemos de encima a nuestros demonios, dejemos rugir a los dragones.
Ya habrá tiempo para corregir.
* Lee el texto sugerido y reflexiona en los sentimientos que despiertan en ti esas pocas palabras.
* Observa ahora la imagen y reflexiona sobre lo mismo.
* Escribe lo que sientas.
* No te limites a la condición de que es una ola vista desde adentro, eso es un tecnisismo que no tiene importancia.
* Puedes optar por la opción poesía o prosa poética.
* En este ejercicio no te preocupes demasiado por ser breve. Sé tú mismo.