Hubo una época en mi vida en la que solo leía para evadirme de la realidad. No tenía amigos (ni interés en tenerlos), me aburría y la lectura era una vía fácil para olvidar la situación tensa que vivía en casa. No sé en qué momento mi cerebro hizo click, supongo que, como todo, fue algo progresivo, pero poco a poco fui interesándome más en libros que te permitían conocer otras realidades y comprender mejor a los demás. Dejé de querer huir de mi realidad a querer comprenderla mejor para saber cómo gestionarla.
Así fue cómo dejé de leer para evadir y empecé a leer para tener herramientas con las que enfrentarme al mundo. He leído muy buenas novelas sobre enfermedades mentales (Por si las voces vuelven, ¿Ya soy normal?, El abismo, Los renglones torcidos de Dios, Seré frágil, Almendra, El curiós incident del gos a mitjanit), sobre el racismo y la xenofobia (Blanco y negro, El juego de Ender, Mundodisco, El color púrpura, Criadas y señoras) sobre el duelo (Postada: te amo, La ridícula idea de no volver a verte), sobre el síndrome postraumático (La corte de los espejos), sobre enfermedades físicas (Yo antes de ti, Bajo la misma estrella, La decisión más difícil), sobre la familia (Un hijo, Te daría el mundo, Arroz de Palma, En la cocina con la drama mamá), sobre tiroteos indiscriminados (Diecinueve minutos),... Pero si tuviera que quedarme con un tema, uno solo, ese sería la guerra, porque te muestra al mismo tiempo lo peor y lo mejor del ser humano. Las buenas novelas que he leído sobre el tema me han permitido comprender por qué hay que seguir adelante, sin importar lo que te pase y que no tienes que hacer nada con lo que no seas capaz de vivir después (Escapar de Sobibor, 28 días, Maus, El pianista del gueto de Varsovia, Voces de Chernóbil, Los muchachos de zinc, La guerra no tiene rostro de mujer)
Por supuesto, no he dejado de leer para evadirme. Siempre he considerado necesario un poco de entretenimiento para sazonar la monotonía de nuestras vidas. No siempre puedo estar reflexionando o sintiendo muy intensamente, sino que a veces necesito leer algo ligero, sin pretensiones, que me arranque una sonrisa y me ayude a digerir la vida.
Seguiré leyendo mientras aún tenga interés por comprender el mundo, mientras considere que aún me faltan temas que explorar o en los que adentrarme. Y por ahora, creedme, así es. Muy posiblemente todos esos conocimientos no me hagan falta nunca (para qué me va a servir comprender la psicología de un asesino en serie) pero contribuyen a expandir mis horizontes y a ser más tolerante con el resto del mundo.
Y vosotros, ¿por qué razón empezasteis a leer? ¿Por qué leéis ahora mismo?