Revista Cultura y Ocio

Viñeta del lector 34#

Publicado el 25 noviembre 2017 por Laura Coll Rigo
Viñeta del lector 34#
No soy un persona que necesite el silencio para leer. Tengo la suerte de poder leer en cualquier sitio y en casi cualquier circunstancia. No me molesta el ruido y puedo concentrarme sin problemas (Muy bien, ¿quieres un pin? Ya vale de echarte flores...) El único lugar en el que no puedo concentrarme es delante de la televisión pero a parte de eso, puedo leer en los lugares más variados, y si hay gente que habla a mi alrededor (incluso conmigo), los ignoro y ya está (como veis, la simpatía en persona, ¿Alguien me la compra?). 
Además, tradicionalmente, la lectura ha sido considerada un acto íntimo e individual. Tú solo frente a las letras, frente a una historia que se abre solo para ti, que te susurra al oído, que roba tu tiempo, que convierte lo fantástico en real. Pero con la globalización eso está cambiando (y muchas otras cosas. La globalización es la causa de todo, lo pones en todos tus trabajos). Los lectores solitarios ya son una especie en extinción (para salvarlos, quien quiera, puede hacer donaciones a MIBOLSILLO [Mútua de Intelectuales que Boicotean a los Oprimidos Lectores Solitarios Incautando sus Libros y Lecturas Obsesivamente]. Gracias).
 Ahora sentimos la necesidad de compartirlo todo, de hablar acerca de los libros que nos gustan durante horas y de criticar los que no nos gustan durante días. Participamos en clubs de lectura, grupos de whatsapp, vamos a conferencias, lecturas conjuntas, presentaciones, charlas (Bah, pero si tu no eres de moverte de casa). Compartimos nuestra opinión en Blogger o Youtube y establecemos así un diálogo con desconocidos con los que únicamente tenemos en común el gusto por la lectura. Y decidme, ¿qué hay más maravilloso que fangirlear con alguien sobre tu libro favorito?(Tener una mansión, por ejemplo) ¿Ir comentado página a página tus impresiones y sentimientos? La lectura se ha convertido en un fenómeno global y es difícil que ya nada vuelva a ser como antes. 
A pesar de ello, a veces necesitamos desconectar de todo ese mundo y leer en silencio, solos. A veces, queremos simplemente refugiarnos en un libro y que sea nuestro, no compartirlo con nadie. Porque somos egoístas no nos importa lo que otros sientan, solo lo que sentimos nosotros (He cambiado de idea, ya no la vendo, la regalo). A veces, nos gusta leer en silencio, sin ruidos, con el "el hojeo" como banda sonora. Y es que leer en silencio tiene algo de sagrado, de mágico, que hace estremecer. Y si no, que le pregunten a Mientrasleo.
Se habla mucho de convertir las bibliotecas en espacios sociales donde se hacen todo tipo de actividades relacionadas con la lectura que no son específicamente leer. Se habla de abrir las bibliotecas y que estos dejen de ser lugares solitarios y silenciosos, pero creo que no debería ser así. En este mundo de ruido, la biblioteca es un santuario para los que buscan paz. Nada de voces, murmullos ni susurros. La primera vez que fui a mi biblioteca, lo que más me sorprendió fue el silencio. Un silencio reverente y turbador. No era un silencio triple (publicidad subliminal), pero casi. Yo caminaba de puntillas, con temor a romperlo.
No soy una persona que necesite el silencio para leer. Pero a veces, me gusta sentarme en el suelo, entre hileras de estanterías, escondida del mundo. Me gusta abrir las páginas de la siguiente aventura en la cuál voy a embarcar y, antes de empezar, cerrar los ojos y disfrutar del silencio (Amén).

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