Revista Cultura y Ocio

Viñeta del lector 46#

Publicado el 15 octubre 2018 por Laura Coll Rigo
Viñeta del lector 46#
¿Quién de vosotros no ha tenido nunca una cartilla para aprender a leer? Yo recuerdo la mía a la perfección, aún soy capaz de recordar cómo eran algunas de las páginas y la leí tantas veces que memoricé la última página de pe a pa (nunca mejor dicho).
Luego, tuve esos libros de páginas duras, que no se rompen por mucho que los maltrates. Me llevo cinco años de diferencia con mi hermano, y aún así, incluso recuerdo los libros infantiles que tenía él y cómo se los leía una y otra vez. Creo que uno de los recuerdos más tiernos que tengo de esa época es el de estar sentada en el sofá antes de ir al colegio, leyéndole a mi hermano los cuentos de los hermanos Grimm mientras él dormía sobre mi hombro.
Cierto, ahora que pienso en ello, tenía muchos libros de cuentos clásicos, tanto de Andersen como de los hermanos Grimm. Incluso uno con los cuentos de las películas Disney. Y sí, me encantaba leerlos una y otra vez (qué diferencia con mi yo de ahora a quien no le gustan las relecturas). Aún me entristece pensar en algunos de los cuentos que me hacían llorar, como el de la vendedora de fósforos,...y lo mucho que me divertía con aquellos que se basaban en el ingenio.
 Sin salir aún de la literatura infantil, luego pasé a libros más densos, más narrativos, más complejos. Qué maravilla los libros de Les tres bessones y los de Kika Superbruja, los devoraba en nada. Y mirad que son colecciones largas, pero las hice completas (hasta que me hice mayor y sacaron más libros, que no he comprado). 
Y luego están los libros de El Barco de vapor/El vaixell de vapor, que creo que forman parte de todas las bibliotecas infantiles que hay en las casas españolas. ¿Alguno de vosotros nunca ha tenido un libro de El barco de vapor? Con esta colección tuve mis más y mis menos, no todos los libros me gustaron por igual y por supuesto NO hice la colección completa (¿es eso posible?). Además, en especial me gustaba leer los de la colección roja, para más de doce años,....cuando tenía nueve. Y pese a que han pasado tantos años, la mayoría han quedado grabados a fuego en mi mente, puede que no sus argumentos, pero sí el mensaje que contenían.
Creo que los libros infantiles están muy infravalorados. Parece que es un tipo de literatura simple, que cualquiera puede escribir, pero no es así, hay toda una mecánica detrás. A diferencia de las novelas de narrativa normales, en los libros infantiles se tiene que tener en cuenta todo. Y cuando digo todo, es todo. Desde el grosor y textura del papel a los tonos y estilo de dibujo, pasando por el tamaño de las letras y la posición del texto en la página. El lenguaje usado también tiene que ser escogido con mucho cuidado, porque no es lo mismo un libro para un niño de cuatro años que otro para uno de seis. Los juego de palabras, para hacer más atractiva la lengua, son constantes, así como la importancia de la selección del vocabulario. Vale, puede que las tramas y los personajes no tengan complejidad, pero, ¿os podéis hacer a la idea de lo complicado que es crear una trama que esté adaptada a la comprensión de un niño de determinada edad (algo imposible si tenemos en cuenta que cada niño es un mundo) y al mismo tiempo sea lo suficientemente atractiva como para que quieran leerlo una y otra vez? Además, es el primer contacto de los niños con la lectura, ¿os imagináis la responsabilidad que conlleva eso? Los autores de literatura infantil merecen todos nuestros respetos.
Y de todas formas, después de este alegato en defensa de la literatura infantil tengo que discrepar sobre un tema en concreto. Lo cierto es que no entiendo a los adultos que leen libros infantiles (infantiles infantiles, no de esos infantiles que pueden tener una segunda lectura más adulta) y los disfrutan. Ensalzan la edición cuidada y el mensaje que contiene el libro, pero yo, soy incapaz de entender cómo pueden gustarles. Si fuera por nostalgia, lo entendería; yo sería capaz de hojear mis libros infantiles con una sonrisa de oreja a oreja, pero yo me refiero a libros con los que no están ligados por su infancia. En todo caso, estoy abierta a hablarlo en los comentarios.

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