Revista Cultura y Ocio

Viñeta del lector 47#

Publicado el 29 octubre 2018 por Laura Coll Rigo
Viñeta del lector 47#
¡Hola a todos! Ya estoy aquí de nuevo con una Viñeta del lector. Sobre la primera parte, poco tengo que decir, pues ya lo he comentado varias veces: los libros nos permiten vivir muchas experiencias que no nos daría tiempo a vivir en la vida real, experimentar todo tipo de cosas y vivir la vida de otros personajes como si fuera la propia.
Lo que me ha llamado la atención de esta viñeta del lector es la segunda parte: "¿Quieres vivir para siempre? Escribe". Mucho se ha hablado de la inmortalidad de las letras. Hay gente que ambiciona escribir una obra maestra, no solo por el placer de escribir, de transmitir, de ganar fama y dinero, sino de que su nombre quede para la posteridad. ¿Y a quién no le gustaría eso? ¿Ser recordado para siempre? ¿Ver que tu paso por este mundo no ha sido en vano? Seguir viviendo después de la muerte en las palabras que has escrito. 
Mi pregunta es, ¿esa seguiría siendo yo? ¿O solo la imagen que ha quedado de mí misma? Cervantes, Shakespeare, Doyle, Austen, Ovidio, Tolstoi, Tolkien,...¿De verdad han quedado para la posteridad o son solo nombres cargados con una serie de características que los definen? Cuando leo esas obras, no pienso en sus autores. Sí, se han llevado a cabo minuciosos estudios sobre ellos, de manera que tenemos sus biografías completas, pero, lo que queda de esos autores, no es lo que eran, sino la imagen que esos textos nos han construido sobre ellos. 
Sí, podría escribirse una biografía sobre mi vida (y teniendo en cuenta el éxito de los libros de personajes semificcionales en narrativa catalana, creo que se convertiría en un bestseller). Donde nací, quienes eran mis padres, dónde y qué he estudiado, dónde he trabajado, los libros que he leído, las cosas que me gustaban. Pero seguiría sin ser yo. Soy algo mucho más allá de todo eso. Soy mis reflexiones internas, mis sentimientos contradictorios, las cosas que callo, las cosas que no he hecho, los deseos que tengo. Y eso no hay biografía que pueda reflejarlo, ni siquiera una autobiografía, porque puedo no ser consciente de ello. Por eso, creo que los autores considerados clásicos no viven para siempre, solo la imagen que hemos construido de ellos.
Por supuesto, no puedo olvidarme de ello, quedan sus escritos. Una parte importante de ellos está en sus letras. En ellas, depositamos parte de nuestra alma, de nuestros secretos y ambiciones, muchas veces sin que nos demos cuenta. Pero, ¿puedes conocer realmente a alguien por lo que ha escrito? Puedes hacer suposiciones, pero las interpretaciones pueden ser muy diversas. El caso es que a veces los escritores piensan cada palabra que escriben al detalle y todo tiene un porqué. Otras veces no. A veces, usan unas construcciones o determinadas palabras porque forman parte de bromas internas que solo ellos o unos pocos pueden entender. Eso se ve mucho en los nombres. Por ejemplo, podría ser que en su historia incluyeran a un personaje llamado Mon que fuera una institutriz estricta y pesada, no porque conociera a alguien así, sino por una historia que ha oído contar. O simplemente, podría ser un nombre al azar. Puede que un autor llame Igor a un personaje porque de pequeño tenía un periquito llamado así. O quizás sea casualidad. O coincidencia. A veces, un espejo representa el desdoblamiento del yo y la deformación del personaje o la visión en perspectiva de uno mismo. A veces, es solo un espejo. Por eso, podemos no conocer del todo a los autores por sus letras.
Y en el fondo nada importa, qué más da cuánto nos esforcemos en ser recordados: la humanidad no es más que un nanosegundo en el devenir del universo, una mota de polvo en el espacio, un parpadeo del tiempo. Al final, todos seremos olvidados.
Ya me ha vuelto a salir otra entrada demasiada reflexiva, veo que estáis llorando de emoción, ¿necesitáis papel? Iba a ser una entrada cortita, pero a veces me pongo a divagar...y no tengo freno. En fin, estaré atenta a vuestras opiniones en los comentarios, ¡nos leemos!

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