"Ayer decidí que estar despierta toda la noche y terminar de leer el libro era más importante que estar mentalmente presente hoy"
Lo cierto es que esta es una difícil decisión (no lo es: es más importante estar mentalmente presente). ¿Quedarse leyendo hasta muy tarde y terminar el libro, pero tener un sueño increíble al día siguiente, o dormir y terminar otro día el libro? Supongo que depende del libro. Y del sueño que uno tenga. Y de lo que se tenga que hacer al día siguiente. Aunque por lo general soy razonable (menos mal) y me pongo a terminar el libro (ets un desastre...).
Yo soy muy de leer por la noche, y más de una vez me ha pasado que me caigo de sueño y no importa si me quedan dos páginas: no puedo seguir leyendo (¡porque no deberías!), porque leo el mismo párrafo una y otra vez y no lo entiendo (sin duda, eso es un indicativo de que tenes que parar de leer). Pero otras veces estoy en el mood despierta, y siento que podría estar despierta toda la noche (y dormida toda la mañana siguiente).
"¡Eso es perfecto por si quieres terminar el libros, Laura!", seguramente pensaréis (no lo creo, tus lectores son gente razonable). Ya. Lo sé. El problema es cuando el libro tiene quinientas páginas y voy por la cien. Es un problema grave. ¿Qué voy a hacer durante las dos o tres horas que me sobren cuando termine el libro? (¿Dormir? Es una sugerencia). Oh, claro: reflexionar sobre el libro que he leído. O soñar con él. No sé si os pasa a vosotros, pero si antes de dormir he leído durante mucho tiempo un libro, ese sueño se filtra en mis sueños y es como si siguiera leyendo (tengo una solución para eso: psiquiatra).
Quedarse leyendo hasta altas horas de la noche es maravilloso (ajá...). Ese silencio interrumpido únicamente por el pasar de las páginas. La paz de saber que no serás interrumpido. La tranquilidad de saber que no tienes ninguna otra obligación que cumplir...(excepto DORMIR) El problema está por la mañana (a eso le llamo yo karma).
Los días que siguen a las noches que me he quedado hasta muy tarde leyendo son memorables. Para el resto de personas que me observan, por supuesto. A mí me pasa que voy durante todo el día como zombie. No, por favor, quitad, el "como". Soy un zombie. Más que caminar, me arrastro (si es que eres capaz de levantarte). En lugar de moverme, parece que hago taichi. Y eso cuando me esfuerzo en parecer normal. La palabra "reflejos" solo tiene sentido si hay un espejo cerca. Si participara en una carrera contra una liebre y una tortuga, me ganaría la tortuga. Y la liebre.
¡Y eso que no he hecho referencia a cómo estoy mentalmente! Contesto preguntas cinco minutos después de que me las hayan hecho. Y cuando hablo, noto las palabras como extrañas en mi boca, como si dudara de su existencia (a veces es porque no existen). Eso sí, las respuestas son coherentes. Al menos suenan coherentes en mi mente. Extrañamente, solo en estos días me gusta aprender japonés. Bueno, como mínimo todo lo que leo parece que está en ese idioma.
Sí, son días en los que parece que estoy actuando en una comedia del absurdo y que soy la actriz principal. Pero, ¿merece la pena? (no) SIEMPRE.