Revista Cine

Viñetas de otro verano inglés

Por Ninyovampiro @ninyovampiro
Viñetas de otro verano inglés
A ningún viajero le gusta saber que no queda en el planeta rincón por hollar, paisaje por descubrir, playa por tuitear ni tribu amazónica por infectar. Sin embargo, a todos los lectores nos encanta pensar que por allá donde vayamos probablemente habrá pasado ya algún escritor que habrá convertido ese café, esa iglesia, esa ciudad y sus habitantes en materia literaria. Paradojas del lector viajero.
Al igual que nos sucede cuando releemos un libro, uno no visita dos veces el mismo sitio. Aunque el billete de avión nos diga que volvemos a aquella ciudad que ya recorrimos el año pasado o hace tres lustros, a poco que observemos, veremos que el lugar ya no es exactamente el mismo, y que nosotros, el viajero, ya no somos aquél.
Y es que una de las ventajas de tener media familia desperdigada por Inglaterra y tres niños con los que hacer la obligada ronda de visitas es que, inevitablemente, uno vuelve, verano tras verano, a los mismos lugares, y se da cuenta de lo poco que los conoce. El redescubrimiento que de ellos hace el viajero puede venir por la vía poética, religiosa o filosófica, pero también, por qué no, puede llegar de un modo bastante más prosaico, como me ha ocurrido a mí.
Viñetas de otro verano inglésEl Puente Suspendido de Clifton, en Bristol
Parte de la familia de mi mujer vive en Bristol, donde debo de haber estado más de veinte veces. Siempre me había parecido una ciudad fea, mal diseñada, incómoda, aburrida y con bien poco que ofrecer al turista. Atravesarla en coche es una pesadilla que apenas se ve aliviada por las vistas de la estación de Temple Meads, y hacerlo a pie, si bien nos permite disfrutar del espectacular puerto y el barrio de Clifton, requiere botas de alpinismo. Ríete tú de las siete colinas de Roma.
La ciudad tuvo su época de esplendor en los siglos XVII y XVIII, con el tráfico de esclavos. La abolición de la esclavitud a finales del XIX, así como la guerra con Francia en 1793, marcan el inicio del declive de su actividad comercial. Bristol se revela incapaz de competir con la industria del norte del país.
Viñetas de otro verano inglésLa estación de Temple Meads en los años 60
En la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas de la Luftwaffe destruyeron gran parte de la ciudad, y la podría parecer que la reconstrucción que se llevó a cabo en los años 60, caracterizada por arquitectura brutalista y espantosos bloques de oficinas, tenía como finalidad rematar la faena que iniciaron los bombarderos alemanes. En fin, ése es el Bristol que yo conocía, hasta que este verano nos invitaron a hacer una visita a la ciudad a bordo de un autobús turístico. Mi experiencia con ese tipo de visita no era especialmente positiva, dado que ya había hecho una en mi propia ciudad (de nuevo, la suerte o desgracia de tener familia extranjera). En Barcelona, y aquí me vuelve a salir la vena antipatriótica, me había encontrado con una guía grabada donde, sorpresa sorpresa, nos informaban de la altura de los edificios y las fechas de construcción. En Bristol, por el contrario, nos encontramos con unos guías amenos, campechanos, inasequibles al desaliento ante la sosez de los pasajeros, y que no sé si nos descubrieron el lado oculto de la ciudad, pero desde luego nos hicieron ver la ciudad con otros ojos, y hasta nos dieron ganas de bajar y explorar la ciudad. Que sigue siendo fea, sí, pero con mucha belleza interior.
Viñetas de otro verano inglésEl histórico Llandoger Trow antes de la guerra.
Viñetas de otro verano inglésEl Llandoger Trow hoy
Prometo que en el próximo viaje me escaparé de los niños para tomarme una pinta en el Llandoger Trow, el pub donde se cuenta que Daniel Defoe conoció a Alexander Selkirk, inmortalizado luego como Robinson Crusoe, o que sirvió de inspiración a Robert Louis Stevenson para el Admiral Benbow Inn, de La isla del tesoro.
Este verano, Bristol fue escenario del Gromit Unleashed, es decir "Gromit sin correa", una exposición pública orgnizada con el fin de recaudar fondos para el Hospital de Niños de Bristol. En esta ciudad es donde se encuentran los estudios Aardman Animations, cuna de los geniales personajes de Wallace y Gromit. La exposición consistía en 80 esculturas de Gromit diseñadas por otros tantos artitas, y distribuidas por toda la ciudad. Nada glorioso, nada pretencioso, nada de "mira qué importantes somos", sino simplemente una excusa perfecta y desenfadada para que miles de turistas exploraran la ciudad mientras intentaban fotografiarse con todas las esculturas.
Viñetas de otro verano inglés
Viñetas de otro verano inglés
Viñetas de otro verano inglés
Otro de los escenarios habituales de mis veranos ingleses es el condado de Somerset, donde vive otra parte de la familia. Allí nos alojamos en un pequeñísimo pueblo a las afueras de Wells, ciudad famosa por su catedral y por la confusión de su nombre con Gales (Wales). Seguro que los lectores de Palencia me entienden. Wells forma parte del circuito tres en uno que lleva a los turistas a visitar en el mismo día Wells, Bath y Glastonbury. Esta última, aparte de por su festival de música, es conocida también por el número de hippies y druidas que la habitan. Ello se debe, sin duda, a que nos encontramos en tierras artúricas, y es que el monumento más conocido de esta ciudad es Glastonbury Tor, que se identifica con el Avalon de la leyenda de Arturo. La casa de mi suegra se encuentra en las Mendip Hills, y, a pesar del "spite wall" (un muro para joder el panorama) que un vecino se niega a derribar, desde ella se ve la torre en una vista parecida a ésta.
Viñetas de otro verano inglés
Viñetas de otro verano inglésVicar's Close, en Wells, es la calle residencial más antigua de Europa
La bonita ciudad de Nailsworth, donde desde hace unos años pasamos también unos días todos los veranos, no es especialmente conocida. Sin embargo, cuando uno dice que se encuentra en las colinas Cotswolds, y apenas a unos kilómetros de Stroud, los ingleses inmediatamente responden "ah ya, Laurie Lee". 
Viñetas de otro verano inglés
Laurie Lee es toda una institución en Inglaterra, mientras que en nuestro país es un perfecto desconocido cuya novela emblema, Sidra con Rosie, está, si no me equivoco, descatalogada desde hace años. Hablaré en otro momento de esa novela, y por ahora me limitaré a señalar que las Cotswolds son un lugar precioso, donde los turistas extranjeros prácticamente no existen, y que tiene ciudades y parajes que bien vale la pena visitar. De hecho, toda la región está designada Área de Destacada Belleza Natural.
Viñetas de otro verano inglésCirencester, la ciudad más grande del Dsitrito de Cotswold
El último de los lugares a los que vuelvo todos los veranos está situado en un pueblecito de Hampshire, en la arquetípica campiña inglesa. Estamos en territorio Jane Austen
Viñetas de otro verano inglésUna hermosa vista al levantarse
Casas con tejado de paja, graneros reconvertidos en viviendas, jardines enormes con sus huertos y sus pequeñas granjas, vida rural llena de paz y armonía, este pueblecito de Hampshire es, para los amantes de la vida en el campo, un lugar idílico. Aquí la familia de mi mujer vive en una casa de no sé cuántos siglos, pero, a juzgar por los porrazos que me doy con las vigas de madera del techo, data de antes de que el homo sapiens diera el estirón. Es una casa algo incómoda, sí, pero absolutamente preciosa.
Viñetas de otro verano inglés
Y lo mejor de todo es que uno puede salir de paseo, cruzar prados, campos, bosques, y, tras encontrarse con un partido de criquet, llegar a la casa de Jane Austen. Para qué seguir.
En fin, que uno ya dejó atrás los grandes viajes a la India, Bolivia o la Unión Soviética, y hasta que los niños no sean algo mayores, tenemos parte de las vacaciones organizadas. Pero eso tampoco es tan malo, ¿no?

Volver a la Portada de Logo Paperblog