Con la intención de dotar a las historias de mayor amplitud argumental y una calidad que se asemejara a la de las publicaciones franco-belgas, la editorial propietaria de la serie que Ibañez venía dibujando desde 1958 decide a finales de la década de los sesenta aplicar dos condiciones que cambiarían el devenir de la historia y harían de Mortadelo y Filemón la obra de mayor éxito del cómic español de todos los tiempos. Por una parte, se introduce a los dos personajes protagonistas en una organización secreta llamada T.I.A., en una clara referencia a la famosa agencia de información estadounidense, con lo que el número de situaciones y actores con los que convivirían los dos populares agentes se multiplicará por varios enteros y hará que las historias puedan continuarse semana tras semana bajo un nexo de unión común. Por ejemplo, se introduce en las primeras historias a dos nuevos personajes que con el paso de los números se convertirán en parte imprescindible de las aventuras de Mortadelo y Filemón, el Superintendente Vicente y el Profesor Bacterio. Por otro lado, se le exige a Ibañez que sus dibujos sean más elaborados, al estilo de los cómics que por aquella época se venían publicando en Francia o Bélgica, donde los autores de obras como Spirou et Fantasio o Asterix conseguían dotar a las planchas de una gran calidad sin abandonar en ningún momento el tono humorístico que las caracterizaba. La consecuencia de las peticiones de Bruguera queda finalmente plasmada en lo que a la postre será la primera aventura larga de Mortadelo y Filemón: El sulfato atómico.
La aventura aparece publicada por primera vez entre los números 1 al 23 de la revista Gran Pulgarcito, durante el año 1969, y Francisco Ibañez idea una historia de argumento totalmente lineal que va presentando al lector en dosis de dos páginas semanales. Bajo el pretexto de un elixir para el control de plagas inventado por el Profesor Bacterio que tiene la capacidad de agrandar en demasía a todo bicho viviente que sea pulverizado por él, los agentes Mortadelo y Filemón son asignados a una misión para seguir la pista de una cantidad de líquido que ha sido robado por agentes de la república de Tirania, un país gobernado por un dictador de ansias expansionistas que podría utilizar el suero como arma. Los dos agentes se desplazarán a Tirania y vivirán allí decenas de situaciones que mezclarán a los castrenses mandatarios del país con las consecuencias de la aplicación del elixir sobre diversos insectos.
Para el desarrollo del dibujo de El sulfato atómico Ibañez toma como modelo a Franquin y su trabajo en Spirou et Fantasio. Las páginas de la historia llegan a rozar el plagio de obras como Le Dictateur et le Champignon o QRN sur Bretzelburg. El diseño de los vehículos, de las ropas de los militares e incluso de los edificios bebió quizás demasiado de estas y otras obras del gran artista belga, pero es innegable que la salida al mercado de esta creación y las que la siguieron, amén de su posterior publicación en álbumes con un formato parecido al del mercado francés, cambiaron para siempre el concepto de realización de historias en el panorama de la historieta juvenil española, transformando por completo el criterio imperante hasta la fecha y haciendo de esta serie y de otras muchas que adaptaron su estilo las verdaderas protagonistas de buena parte de lo que restaba de siglo.
MhBeyle, desde El arte secuencial