Vintage: Pijamas con historia

"- Para dormir sólo me pongo un poco de Channel nº5. 
- ¿Y nada más?
- Bueno sí, también pongo la radio" 
( Fragmento de entrevista a Marilyn Monroe)
Según publica la "Vanity Fair", vivo en uno de los cinco barrios más modernos del mundo. El lugar donde lo moderno hace un doble giro con tirabuzón, allí donde se adelantan las tendencias. Camino por el barrio. Un escaparate llama mi atención. Españoles, vuelve el squijama. Vuelve el hombre.
Aterrorizada por la vuelta de esta prenda, pensada para abuelitos como complemento del orinal, empiezo a pensar en todas esas tendencias que sufrimos (o sufrieron por nosotros) y que podrían volver a ser el colmo de la modernidad por obra y gracia de lo vintage. Dentro vídeo.

1939. Las mujeres, solas desde que sus amantes y amados esposos partieron a una guerra incierta, tienen dos opciones. Una, mantener a sus esposos cerca del corazón usando pijamas con el emblema de las Fuerzas Aéreas Reales. Vamos, la versión vintage de robar la camisa blanca de tu chico en plan Kim Bassinger o quedarte con su chaqueta beisbolera a lo Pink Lady. 

Opción dos, esperar pacientemente su retorno envueltas en sus "trajes de sirena". Solo hay que ver las caritas de las modelos fotografiadas para intuir su descontento con la tendencia del horror. Podría plantearme el pijama masculino en nombre de lo vintage, de los trajes de sirena ni hablar.

1936, se pone de moda el pijama "pierna cómoda que no se sube", el autor del nombre comercial aún está en busca y captura. Será muy cómodo pero poco atractivo. El homólogo femenino del maldito squijama. Queda descartado como homenaje a la historia del pijama. En mi cama no entra. Podría ser más flexible con los conjuntos estilo pijama de los años 20.

Pijamas de raso y encaje que permitían a las mujeres deshacerse de los incómodos corsés durante unas horas. Modernas ellas  los llevaban, combinados con lujosos chales de brocado traídos de Francia, a la playa y en sus looks de noche. Y la tendencia ha calado casi un siglo después. Misión cumplida.

Y aún queda una tendencia para el horror en el protocolo de cama. 

Una bailarina profesional del Stretham Dance Hall del sur de Londres desayuna en la cama con bata masculina, completamente maquillada y las uñas pintadas. Una tendencia muy en boga entre las protagonistas de las telenovelas, que amanecen con el rimmel puesto y la permanente arreglá. Y en la galería del horror de los looks nocturnos, Jane Mansfield "antermuertaquesencilla". Ella confunde la noche con el día y la negligée con el bustier.
El que dice que cualquier tiempo pasado fue mejor es que nunca fue obligado a llevar un squijama. Ni un pijama "pierna cómoda que nunca se sube".