Revista Cultura y Ocio

Violante de Aragón

Por Manu Perez @revistadehisto

La esposa de Alfonso X el Sabio, Violante, fue una activa partícipe en el tablero político de los Reinos Peninsulares. Enérgica, dominante y ambiciosa, sinuosa y subterránea, constante e incisiva – aunque quizá lógica – pero enemiga de su marido. Estos calificativos han sido utilizados por algunos historiadores para definir a Violante de Aragón, Reina de Castilla entre 1252 y 1300.

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Violante de Aragón

Esposa de Alfonso X el Sabio (1252-1284), Rey bien conocido y estudiado, la figura de Violante ha pasado bastante desapercibida; o cuando se la han contemplado han destacado más sus defectos que sus virtudes. El 26 de diciembre de 1246 contrajo matrimonio en la Colegiata de Valladolid, con el Rey Alfonso X el Sabio de Castilla.

Llama especialmente la atención el poco interés por ella, si se tiene en cuenta que la historia de su vida es realmente apasionante: tanto su faceta personal como su intervención en la política así lo confirman. La documentación no permite conocerla en profundidad, solo asoma en los documentos la Violante política, pero su tarea de Reina no puede separarse de algo tan personal como la maternidad. Dos tiempos se distinguen en su actividad política: de 1252 a 1278, cuando intervino en asuntos del Reino en apoyo de su esposo, y de 1278 a 1300, años de práctica política activa pero menos visible, pues vivió separada de su consorte hasta que éste falleció en 1284, y, además, las relaciones con su hijo Sancho IV Rey de Castilla no fueron particularmente buenas.

Nacida probablemente en 1236, hija de Jaime I el Conquistador y de su segunda esposa, Violante de Hungría, Reyes de Aragón. La Reina Violante de Aragón falleció en Roncesvalles, en el Reino de Navarra, en 1301, a su regreso de la ciudad de Roma, donde había ganado el Jubileo en el año 1300. Está documentado que el cadáver de Violante recibió sepultura en la Real Colegiata de Santa María de Roncesvalles, donde también se hallaba sepultado Sancho VII el Fuerte. No obstante, no se conserva memoria alguna de dónde se encuentran los restos de la Reina en la actualidad.

De sus primeros años de su vida apenas si hay noticias. Como otras jóvenes, siendo muy joven, antes de cumplir los diez años, salió de Aragón para vivir en el Reino de Castilla, pues estaba destinada a casarse con el infante Alfonso, heredero del Reino. Su primera “obligación”, tras la boda en 1248, era dar a luz a los hijos del Rey. Muy joven para concebir, en 1252, cuando murió Fernando III y se convirtió en Reina de Castilla no le había dado heredero a su esposo. Ahí apareció el primer escollo en su relación matrimonial. Alfonso X el Sabio, según el padre agustino Enrique Flórez en su obra Reynas Cathólicas,

“acongojado por la esterilidad de la Reina, y por el gran deseo que tenía de dejar sucesión …envió embajadores … a pedir por mujer”,

a la Princesa Cristina de Noruega. Pero cuando esta Princesa llegó a Castilla en 1255, Violante ya había tenido a sus dos primeras hijas: Berenguela y Beatriz. Violante cumplió con creces su tarea de madre: tuvo nueve hijos más. En un primer momento, el futuro Rey Alfonso X llegó a considerar incluso la posibilidad de solicitar al Papa la anulación matrimonial, pues llegó a creer que su esposa era estéril, pero ello se debía a la extrema juventud de Violante (tenía tan sólo 10 años cuando contrajo matrimonio). Según una leyenda, la Reina no podía quedar encinta y el médico le mandó reposo. En 1248, al ser reconquistado Alicante para la Corona de Castilla, fue a descansar a una finca situada en los campos próximos a la ciudad, y allí fue donde quedó embarazada por lo que decidió llamar al paraje ‘Llano del buen reposo’, nombre que ha quedado para la posteridad y que hoy en día es un barrio de Alicante.

Papel de madre

El primer tiempo de la vida de Violante como Reina de Castilla está unido a su papel de madre. Fue en la defensa de sus hijos como inició su carrera política, interviniendo en dos momentos clave, en 1256 y en 1264. En 1256 se dirigió a su padre para solicitarle una entrevista. Solicitó a Jaime I, involucrado en el conflicto que algunos nobles mantenían con Alfonso X, que deshiciera el compromiso matrimonial de la infanta Constanza de Aragón con el infante Enrique de Castilla, hermano del Rey Alfonso y uno de sus grandes opositores. Temía que ese matrimonio entre su hermana y su cuñado pudiera mermar los derechos sucesorios de sus hijos. En 1264, ante el problema de la revuelta mudéjar en Murcia, Violante acudió de nuevo a su padre; la hizo llegar una carta en la que le pedía su intervención en el asunto para evitar ver “a su marido y a sus hijos despojados de su patrimonio”.

El eje de la balanza

Estas dos intervenciones presentan a una Violante en el eje de una balanza, en un acto de equilibrio entre su marido y su padre. Alfonso X no tenía una relación especialmente buena con Jaime I, y enviaba a su esposa a negociar asuntos que le interesaban. Así lo percibía, suponía y expresaba el propio Rey de Aragón con la metáfora que apuntaba en el Libro de los Hechos:

“Os voy a decir en el fondo de que se trata. Tenéis que saber que esto se parece al hombre que cata el vino y lo quiere aguar; pues los que catan el vino, antes de aguarlo, quieren saber primero si es suave o fuerte.”

Violante demostró sus dotes de mediadora, y bien valorada fue cuando se solicitó su intervención en asuntos políticos más allá de los relacionados con su papel de madre. Buen ejemplo se encontró en 1264, cuando los concejos de Extremadura, descontentos con la política de Alfonso X el Sabio, en particular con la sustitución de los fueros por los que se regían por el Fuero Real, temiendo que el Rey no atendiera sus demandas, solicitaron la mediación de la Reina ante su esposo.

Aparte de las acciones mediadoras en esas dos fechas, hay que destacar una intervención fundamental: la negociación con los nobles enfrentados a Alfonso X, “desnaturalizados”, es decir, exiliados voluntariamente del Reino y acogidos en el Reino de Granada. Violante, con su hijo heredero Fernando de la Cerda, su hermano Sancho – Arzobispo de Toledo – y con otros nobles fieles, encabezó las negociaciones que acabaron con la rebeldía de los nobles contra el Rey entre 1272 y 1274, por lo que la Reina se convirtió en una mujer política muy activa y bien valorada.

La vida de Violante de Aragón cambió en 1275. Ese año murió su hijo Fernando de la Cerda y se planteó el problema de quién le sucedería. Según las leyes del Reino, era el segundo hijo, el infante Sancho, quien debía heredar la Corona, pero el Código de las Siete Partidas introdujo un cambio en el orden sucesorio: a la muerte del heredero le sucedería el hijo del fallecido:

“Sy el fijo mayor moriese antes que heredase, sy dexase fijo o fija que oviese de mujer legítima, que aquel o aquella lo oviese e non ningún otro ninguno”.

El conflicto surgió de inmediato; Sancho se consideró legítimo heredero descartando cualquier pretensión de los hijos de Fernando de la Cerda.

La Reina se puso del lado de sus nietos, nacidos del matrimonio de Fernando de la Cerda con Blanca de Francia, hija del Rey San Luis. Antes las desavenencias provocadas por este asunto, en 1278 Violante inició un viaje al Reino de Aragón, sin conocimiento de su marido ni de su hijo Sancho. Salió, o huyó con su nuera Blanca y con sus dos nietos, con la esperanza de que su hermano, Pedro III de Aragón, le ayudaría en su empeño de conseguir que su nieto Alfonso de la Cerda fuera el heredero de la Corona de Castilla. El Rey de Aragón no quería complicaciones negándole el apoyo que ella esperaba. Año y medio más tarde tuvo que regresar sola a Castilla. Nunca más se encontró con su esposo Alfonso X el Sabio, de quien vivió separada durante seis años.

Segundo intento

Al convertirse en Rey su hijo Sancho, a Violante no le quedó otra opción que aceptar la realidad y ponerse al lado de su hijo, aunque cuando éste falleció en 1295, volvió a intentar que su nieto Alfonso de la Cerda fuera designado heredero, colocándolo por delante de su otro nieto, Fernando IV, hijo de Sancho y de María de Molina[1].Las maniobras políticas de Violante tropezaron con las de esta nuera, otra mujer de gran capacidad política.

Con mayor o menor suerte, Violante desarrolló una interesante labor política. Intervino en asuntos fundamentales como los señalados y en otros de menor relevancia. Sus fórmulas de acción política fueron las consideradas propias de las Reinas: la intersección y la mediación, fórmulas cuyo marido supo apreciar. Su actividad mereció las alabanzas de una autoridad de tan alta raigambre como el Papa. En 1274, Gregorio X le dirigió una carta, para solicitar su mediación en la difícil tarea de convencer a Alfonso X de desistir en sus pretensiones al Imperio. El sueño del Imperio alejó al Rey de afrontar asuntos graves de su Reino permitiendo a la Reina intervenir directamente en política. A ello además colaboró el interés de Alfonso X el Sabio por su taller cultural. No es de extrañar que el Rey mereciera el comentario de que

“de tanto mirar al cielo se olvidó de lo que pasaba en la tierra”.

Violante, con los pies en la tierra, no dejó de lado las tareas culturales, especialmente las relacionadas con el apoyo a instituciones religiosas. Desarrolló una interesante actividad patrocinadora, propia de las Reinas y de las mujeres de la alta nobleza, y la utilizó como instrumento para conseguir más poder. De sus acciones patrocinadoras destacaron los apoyos a las Órdenes Mendicantes en Valladolid y la fundación del convento de Santa Clara de Allariz (Orense).

Con una vida rica en acontecimientos y una actividad política que la situó en un nivel fundamental en la vida del Reino de Castilla, se ignora cómo la figura de esta Reina con tanto poder y autoridad no ha merecido más atención. No sería arriesgado suponer que la insumisión hacia su marido, un Rey tan valorado, y su imagen de perdedora en la lucha por situar en el Trono a sus nietos los infantes de la Cerda, le ha hecho merecer los infames calificativos señalados al principio, o le ha cubierto de un manto de silencio. Pero por su intervención en la vida del Reino merece calificativos bien distintos: Reina inteligente y con notable talento político, madre protectora de sus hijos y nietos, patrocinadora de cultura, por lo que merecería, como su esposo, el calificativo de Sabia.

Autor: José Alberto Cepas Palanca para revistadehistoria.es

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Bibliografía

FUENTE, María Jesús. Reinas medievales en los reinos hispánicos.

[1] María Alfonso de Meneses (1261-1321), conocida como María de Molina, señora de Molina, hija del infante Alfonso de Molina y de su tercera esposa, Mayor Alfonso de Meneses, fue Reina consorte de Castilla entre los años 1284 y 1295 por su matrimonio con Sancho IV de Castilla.


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