Se sube lafaldamientras sudignidadcae a la altura del suelo.
Martha se encuentraencarceladapor una tela ceñida que marca cada milímetro del contorno de su silueta.
Tras su paso, lasmiradasse vuelven, atravesando el algodón conperversión. Las risas y comentarios llegan a oídos de la joven que se sienteinferiory gobernada por las miradas indeseadas a quien no ha abierto ni el pensamiento.
Camina cabizbaja, con la mirada apagada, cómo si bajo sus pies sus tacones se hubiesen convertido enclavos que le perforan elcorazóna cada paso, mide cada movimiento con temor, quiere liberarse de sucuerpo.
No quiere servíctimade miradas.
Querría vestir una cómoda camisa y pantalones y cargar a su espalda una mochila llena de libros. Querría ser libre y soñar con elalma.
Sin embargo, Martha, esvíctimade la sociedad, esclavizadapor los hombres, crucificada enpúblico cada día yexpuestaen medio de la calle.
Unalágrimacorre por su rostro mientras se para en laesquina.
Hoy todavía no ha empezado a trabajar y ya ha sido violadacon la mirada, gratuitamente.
Tan sólo quiere poder conseguir algo de comida para alimentar a sus hijos.
Tiene que aguantar como los hombres le roban la dignidad con la mirada y la violan entre risas y aplausos.
Nadie debería ser tanpobreque se viese obligada a vendersucuerpo. Ni nadie debería ser capaz de comprarel cuerpo de ningunamujer.
Martha representa la situación de la mujer esclavizada por el hombre en muchos países del mundo, demasiados.
https://cooperacioambalegria.co/2018/11/19/los-hombres-que-violaban-con-la-mirada/