Revista Educación

Violencia de primera y de segunda

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Violencia de primera y de segunda

A mí no me gusta demasiado el rap, así que Pablo Hasel no está en mi lista de música favorita. Tampoco me apasiona la violencia. De ningún tipo. Pero me sorprende observar cómo en estos días de disturbios, ante la entrada en la cárcel del rapero por enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona, quienes fueron jóvenes en el mayo del 68, ahora ponen el grito en el cielo por las manifestaciones. Me temo que hay una violencia de guante blanco que se tolera y una de segunda clase que es la que se critica con saña. A mí siempre me ha parecido que utilizar el insulto fácil como hace Hasel en sus temas, es un recurso sencillo para crear polémica y conseguir seguidores. La verdad es que no es un tipo de crítica que me interese demasiado pero defiendo el derecho de todos a expresar sus opiniones, aunque no me gusten. Las llamadas al odio son tantas en las redes sociales, que las cárceles van a ser pocas. Los discursos incendiarios campan por sus anchas en a la red a cargo de algunos que incluso dicen ser periodistas y "los únicos que cuentan la verdad", que no dudan en animar a sus seguidores para que señalen con el dedo al blanco de sus críticas.

Violencia de primera y de segunda

Pero es que hay una violencia que parece ser de guante blanco y que provoca que la desigualdad social se eternice en algunas familias, que la salud sea cuestión de dinero, que la educación no sirva para ganar calidad de vida, que el dinero público caiga en agujeros sin fin, que determinadas autoridades se llenen los bolsillos, sean juzgados, entren a la cárcel o no, pero nunca devuelvan ni un duro. Que inmigrantes que no han cometido delito alguno se vean inmovilizados, sin posibilidad de trabajar ni de reunirse con familiares y amigos que en otros países los reclaman, que hacienda parezca que no somos todos, que los gestores se dediquen a ganar votos y no a gestionar, que la justicia ni ve ni oye las llamadas de auxilio de muchas víctimas con la rapidez y los recursos necesarios como para que no acaben bajo tierra, que los mayores de cuarenta años ya no sean útiles para el sistema productivo capitalista, que los jóvenes no encuentren trabajo porque no tienen experiencia porque aún no han conseguido ningún primer trabajo, que no haya residencias para ancianos y tampoco pensiones que permitan residir en un centro para ancianos y un largo etcétera de violencias que parecen cotidianas y que no queman contenedores porque incendian almas y las reducen a unas cenizas que ya ni siquiera pueden protestar.


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