Revista Cine
Violette Leduc hija bastarda de un noble, conoce a Simone de Beauvoir tras la posguerra en Saint Germain des Prés, comenzando así una relación intensa entre estas dos mujeres que va a durar toda su vida, relación basada en la búsqueda de libertad de Violette y la convicción de Simone de tener entre manos el destino de una escritora fuera de lo común.
Es la historia de una mujer desgarrada por la ausencia de amor en su vida. Su madre nunca la agarró de la mano, y ya adulta se enamora (o engancha) de personas que no sienten afecto por ella, ya no digamos pasión o Amor.
Sueñas Violette, nunca cambia nada.
Viajo, soy un glaciar que se desplaza.
La soledad en estado puro. Sus relaciones con los demás siguen un ciclo idéntico, sin salida. Ella implora una caricia, un gesto, y lo único que recibe son rechazos.
En sus escritos deja huellas de su vida. Describe como nadie se había atrevido en su época, las relaciones sexuales entre niñas adolescentes, el aborto….
La figura de Simone de Beauvoir será la impulsora de su creatividad, aunque durante años eso solamente le cause dolor y desesperación.
Las interpretaciones son fantásticas. Conocemos y sufrimos con la protagonista. Pero en mi opinión va perdiendo fuelle en la última hora de metraje.
A este director lo conocí por otra obra en la que nos muestra la vida y emociones de otra artista: Séraphine. Y en esa ocasión tampoco acabó de convencerme.
Director Martin Provost. Guión Martin Provost, René de Ceccatty, Marc Abdelnour. Música Hugues Tabar-Nouval. Fotografía Yves Cape. Reparto Emmanuelle Devos, Sandrine Kiberlain, Catherine Hiegel, Olivier Gourmet, Olivier Py, Jacques Bonaffe, Nathalie Richard, Stanley Weber, Fabrizio Rongione. Francia 2013, 132 min.