Las hermanas Christina y Betty se han fugado de la casa de sus padres a Londres para buscarse la vida. Chris quiere ser modelo y entra en una agencia que le ofrece una sesión de fotos para una campaña de publicidad. Pronto descubren que dicha agencia es la tapadera de una asamblea de brujas que quieren que se unan a ellas. Sin embargo, es posible que Christine, que tiene poderes de verdad, sea más de lo que pueden tragar.
Sigo con ligeros spoilers...
Virgin Witch es una historia de erotismo soft con un argumento de fondo brujeril muy sicodélico... los 60 aún no estaban muy lejos. Realmente la peli no tiene mucho más que rascar de lo que cuento en la sinopsis.
Una bonita fotografía unida a una ambientación maravillosa y una atmósfera relativamente opresiva con algunos momentos inquientantes, la trama es poco más que una excusa para sacar desnudas a las hermanas Vicki y Ann Michelle. La directora de la agencia quiere ver desnuda a Christina, el fotógrafo tarda cero coma cero en pedirle que se vaya sacando prendas, el dueño de la mansión donde están celebrando la sesión de fotos, que además es el sumo sacerdote del culto, está de acuerdo en iniciarla, lo cual implica desflorarla personalmente... y después a la hermana pequeña, claro.
Entremedias vamos viendo que Christina tiene poderes, que empiezan con pequeñas intuiciones y llegan hasta el control mental masivo... y su intención es pasar de cordero de sacrificio a jefa del cotarro.
Un poco de contextualización histórica
A finales de los 60 hubo un renacimiento de la afición por el ocultismo. Mientras en Estados Unidos tiraban más hacia el satanismo, en Gran Bretaña se inclinaban hacia el neo-paganismo, orientandose hacia el aspecto religioso y de adoración hacia las viejas tradiciones. Eso sí, en ambos casos, las ceremonias estaban sumamente repletas de tendencias sexuales, algo que se refleja perfectamente en Virgin Witch.
Unas gotas de brujería, un pellizco de terror y muchos, muchos desnudos.