Año: 2016
Editorial: Autopublicado
Género: Relato/Novela corta
Valoración: Pasable
La reseña de hoy me plantea un dilema moral. En la Calle Mayor me ha gustado más bien poco (por no decir nada), por lo que debería hacerle una crítica negativa. No obstante, es un libro que ha sido claramente escrito desde el corazón y con la mejor de las intenciones: ayudar a quienes lo lean a reencontrarse con el disfrute de las pequeñas cosas; a vivir la vida con más calma y más amor. Esto, unido a que se trata de un autopublicado, hace que sienta reparo ante la idea de ponerme en plan destroyer. Pero, al mismo tiempo, quiero mantener la honestidad con los lectores de Libros Prohibidos, así que trataré de dejar muy claro cuáles son los problemas objetivos del libro y cuáles se derivan de mis gustos personales.
Comencemos, pues, con la sinopsis. Esta novela corta, que bien se podría considerar un relato largo, narra la historia de May, una niña que lleva una vida bastante desgraciada: no tiene amigos, todos se burlan de ella, ni su madre misma parece quererla demasiado. La culpa de todo la tiene la desaparición de su padre. May lo vio evaporarse a través de una suerte de portal mágico en un parque, pero nadie la cree, razón por la cual se ha convertido en objeto generalizado de escarnio y mofa. Todo cambia cuando May se topa con un misterioso libro que habla de ángeles que pueden cambiar nuestra vida con sólo pedírselo. May entonces comienza a pedir cosas para sí misma y los que están a su alrededor, por lo que la vida de todos dará un vuelco.
En la Calle Mayor tiene algunos problemas objetivos, pero de relativamente poca importancia. Necesita una corrección ortotipográfica y de estilo. Los personajes tienen nombres absurdos, todos ellos de tres letras (May, Ana, Ryo, Leo, Set, Kel, Lur, Ona, Ula, Yuk…), que distraen y a ratos impiden saber cuál es cuál. El narrador no se termina de decidir entre omnisciente y equisciente. En fin, todo esto son problemas comunes en obras autopublicadas y tampoco son para poner el grito en el cielo.
Ahora bien, desde un punto de vista subjetivo, la cosa es más grave. Si yo entrase en una librería y me dieran a escoger un libro que pudiera llevarme para leer por puro placer, En la Calle Mayor estaría muy cerca del último lugar. Quiero decir que es la antítesis de lo que yo busco en un libro. En prácticamente todos los sentidos. La trama me llama poquísimo la atención; es demasiado infantil, demasiado naíf. Los personajes tienen cero carisma, no me interesa qué les pueda ocurrir; no me los creo. El estilo me enerva: frases cortas, imágenes cursilísimas, lenguaje simplón. El lector es llevado de la manita en todo momento. La moraleja es siempre explícita, los juicios de valor abundan. No tiene ninguna de las cosas que puedo buscar en un libro: una trama que me atrape, unos personajes que me fascinen, diálogos ingeniosos, un mensaje potente entre líneas. Nada.
Aunque pudiera parecer que estos son problemas objetivos, lo cierto es que sospecho que en su mayoría son aspectos pretendidos por la autora. Virginia Gil ha optado por escribir una obra abierta a un amplio espectro del público (de 10 a 100 años, según sus propias palabras), lo que puede haberla llevado a redondear a la baja en términos de lenguaje, estilo, trama, etc. Y el tema de las moralejas explícitas y la forma en que el lector es guiado a través del texto vienen a raíz de que la finalidad de En la Calle Mayor es servir como libro de autoayuda, destinado a inculcar en los lectores el mensaje de que el Universo (los “ángeles”) puede darnos aquello que buscamos si aprendemos a pedirlo. Al adoptar este tono tan aleccionador, Virginia Gil sigue la estela de autores como Jorge Bucay o Paulo Coelho. De nuevo, la antítesis de lo que yo considero un buen escritor.
Mención aparte merece el hecho de que el mensaje que pretende difundir este libro, que no es otro que el defendido en best-sellers como El Secreto o Pon el cielo a trabajar, es uno que me saca de mis casillas. Desde mi punto de vista, es insultante sugerir que los 30.000 niños que mueren de hambre al día o las miles de refugiados que han muerto en el Mediterráneo en lo que va de año podrían haber tenido otra suerte de sólo haber cambiado sus pensamientos o su actitud hacia la vida. Simplemente, Virginia Gil y yo estábamos destinadas a no entendernos.
Por otra parte, En la Calle Mayor es un libro con planteamiento, nudo y desenlace, que no es poco. Es un libro que (creo) consigue lo que busca. La autora, además, demuestra tener mucha sensibilidad. Por todo ello, quienes gusten de este tipo de literatura y estén buscando un libro que les infunda optimismo y energía positiva seguramente lo disfrutarán. Como no podía ser de otra manera, lo dejo a su elección.
También te puede interesar
- Ana Katzen: Cazador y presa
- Javi Navas: Abuelos y nietos contra los extraterrestres
- Especial Roald Dahl
- Miguel Córdoba: Ciudad de heridas
- Norton Juster: La cabina mágica
- Ana González Duque: Leyendas de la Tierra Límite