Más fotos de la presentación en Zamora y más fragmentos de los textos incluidos en Viscerales:
DERROTA / SAFRIKA:
Los pájaros no quieren mi comida. Las manos me huelen
(y es un perfume que aprendo a odiar)
a pan duro
y agua.
Lanzo las migas desde el
tercer piso. Desmenuzo ese trozo
de pan
con una ilusión nefasta, buscada
hasta la extenuación.
José Ángel Barrueco y Mario Crespo, antólogos.
CIERTO OLOR A MIERDA / IÑAKI ECHARTE VIDARTE:
A la hora de marcharme, debido a mi total estado de embriaguez y confusión añadida, acepté el cuarto de invitados que me ofreció el escritor. El supuesto criado me ayudó a desvestirme y a acostarme y después se tumbó, desnudo, a mi lado. Sabía que tenía que hacer un esfuerzo y revelarme, pero sólo puedo recordar el olor de su cuerpo y una sombra quieta en el pequeño haz de luz que se filtraba desde la puerta.
Mónica Barrueco y José Ángel Barrueco.
LA SANGRE / ALEJANDRA ZINA:
El padre comparaba la paz de su casa con un ordenado juego de mesa. Un juego de dos parejas: él y su mujer por un lado; sus dos hijas por el otro. Si las cosas marchaban bien, las fichas se movían en el tablero. Cada uno a su turno. Siguiendo las reglas. Lo importante, decía el papá, no es ganar o perder sino jugar en familia. Si las cosas marchaban mal -y sólo marchaban mal cuando las hijas se enfrentaban a su mujer-, entonces el juego se iba al diablo. Culpa de las chicas que pateaban el tablero y hacían volar las fichas por el aire.
David Refoyo y Mónica Barrueco.
LLORANDO MERCURIO / ESTEBAN GUTIÉRREZ GÓMEZ:
Tú tampoco entiendes, te limitas a observarme, a preguntarme con la mirada, ¿crees que no lo soy, que no me doy cuenta? Ah, joder las veces que te has salvado. Le dije aluminio pulido. ¿Cuántas pulgadas? ¿Pulgadas? Yo que sé, grueso. ¿Cómo de grueso? Como para evitarme hacerlo astillas. Y entonces me miró los nudillos, Blanquito, y se dio cuenta de qué le hablaba. Estas manos, Blanquito, estos dedos como morcillas y estos huesos deformados de tanta hostia que le meto al mundo.
Jab y Marta.
PARÍS / DAVID GONZÁLEZ:
Jeanne, sí:
La camarera del Island:
a la que ya de entrada no le caigo bien. Le molesta, le ofende, se lo toma como algo personal: que en vez de seguir el compás que ella marca con la música que está pinchando: Juliette Greco, musa de los existencialistas, siga el mío propio: el que a través de unos auriculare, desde el iPod de mi iPhone 3G, marca Rammstein: Frühling in París.
José Ángel Barrueco.
PORQUE OKUPÉ EN LONDRES / ANA PÉREZ CAÑAMARES:
Lo había preparado todo -la ropa oscura, la gorra, los destornilladores, la palanca- con una concentración maníaca; una concentración que hasta yo tomé por resolución. Luego supe que el miedo es capaz de arrasarlo todo y dejar un solar vacío a su paso. Por muy convencida que estuviera de lo que iba a hacer, mi actitud no era distinta de la de aquel que va a cometer un crimen reprobable y para darse fuerzas aparta de sí todo escrúpulo, toda emoción, todo pensamiento.
Mario Crespo y Jab.
ALL MY FRIENDS WERE VAMPIRES / JAVIER ESTEBAN:
se trataba de un relato beligerante y escueto que, adecuadamente dirigido, no podía dejar de tener un impacto efectivo en la amorficidad que llamáis algunos Mundo y junto a vosotros muchos de nosotros que pensábamos de igual manera, de ese modo, antes de conocer el martirologio católico al completo en aquellas rodillas castigadas por los más aberrantes posados y las pirueta más pindáricas que debía ejecutar como absoluta campeona de siete programas de baile de famosos;
Choche.
BAJARSE DE LA NUBE / ESTELLE TALAVERA BAUDET:
Casanova coloca todas sus piedras en el escenario y les hace decir chorradas, preocuparse por menudeces, reírse a grandes carcajadas y tener amores de telenovela. No digo que todo sea así, hay caminos empedrados que le dejan a uno caminar, claro está, pero cuántas veces nos encontramos ante la borreguez, ante aquel ser que se cree el rey del mundo. El propio Casanova no se cree grande, sabe que tiene el demonio dentro, quiere que desaparezca todo aquel que le conoce, sabe que debe empezar de cero si quiere ser puro, tener sentido.
Yo.
BUROFAX / ALFONSO XEN RABANAL:
Carta baja y a esperar, pedazo de inútil abúlico de los cojones, carta baja, eso decía mi padre que aprendió a jugar al Tute con los Maquis en las montañas, niño pastor huérfano de todos, en ese absurdo que os empeñáis en repetir para rehipotecar unas ruinas y seguir haciendo negocio, carta baja, sí, porque todavía puedo tocar algún palo, pese a los gobiernos vendidos a los especuladores, pese a los triunfos que te crees que tienes, si sabes jugarlos, imbécil, que eres el paradigma de una generación que se desintegra,