Visibilicemos la violencia.
TODA la violencia.
La física.
La verbal
La emocional que es tantas veces invisible
La de los contenidos que vemos y observamos a diario
La violencia que no es un tema que pertenezca al terreno del género, o de las relaciones padres/madres e hijos,
De época, o de territorio.
Es un tema de humanos.
De todos.
Visibilicemos la violencia sabiéndonos y reconociéndonos violentos. De múltiples formas según nuestras características y entorno.
Viendo de frente la violencia cotidiana de nuestra historia personal y social, de nuestras relaciones, de nuestras conductas y lenguaje, nuestros pensamientos, de nuestra relación con nosotros mismos.
Tantas maneras de violentarnos y violentar a otros, de pasar los propios límites y los de otros, de participar en juegos de poder para hacer sentir al otro menos encubriendo nuestra propia inseguridad.
Tantas maneras de violentar el entorno, invadir el campo del otro, su cuerpo, su mente, su corazón. Intentando sentirnos poderosos, cuando en realidad nos sentimos tan insignificantes.
Visibilicemos la violencia no para culpar y seguirnos violentando.
Pongámosla sobre la mesa para saberla ahí. Conocerla. Indagarla. Navegar en ella.
Está ahí y siempre ha estado,
Crece cuando ignoramos nuestro aspecto animal, y olvidamos nuestro aspecto divino.
Visibilicemos la violencia. Si hacemos consciencia de ella, quizá entonces podamos elegir algo diferente antes de machacar violentamente todo aquello que nos muestre nuestro dolor.