… Me dijo esa mañana: “…creo que no se va a poder, estoy muy triste, mejor me hago la idea de que no lo voy a tener y así no me duele tanto.”
Seguimos hablando y agrega: “…yo lo presentía hace días…” su carita estaba triste y su ánimo por el suelo… realmente por el suelo… le dije: -yo al contrario, supuse que el atraso en el proyecto se debía a otra razón, pero es la última palabra, le pregunte. -No lo sé-, me dijo, al tiempo que sus ojos se aguantaban las ganas de llorar. Por un momento me quede muda, como decimos “en neutro”, no sabía que decirle, después de unos minutos le dije: -no se angustie antes de tiempo, esperemos a tener noticias oficiales…
Conforme fue pasando el día las cosas se fueron aclarando, el anuncio negativo de parte de aquella persona, se debió a un simple error que ocasionó que no se pudieran hacer correctamente las pruebas para dar el esperado “SI”… como si fuera la propuesta de matrimonio o el anuncio de la aprobación de un crédito o una beca.
Lamentablemente estas cosas nos suceden todos los días, porque no esperamos, no analizamos, no pensamos, nos aventamos… y como se dice en el argot de atención pre-hospitalario, caemos en el peor de los errores humanos: “Visión en túnel”: donde solo vemos lo que está al final del túnel… para adelante y no para los lados, no vemos las demás opciones, nos cegamos. Esta actitud hizo que su esperanza se desvaneciera en pocas horas y no pudo ver más allá de eso.
No importa cuánto deseemos eso, no importa cuanto lo necesitemos o el tiempo que hemos trabajado en ponerlo en marcha, no podemos perder la calma, porque la calma nos trae raciocinio y este es el que a última hora nos facilita la toma de decisiones acertadas…
Aprendamos de nuestros abuelos (as)… “despacio que voy de prisa”, “un paso a la vez” decía una viejita que caminaba con su bastón, “El que mucho abarca poco aprieta” y así podríamos nombrar muchos otros refranes sabios de la vida, pero lo importante de ellos no es aprendérselos, sino aplicarlos. Todo en esta vida tiene un tiempo y para el proyecto del que hablamos también lo había, pero ella no pudo controlar su ansiedad y ese día dio todo por perdido. Al final las cosas se dieron, tuvo que hacer un alto en el camino, pensar detenidamente, cambiar su mentalidad de negativo a positivo y esperar a que las cosas siguieran su curso. Al final el esperado “SI”, llegó y tal cuento de hadas, ella ahora está muy feliz con su proyecto puesto en marcha.
Moraleja: vale la pena volver y ver a los lados.
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