Revista Insólito
No cojo el teléfono al saber que ya te has ido,
como de pie, y la mesa puesta con dos vajillas,
corto mis dedos cada día que ya te he perdido,
dejo de fumar esperanza para ahorrar en cerillas.
Vivo por no ser más fuerte que el propio destino,
respiro sin querer hacerlo, muestra de mi castigo,
ya que sueño con no tener que andar más el camino,
mucho más largo desde que tú ya no estás conmigo.