Nota: ***
La tensión y la emoción, de alto voltaje, siempre han tenido un protagonismo especial en el cine de Paul Greengrass. Su habilidad con el montaje y su estilo sobrio, objetivo, con latido de documental, han transmitido, además, una magia especial a las historias completamente verosímiles e impactantes que ha narrado hasta el momento. Hablamos de todo ello acordándonos, sobre todo, de su obra maestra, United 93, pero es una lectura que también se puede hacer en su último film, Capitán Phillips, en la que nos hemos reencontrado, felizmente, con las constantes vitales de su filmografía.
El drama que vive el mencionado oficial (Tom Hanks) que da nombre al film se sitúa en el barco mercante norteamericano que dirige en alta mar hacia Mombasa (Kenia), bordeando el Cuerno de África. La nave es abordada por un grupo de piratas somalíes liderado por un antiguo pescador, Muse, (Barkhad Abdi), un hombre de férrea voluntad que mantendrá un auténtico pulso de astucia y determinación con Phillips.
Greengrass no se ha cansado de explicar que su prioridad a la hora de crear este último trabajo era el entretenimiento, llevar a la gran pantalla un thriller trepidante, repleto de acción, de tensión y angustia, pero basado en acontecimientos reales, con individuos cotidianos que se convierten en héroes o en villanos muy a su pesar. De hecho, una de las mejores hazañas del director ha consistido en transformar esas odiseas reales, despojadas de grandes explosiones y de giros argumentales ‘equilibristas’ que proporcionan soluciones imposibles a las tramas, en una película que no pierde interés en ningún momento. Él sabe que la realidad puede superar a la ficción, pero siempre según cómo nos la cuenten...
Sin embargo, la habilidad de Greengrass va más allá porque es capaz de reflejar, en alta mar y con gran economía de recursos, el abismo existente entre dos mundos. Uno aparentemente más civilizado, compuesto por una tripulación de marineros comerciales mal pagados, que se ganan la vida al otro lado del planeta en aguas peligrosas, sin tener con qué defenderse. Y otro representado por un grupo de pobres diablos, antiguos pescadores angustiados por la supervivencia, que no cuentan con 'ángeles de la guarda' que les vayan a rescatar cuando se vean en una encrucijada, ni tendrán la posibilidad de redimirse si cometen un terrible error. En uno y otro bando, marionetas que responden a intereses creados...
Hay una conversación en la película, entre Phillips y Muse, que resume la esencia dramática de la historia. Phillips, intentando comprender el horror que están viviendo él y sus hombres, pregunta a los piratas si no hay otra manera de ganarse la vida en lugar de secuestrar barcos y poner en peligro a sus tripulaciones, a lo que Muse responde con una intensa melancolía: "Tal vez en América, tal vez en América"...
Como no podía ser menos en todo buen duelo que se precie, esta es una película con interpretaciones interesantes. Hanks se mete con habilidad en la piel del empático, compasivo y astuto Phillips, sin embargo, no es él quien sobresale. La gran interpretación del film corre a cargo de un actor no profesional, Barkhad Abdi, quien hace el papel del líder de los piratas somalíes. Un hombre famélico de mirada poderosa, insondable y que sin embargo, nunca deja de verse asustada.